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Introducción a la tristeza futbolística

Introducción a la tristeza futbolística

De las dos citas que van al frente de la obra, me quedo, por ser la que más viene al caso, con la de la escritora argentina, casi desconocida, Hebe Uhart, en donde esta señala que “no se nace escritor, se nace bebé”. Y a ese bebé precisamente, que va creciendo por instantes, se dirige Alejandro, el alter ego, sin duda alguna, del autor de esta singular obra, imposible de catalogar, difícil de clasificar. Pero eso es lo que menos importa.

Literatura infantil es un producto en apariencia huérfano de género, pero que responde a la intención de su autor, el chileno Alejandro Zambra, de ahondar en muchos de los aspectos de la condición humana, como el hecho de convertirse en padre para reconocerse a uno mismo como el hijo que fue y que dejó en el pasado muchas cuentas pendientes con sus progenitores. En estas páginas asistimos al temor y temblor de un padre que sufre lo indecible por que al hijo se le olvide respirar. ¿A quién no le ha sucedido? Y asistimos a esos días cansados, pero felices, que, como aquí se punta, “se entremezclan con los días felices pero cansados y con los días felices pero felices”.

"Por las páginas de esta obra desfilan nombres y obras ilustres de la literatura universal, como si Alejandro Zambra quisiera presentar sus credenciales al lector, y descubrirle las claves de su poética"

Desde nuestra más tierna infancia se nos enseña a ser hombres, pero no padres. Por eso todo lo que tiene que ver con este asunto da para mucho, empezando por literatura misma a la que Zambra recurre constantemente para perfilar su libro. Hay, por ejemplo, una alusión temprana, en las primeras páginas, al genial Julio Ramón Ribeyro, autor de esta frase que su colega chileno trae a colación: “El diente que le sale es el que perdemos; el centímetro que aumenta, el que nos empequeñecemos; las luces que adquiere, las que en nosotros se extinguen; lo que aprende, lo que olvidamos; y el año que suma, el que se nos sustrae”. A lo que Zambra pone réplica con reflexiones no menos genuinas y maximalistas: “El hijo engorda lo que su padre adelgaza. Es la dieta perfecta”.

Por las páginas de esta obra desfilan nombres y obras ilustres de la literatura universal, como si Alejandro Zambra quisiera presentar sus credenciales al lector, y descubrirle las claves de su poética: desde Yukio Mishima hasta César Vallejo, pasando por Nabokov, su paisano Huidobro, Virginia Woolf y Ernesto Sabato, en torno al cual surge una encendida polémica sobre cuál de sus tres libros de referencia —El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador— es el que más le distingue, su verdadero sello de identidad.

"Literatura infantil sirve, además, para reivindicar la propia literatura infantil sin necesidad de recurrir a un serio tratado de pedagogía"

Literatura infantil da la sensación de novela en marcha, con capítulos —especialmente los titulados “Garabatos” y, sobre todo, “Introducción a la tristeza futbolística”— que parecen desgranarse del conjunto de la obra y adquirir vida propia. En este último, uno de los más divertidos de todo este conjunto, Zambra nos explica el mundo y su propia vida, partiendo del fútbol: “Vivíamos en un mundo de mierda, pero lo único que parecía afectar a los hombres era un resultado adverso en el partido el domingo”.

Literatura infantil sirve, además, para reivindicar la propia literatura infantil sin necesidad de recurrir a un serio tratado de pedagogía. El escritor chileno cuestiona la literatura para adultos, para no-niños, la literatura-literatura, la literatura de verdad, dejando a un lado, como un género menor, los libros que lee con su hijo, como si estos fueran un sucedáneo, un sustituto, una preparación para la literatura verdadera. Algo que considera tan injusto, como falso. Y así se plasma en estas páginas.

El humor, presente, por ejemplo, en la reproducción cabal de un diálogo entre dos niños o la plasmación de una frase inequívocamente escrita en el más castizo lenguaje chileno (“Me estaba escondiendo de un conchadesumadre recontraculiao hijo de perra con cara de pichulón con moco y hediendo a raja peluda”), sirve para darle un giro divertido al texto de Zambra, que se mueve, a partes iguales, entre la seriedad de los temas que aborda y ese otro elemento lúdico con el que los lubrica y endulza. Una cuestión que pone a Zambra en contacto con la literatura de Julio Cortázar y su cálido imperio de la palabra, y en especial con Historias de cronopios y de famas, en donde, siguiendo las más estrictas reglas de Horacio, se nos enseña y deleita al mismo tiempo.

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Autor: Alejandro Zambra. Título: Literatura infantil. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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