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Javier Castillo: «Agatha Christie es mi autora de referencia»

Javier Castillo: «Agatha Christie es mi autora de referencia»

No ha pasado aún una década y Javier Castillo puede confirmar que los sueños, si se persiguen, se cumplen. Este escritor aparcó una profesión para la que se había formado, y se encaminó con ilusión hacia su sueño, la literatura. Devorador de grandes clásicos de suspense desde niño, creció como lector entre las páginas de las novelas de Agatha Christie que editó Molino. La vida aparcó momentáneamente su sueño.

Sin embargo, los trayectos en tren hacia su trabajo le dieron el tiempo y la tranquilidad que necesitaba para escribir. La ilusión volvió con ganas y, durante meses, dio forma a su primera novela sin ninguna expectativa más que las ganas de dejar correr la tinta mientras los raíles fluían bajo sus pies.

En 2014 vio la luz El día que se perdió la cordura. Castillo la subió a Amazon y el éxito llamó a su puerta. Enseguida una editorial apostó por sus tramas llenas de acción, misterio y giros inesperados. Poco tiempo después se publicó El día que se perdió el amor y Todo lo que sucedió con Miranda Huff.

Javier Castillo triunfó durante los años en que el sector editorial afrontaba una fuerte crisis. Lo hizo colocando en las mesas de las librerías su deseo de entretener. Sus tres primeras novelas pulverizaron las listas de los más vendidos y los lectores abrazaron de modo unánime sus tramas y los golpes de timón que surcan las páginas de su ficción. Había nacido un clásico moderno.

Con este gran éxito a sus espaldas que ha traspasado nuestras fronteras, Castillo sigue encontrando inspiración en todo lo que le rodea. Este primer trimestre del año ha publicado su cuarta novela, que sigue la estela de las anteriores: unos sólidos mimbres narrativos y personajes muy bien trabajados sostienen una trama que intriga, alerta y atrae a quien se adentra en su lectura. La novela La chica de nieve (Suma) está inspirada en uno de sus mayores miedos. Dicen que la mejor manera de acabar con un miedo es encarándolo, así que Castillo se dispuso, hace unos meses, a afrontar ese miedo sobre el papel, llevando cada situación imaginada a sus límites más oscuros.

Zenda conversa a distancia, en uno de estos días inciertos, con Javier Castillo. Hablamos con él de miedo y de literatura, de cómo un consultor dio la vuelta a su vida, de la noche a la mañana, con lo que mejor sabe hacer, escribir.

—¿Qué es La chica de nieve?

La chica de nieve es el título de la novela, mi última novela. Tiene un arranque tan inquietante y tan, por así decir, asfixiante para cualquier padre, para cualquiera que tenga niños, sobrinos o primos. Arranca con la desaparición de Kiera Templeton, una niña de tres años en el centro de Nueva York, en 1998, justo a final de cambio de siglo.

—¿Qué van a encontrar los lectores que se sumerjan en sus páginas?

"Miren esconde tenacidad, fuerza, una personalidad casi inquebrantable y que además te hace dudar mucho sobre qué haría uno en esa situación"

—Van a encontrar un estilo muy mío: capítulos muy cortos con muchísimos giros. A la vez se van a encontrar a Miren, que es un personaje femenino muy potente. Es una estudiante de periodismo en el último año de carrera, en 1998, que cinco años después ya es periodista y que se sumerge en la investigación de la búsqueda de la pequeña Kiera Templeton, y que, además, esconde muchísimo más. Esconde tenacidad, fuerza, una personalidad casi inquebrantable y que además te hace dudar mucho sobre qué haría uno en esa situación. Te lanza muchas preguntas morales.

—¿De dónde surgió la inspiración para la trama del libro?

—Surgió de un momento instantáneo, de estos que ocurren en el día a día. Iba andando por la calle con mi hija. Mi hija precisamente tiene tres años. Mi mujer estaba cinco metros por delante y mi hija me soltó la mano y empezó a caminar hacia su madre. Esa imagen de mi mano y la suya separándose me hizo plantearme una pregunta muy tonta: ¿y si es para siempre? ¿Y si en este momento en que se separan las manos de repente pasa algo y ya nunca más la vuelvo a ver? Lanzando esa pregunta surgió el resto de la trama: esa desaparición de la niña y cómo poco a poco esa pesadilla —que cualquier padre siente— se puede convertir en realidad y te da verdadero pánico.

—Sus novelas están frecuentemente ambientadas en escenarios del extranjero. ¿Qué herramientas utiliza para crear esa ambientación?

"Hoy en día tenemos tanta información y tantas herramientas que te permiten viajar a cualquier época de los últimos 30 años"

—Un poco de todo. Veo muchísimos documentales de zonas concretas de Estados Unidos, o del lugar en el que intento ubicar la trama. Por ejemplo, parte de esta novela transcurre en la cabalgata del Día de Acción de Gracias en el 98, así que busqué cómo fue esa cabalgata. Puedes buscar en internet ese vídeo, que se emitía en la CBS, y verlo tal cual. Hice muchísima investigación: quién desfilaba, qué actuaciones hubo, qué pasó el año anterior, que pasó los años siguientes… En definitiva, he ido buscando ese feeling que aparece cuando tienes la sensación de haberlo vivido. Hoy en día tenemos tanta información y tantas herramientas que te permiten viajar a cualquier época de los últimos 30 años y ambientarlo como si lo hubieras vivido en primera persona.

—Esta novela es, en cierto modo, un homenaje al oficio del periodista. ¿Puede contarnos en quién o en quiénes se inspiró para el personaje de Miren?

—Es un poco ideal. No es una persona concreta en la que me haya basado. Es un personaje muy idealizado de lo que a mí me gustaría que fuese el periodismo. He querido crear esa periodista inquebrantable, que busca la verdad, que tiene esos sueños, esa ilusión, cuando está estudiando periodismo, pero a la vez tiene dudas, se siente insegura. Cuando aterriza en la redacción se da cuenta de que todo es muy distinto a como ella esperaba. Tengo muchísimos amigos periodistas, algunos en medios muy importantes, otros en medios internacionales. De todos he tratado de rascar un poco y dotar a Miren de ese realismo que creo que tiene, además de esa complejidad emocional que posee. Creo que Miren es un personaje psicológicamente muy complejo, pero a su vez tiene un atributo común con cualquier periodista: esa búsqueda incansable de la verdad.

—¿Cómo son las mujeres de las novelas de Javier Castillo?

"En mis últimas dos novelas las mujeres han adquirido una fuerza muy potente, convirtiéndose en pequeñas heroínas"

—Depende de la novela. En mis últimas dos novelas han adquirido una fuerza muy potente, convirtiéndose en pequeñas heroínas dentro de la trama global. Sin duda tienen tal fortaleza que impregna todo lo demás. En el caso de Todo lo que sucedió con Miranda Huff, Miranda es increíble. Es una guionista con una fuerza y un carácter que se entrevé lo inteligente que es. En el caso de Miren (protagonista de La chica de nieve), es muy tenaz, muy luchadora, y a la vez complejísima. Tiene todas estas aristas complicadas, a causa de un trauma que sufrió, que definen su personalidad, sus miedos, en definitiva, quién es.

—Su novela avanza y retrocede en cada capítulo. Nos va narrando el pasado y el presente de la familia de Kiera y de Miren. ¿Por qué construyó así la estructura?

—Me gusta jugar a que todo sea una especie de puzle y que no solo el caso sea un puzle, sino también la lectura sea un puzle en el que vas colocando piezas de la trama, tanto hacia adelante como lo que pasó, y lo que va a pasar. Vas colocando esas piezas tanto en la trama como en la escala temporal, de modo que cuando terminas la novela completa tienes la sensación de estar colocando la última pieza del puzle y todo tiene sentido. Empiezas a entender por qué Miren es periodista, por qué ha hecho lo que ha hecho o por qué tal personaje tomó esa decisión en un momento concreto. Jugar a eso te permite levantar más incógnitas y enganchar más. Es algo que me apasiona cuando leo otras novelas: este juego de saltos, cuando está muy bien hecho, en el que cada capítulo es un giro y necesitas seguir leyendo para descubrir toda la historia completa.

—¿Cuáles son las claves de un buen thriller?

—Prácticamente puedes crear un thriller casi a partir de cualquier cosa. Hay algo que me gusta muchísimo, que es un comienzo abrumador y muy impactante, muchos giros intermedios durante la trama y tener siempre una pregunta que responder. Tienes que jugar a eso. Si resuelves esa pregunta, tienes que haber levantado otra antes, porque si no, como lector, te puedes aburrir si crees que todo está resuelto.

—¿Tiene miedo a encasillarse?

"No tengo ningún miedo. Al contrario, escribo con muchísima ilusión, con la sensación de que tengo tantas posibilidades abiertas"

—Supongo que no. De momento tengo la suerte de que llevo poco escrito y tengo la sensación de que puedo escribir de lo que quiera, cuando quiera. No tengo ningún miedo. Al contrario, escribo con muchísima ilusión, con la sensación de que tengo tantas posibilidades abiertas que… lo complicado es elegir la correcta.

—¿Puede comentarnos su próximo proyecto literario?

—No puedo comentar mucho [risas]. Sé que será un thriller y que tal vez mucha gente encuentre un personaje concreto de alguno de mis anteriores libros en él. No sé si será una continuación, pero sí algo que tenga mucho que ver con las novelas anteriores.

—En pocos años se ha convertido en uno de los escritores más leídos en nuestro país. ¿Cómo lleva un apelativo como este?

—Con mucha sorpresa, la verdad. Y muy agradecido. Al final, ¡es todo tan sorprendente y tan abrumador! Escribo y tengo la suerte de que escribo en el mismo sitio de siempre (bueno, ahora escribo en la biblioteca de mi ciudad) y me lo tomo con mucha tranquilidad y mucha humildad. Intento que no me cambie nada. Al final es sentirte muy agradecido. Uno escribe sin saber si a la gente le va a gustar. Te tiras un año entero escribiendo, y cuando resulta que es así, es una maravilla. De momento he tenido la suerte de acertar, y ojalá siga siendo mucho tiempo así. Lo suyo es seguir escribiendo con ilusión, con pasión y ojalá a la gente le siga gustando lo que yo hago.

—¿Siente presión o vértigo cada vez que empieza a escribir una nueva obra?

"Creo que soy mi mayor crítico. Soy el que está siempre martirizándome casi en cualquier párrafo, en cualquier idea"

—No. No es presión, es más autoexigencia. Soy muy crítico conmigo, creo que soy mi mayor crítico. Soy el que está siempre martirizándome casi en cualquier párrafo, en cualquier idea. Lo cuestiono todo muchísimo. Me gusta mucho evolucionar, jugar y divertirme escribiendo, y soy muy exigente conmigo mismo. Al final tengo la sensación de que pienso todo mucho por eso. Pero no es una presión externa, es mía propia.

—¿Cómo dio el salto a la literatura?

—Fue muy casual. Había escrito mi primera novela (El día que se perdió la cordura) en los trayectos de tren al trabajo. Lo hacía por hobby. Un día la publiqué en Amazon y de repente se convirtió en la más vendida de España. De repente me estaba publicando en papel una gran editorial, y cuando se publicó en papel la locura fue incluso mayor. Coincidió que en esa época había tenido a mi primera hija. Estaba pasando mucho tiempo trabajando en la oficina, la veía poquísimo. Así que, a raíz del éxito, dije: «Me lanzo». Intento pasar más tiempo en casa con ella, disfrutando de la paternidad, que es lo que más me llenaba en ese momento. Ahora estoy viviendo este sueño de cuando era adolescente, que escribía por hobby, e intentando alargar la ilusión que siempre he tenido por escribir y convertir este hobby en mi trabajo. 

—¿Siempre quiso ser escritor?

"Siempre he escrito por hobby. Siempre me ha gustado escribir, pero no lo he perseguido porque sabía que era muy difícil lograrlo"

—Fíjate, no es que lo quisiera, es que no pensaba que se pudiese uno ganar la vida como escritor. Siempre he tenido la certeza de que era muy difícil conseguirlo. Hay escritores, gente que se dedica a escribir libros. Pero tenía la sensación de que eran tan pocos que era imposible. De modo que estudié Finanzas y fue a lo que me dediqué. Estudié Finanzas por practicidad, pero siempre he escrito por hobby. Siempre me ha gustado escribir, pero no lo he perseguido porque sabía que era muy difícil lograrlo.

—¿Nos puede recomendar alguna lectura que tenga sobre la mesilla?

—He leído hace muy poquito Cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica, que me ha encantado. Trata sobre el consumo de carne humana. Es una locura. Un libro muy original y muy llamativo.

—¿Cuáles son sus referentes literarios?

—Intento leer un poco de todo, pero los libros a los que siempre vuelvo son los de Agatha Christie. Siempre los estoy leyendo o releyendo, me fascina. Incluso, una vez que sabes la historia, quién es el malo o el asesino, acaba sorprendiéndote cómo está desarrollado y cómo juega con la sutileza. Es mi autora de referencia, sin lugar a dudas. De los contemporáneos, Gillian Flynn me gusta mucho, también Joël Dicker, Jo Nesbø. Creo que consiguen transmitir ese ritmo alto e inquietante que a mí me gusta.

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