Inicio > Libros > Narrativa > Jon Bilbao fabula la extrañeza

Jon Bilbao fabula la extrañeza

Jon Bilbao fabula la extrañeza

Nuestras vidas suelen discurrir por los carriles de la cotidianeidad, de las costumbres y de lo previsible. Algún golpe nos aleja de lo habitual, pero mayormente predomina en ellas la rutina. Sin embargo, puede surgir algo que nos sorprende o nos inquieta y tal vez nos descoloca. No hace falta que sean psicofonías, apariciones de ultratumba o fenómenos paranormales de los que Iker Jiménez tiene una repleta y desasosegante biblioteca. Puede ser algo más simple y que apela al misterio casi sin desprenderse de notas costumbristas. Desde luego, estos hechos inesperados no han dejado de llamar la atención de los artistas. Y alguno ha hecho de ellos el eje vertebral de su trabajo. El fino crítico e historiador Gonzalo Sobejano tituló un librito Fabulación de la extrañeza para condensar con exactitud en ese rótulo el punto esencial de las narraciones de Juan José Millás. Modélico en su simplicidad es el caso que ahora mismo refiere Jon Bilbao en Los extraños: una joven pareja corriente recibe la visita inesperada de otra pareja de presuntos familiares de parecida edad y todo empieza a complicarse, a enrarecerse.

"Ambos sobrellevan el tiempo con señales discretas pero intensas de apatía y fastidio, de cansancio en sus monótonas relaciones"

Esa es, en esencia, la trama anecdótica que desarrolla la novela; una peripecia intensa y clara porque Jon Bilbao participa de la idea de que un relato tiene que contar una historia interesante. Pero no por ello complicada o retorcida. La primera pareja, formada por Jon y Katharina, se ha instalado en la vieja casa familiar del chico en Ribadesella (el pueblo asturiano natal del autor, lo cual ya aporta un indicio de verismo) y allí trabajan (casi teletrabajan). Él escribe entradas para una enciclopedia científica. Ella hace traducciones. Ambos sobrellevan el tiempo con señales discretas pero intensas de apatía y fastidio, de cansancio en sus monótonas relaciones.

De pronto, sin previo aviso ni barruntos de que tal cosa ocurriera, se presentan en el caserón Markel, sedicente primo de Jon, y su compañera Virginia. Markel no se sabe a qué se dedica y Virginia se ofrece como chica de servicio doméstico para compensar los gastos y trastornos que causen. Sin pausa, ni prisa, pero de forma evidente, las relaciones de las parejas se tensan y surgen rastros de hostilidad que derivan en confrontación. Todo ocurre de forma verista, incluso con la pincelada costumbrista relativa a que Jon y Katharina prescindan por el momento de la señora que les arregla la casa, ya que esa labor la hará Virginia.

"Tampoco está muy clara la relación entre los visitantes: que no son pareja, o sí, desvelan malsanas relaciones de dependencia y van dejando entrever una sociedad de intereses ilegítimos"

El realismo del relato no es, sin embargo, absoluto. Algo raro disimula Markel, a quien Jon no recuerda haber visto antes y de cuya auténtica personalidad duda. Virginia, cuya labor doméstica deja mucho que desear, no es la chica guapa y encantadora que parecía, se muestra autoritaria y su comportamiento anuncia una larvada amenaza. Tampoco está muy clara la relación entre los visitantes: que no son pareja, o sí, desvelan malsanas relaciones de dependencia y van dejando entrever una sociedad de intereses ilegítimos.

Aunque la situación general del relato no pierda su traza realista, incorpora elementos que siéndolo, realistas, aportan datos sospechosos, perturbadores. Así la llegada de dos grandes perros que los visitantes han enviado antes de su aparición en la casa. Se trata de datos que alteran lo suficiente el marco doméstico y añaden un punto de enigma. A los cuales se agrega una prolongada anécdota ambiental: la aparición de unas extrañas luces celestes, quizás ovnis, que provocan la concurrencia de una animosa cuadrilla de ufólogos que también alteran el medio local.

"No se plantea Jon Bilbao grandes traumas mentales. No presenta arrasadoras enfermedades del alma. Los conflictos psíquicos aparecen con un tono, valga la paradoja, natural"

En conjunto, Jon Bilbao aplica una suave pero eficaz estilización de lo real. No solo en los aspectos señalados, también en otro elemento notable, aunque no muy aparente, del relato: un fondo de novela gótica estilizada que añade pinceladas de miedo y terror a la existencia diaria. Pero todo ello constituye el sostén de una historia centrada no en lo exterior y ambiental sino en los personajes. El relato explaya su desasosiego íntimo y sus oscilaciones emocionales, lo cual, a la postre, convierte Los extraños en una clásica novela psicológica.

No se plantea Jon Bilbao grandes traumas mentales. No presenta arrasadoras enfermedades del alma. Los conflictos psíquicos aparecen con un tono, valga la paradoja, natural, sin alharacas ni griterío, en consonancia con el resto de la materia narrativa. En esa clave se habla de la incomunicación, de la soledad, de la mentira y de una violencia íntima que pugna por salir al exterior. Un asunto capital es el de la identidad, incierta y maleable. A su lado, emerge el tema del doble, incluso en su vertiente del falsario. Entre unos y otros aspectos, se consolida la percepción de la extrañeza acerca de lo más privado del ser. Extrañeza que apunta al otro, al ajeno y distinto, pero también a uno mismo.

Los extraños no son los demás, según parece sugerir el ambiguo título. Todo es extraño: el mundo, los otros y nosotros. Lo muestran de modo inapelable la aquilatada inventiva y el riguroso trabajo literario que Jon Bilbao despliega en esta perfecta y absorbente novela corta.

___________

Autor: Jon Bilbao. Título: Los extraños. Editorial: Impedimenta. Venta: Todostuslibros y Amazon.

5/5 (6 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios