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Jugando a ser dioses con la tecnología

Jugando a ser dioses con la tecnología

Hay quien dice que a los creadores de tecnología les gusta jugar a ser dioses. A ser capaces de crear vida. A ser capaces de mejorar la vida. De hecho, en el fabuloso libro de Homo Deus, Yuval Noah Harari plantea que los seres humanos nos ponemos como reto del siglo XXI convertirnos en dioses, dotándonos gracias a la tecnología, de propiedades que hemos atribuido en la antigüedad a los dioses. Como la súper velocidad, la súper fuerza, la sapiencia, la capacidad de controlar el clima, de crear vida, de ser inmortal. Retos en los que la ciencia está invirtiendo, innovando, avanzando. Dicen algunos que el hombre creó a los dioses a imagen y semejanza de cómo le gustaría ser a él. Hoy, con la tecnología, muchos trabajan para reducir la distancia.

Como os podréis imaginar, este tema da para largo y tendido. Buenas sobremesas, cenas y charlas he tenido sobre estos temas con mis amigos. Romper los límites de la vida. O llevarlos más lejos, como hacen los hackers, para extender las propiedades de los seres humanos mediante tecnología para ser capaces de hacer más cosas. Los famosos bio-hackers que se implantan tecnología, que se quitan órganos débiles potencialmente vulnerables a enfermedades. Hace tiempo que nos hackeamos el cuerpo con la tecnología, llegando a ser cada vez un poco más ciborgs.

"Pensamos en meternos en ese mundo más tiempo, y de forma más inmersiva. Pensamos en realidad virtual que nos crea el mundo"

Usamos tecnología para tener una enhanced life, una vida mejorada, pero también usamos tecnología para crearnos una vida totalmente distinta. Creamos mundos digitales, donde vivir con otra forma, con otras capacidades, con otra forma, con otros objetivos. Y cada vez son más inmersivos, y cada vez son más parte de la vida de las personas que la vida sin tecnología. Hoy ya hablamos del mundo y la vida “phygital”. Experiencias que vivimos filtradas no por la interpretación que hacen nuestros sentidos de las señales físicas que le llegan, sino diseñadas y filtradas por tecnología que crea un mundo digital a nuestro alrededor.

Y ya pensamos un poco más allá. Pensamos en meternos en ese mundo más tiempo, y de forma más inmersiva. Pensamos en realidad virtual que nos crea el mundo. Que nos digitaliza objetos físicos del mundo real en objetos digitales mejorados. Una pelota que está en el mundo real se puede ver y digitalizar en el mundo virtual, y extender sus propiedades aún más. Y no es algo nuevo de ahora. Ya en el año 2009 se hizo mundialmente famosa la presentación de la tecnología “Sexto Sentido”, Sixth Sense, del MIT, en una presentación de Pattie Mae en la que mostraba una forma rudimentaria de tener enhanced reality. Son poco más de 8 minutos que merece la pena que veas con las gafas de 2008-2009.

Podríamos decir que fue el precursor de Google Glasses y Microsoft Hololens, que tratan de hacer esa realidad mejorada proyectando sobre los cristales de las gafas. Y bueno, en 2008 y 2009 aún la Inteligencia Artificial aún no había eclosionado. Aún estábamos lejos de tener servicios cognitivos con capacidad de superar la paridad humana como los que tenemos hoy en día, así que no se puede hablar con soltura con la tecnología, y hay que usar aún “menús” con interfaces configurados en los dedos. Pero ya queríamos mejorar la vida.

"Construirnos coches fantásticos. Ropas únicas. Corregir nuestro aspecto sin hacernos una rinoplastia"

Pero esta vida mejora donde nos movemos por un mundo físico y luego extendemos con propiedades digitales, se queda demasiado limitado para el Metaverso. Ahí queremos que el mundo esté digitalizado. Que de saque no estemos limitados por la distancia, por los recursos naturales, que todo se pueda crear desde cero. A nuestra imagen y gusto. Pudiendo crear animales que no existen, seres que viven su libre albedrío (perdón) creados con modelos de Inteligencia Artificial que les permiten tomar sus propias decisiones, que nos permiten vivir en ellos y hacer lo mismo que hacemos en el mundo físico, pero sin limitación alguna si no queremos. Un mundo donde podríamos volar. O teletransportarnos. O ser omniscientes y saber lo que pasa en múltiples sitios a la vez. Podríamos ser multiformes y cambiar de avatar (por ende de aspecto). Podríamos bucear en las profundidades marinas. O cambiar de planeta. Construirnos coches fantásticos. Ropas únicas. Corregir nuestro aspecto sin hacernos una rinoplastia.

Ser dioses.

Pero si todos somos dioses en ese mundo virtual, en ese Metaverso, seguramente no tendría valor para nosotros. Eso sería aburrido. Todos pudiendo hacer de todo. Sería como un juego sin reto personal. Piensa en ello, ¿cuál sería la experiencia más adrenalínica en un mundo donde eres inmortal? Pues aquella que te puede costar la vida.

¿Cuál sería el lugar más deseado de visitar en un mundo donde puedes estar en todas partes? Aquel al que solo pueden entrar algunos porque cuesta mucho dinero acceder o mucho tiempo llegar. ¿Cuál sería el avatar más valioso en un mundo digital donde se pueden tener todas las copias de objetos digitales que quieras? Pues aquella que solo se puede tener una única vez.

Y eso nos lleva no a jugar a ser dioses, sino a copiar la creación de la vida como si fuera la nuestra propia. O bien porque no está tan mal. O bien porque nos hemos acostumbrado a ella.

"Un marcapasos conectado a tu corazón que te dé una descarga eléctrica mortal. ¿No sería eso emocionante y peligroso? ¿No irías con más cuidado en el juego?"

Ya no vale nada un avatar si todo el mundo lo puede tener. Pero un NFT, es decir, un objeto digital que solo puede estar en una única copia. Un Non-Fungible Token vale mucho. Y si jugamos a un juego donde nunca pasa nada, pues no tiene adrenalina, pero… ¿y si tienes una inmersión en un mundo virtual donde puedes sufrir daño físico? ¿Y si hacemos que el traje con el que nos sumerjamos en el metaverso pueda hacernos daño? Con descargas eléctricas o golpes en nuestro cuerpo. Así, si te matan en el metaverso y muere tu avatar… tú también puedas morir. Un marcapasos conectado a tu corazón que te dé una descarga eléctrica mortal. ¿No sería eso emocionante y peligroso? ¿No irías con más cuidado en el juego?

"Y en un mundo digital de infinitas posibilidades, hacemos que las propiedades físicas que las limitan se conviertan en innovación"

En la novela SnowCrash, si tu avatar moría en un combate de espadas, tú morías en el mundo físico. En Matrix, si tú mueres en el mundo virtual, mueres en el mundo físico. Así rescataban a los humanos, con la pastilla roja. ¿Recuerdas? Y seguro que has ido alguna vez a ver una película a un cine en 4DX. Ahí la experiencia busca ser lo más realista, y si hay una pelea, el asiento te da golpes. Yo he salido bastante dolorido en algunas películas que he visto con mucha acción. Pero es que busco que la experiencia sea lo más inmersiva y realista cuando voy al cine.

Yo os confieso que rara vez voy a ver una película si no es en 4DX. Y he gritado, reído y disfrutado como nunca viendo Spider-man: No Way Home en 4DX siendo una de las mejores experiencias que he tenido en un cine nunca. Y es que las películas que tienen una experiencia mágica pero solo basadas en visualización, suelen perder la screen war, que decía el gran José Luis Garci con mi pantalla de Smart-TV y mi sofá. Sí, el cine es grande en pantalla grande, pero cuando lo veo con 4DX me gusta mucho más. Así que las veces que voy al cine prefiero la experiencia “full-equip”, el “tope de gama”. Con todo a tope activado. Agua, luz, golpes, movimientos, 3D, y una buena película, por supuesto. Si no me ofrecen 4DX, pues la dejo para casa y veo otra en el cine.

Y en un mundo digital de infinitas posibilidades, hacemos que las propiedades físicas que las limitan se conviertan en innovación. Los NFTs para prohibir que los objetos se copien al infinito y todos podamos tener los mismos. Los interfaces con feedback, que se dice, para que sintamos nosotros en nuestro cuerpo lo que está sucediendo en el mundo digital. Se limitan los “súper poderes” para que teletransportarse o volar, o subir por las paredes, no esté al alcance de todos —como vimos en Matrix—, y nos esforzamos en llevar el cansancio, la economía, las distancias, el tiempo como recurso, y todo el resto de propiedades del mundo del que huimos para tener uno distinto, pero con propiedades similares.

Jugando a ser creadores del nuevo mundo. De la nueva vida. De los nuevos seres humanos. Jugando a ser dioses.

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