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Insólita primavera

Insólita primavera

Brilla el sol en Madrid ajeno a todo. Sin embargo, lo hasta ahora conocido se ha convertido en desconocido: es extraña la manzana, el abrazo, el tetrabrik. Lo cotidiano constituye hoy una amenaza, y los gérmenes, como aqueos escondidos en el caballo de Troya, pululan a sus anchas más allá de ciudad fortificada.

"Lo cotidiano constituye hoy una amenaza, y los gérmenes, como aqueos escondidos en el caballo de Troya, pululan a sus anchas más allá de ciudad fortificada"

La vida, enérgica e imparable, continúa también en el exterior de nuestras casas. Crece el césped en los campos: frondoso, lejano, salvaje; quién pudiera descalzarse y hundir en él los pies. Brotan los cerezos en el valle del Jerte y las abejas se bañan en las pringosas jaras, llevando en sus patas la promesa de otra flor.

La cadencia de las olas sigue su curso: una, otra, otra.

Cae un limón de un limonero; bajo tierra, las hormigas y lombrices sienten el temblor. Los tábanos vuelan en parejas, y el zumbido, similar al de la máquina de afeitar de algún vecino, se cuela por las ventanas abiertas. Las calles se llenan de pavos reales como en una procesión de Semana Santa. Pasean despreocupados y ufanos su precioso plumaje azul cobalto y verde, similar al manto de una virgen sevillana. También hay patos, que dejan grabadas sus palmípedas huellas en los tramos blancos de los pasos de cebra. Los naranjos están en flor. Crece el musgo en los arcenes. Eclosiona una crisálida y nuestro parque, a escasos metros, es hoy un confín inexplorado, una tierra ignota.

"Nos habituaremos y protegeremos de los gérmenes aqueos; la manzana, el abrazo y el tetrabrik dejarán de ser extraños"

Algún día saldremos de la ciudad sitiada. Con cautela, con prudencia, y veremos de cerca el plumaje azul cobalto de los pavos reales. Nos habituaremos y protegeremos de los gérmenes aqueos; la manzana, el abrazo y el tetrabrik dejarán de ser extraños.

Entonces, el olor de las pringosas jaras y el zumbido de los tábanos nos devolverá, en un futuro, el recuerdo de esta insólita primavera.

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