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La importancia de ser honesto, de Oscar Wilde

La importancia de ser honesto, de Oscar Wilde

Esta antología reúne las entrevistas más brillantes, provocadoras y reveladoras que Oscar Wilde concedió en vida. Más que documentos periodísticos, estos diálogos son piezas literarias donde Wilde se interpreta a sí mismo con la ironía, la lucidez y la teatralidad que lo hicieron inolvidable.

En Zenda ofrecemos parte de la Nota del Editor de La importancia de ser honesto: Las mejores entrevistas de Oscar Wilde (Montesinos), en edición de Jofre Casanovas.

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Nota del editor

Una autobiografía involuntaria

Entre muchas otras revoluciones, la segunda mitad del siglo XIX propició la invención del yo mediático. La expansión de la prensa, el auge de las tecnologías de la comunicación como el telégrafo o la fotografía, y otros avances consolidaron lo que se ha denominado como el ‘público de masas’ y transformaron radicalmente el modo en que artistas, políticos y escritores se relacionaban con el público. La palabra de un personaje célebre dejó de pertenecer exclusivamente al libro para transformase en una mercancía nueva que circulaba, fragmentada y a veces adulterada, a través de periódicos y revistas.

En este contexto nace a partir de 1850 la entrevista moderna, un género ambiguo y fascinante que convierte la conversación en espectáculo, la intimidad en documento leíble y la presencia pública en performace. Inicial mente es en Estados Unidos donde la entrevista adquiere una presencia destacada y una enorme popularidad, y, progresivamente, fue adoptada por las rotativas de otros países hasta convertirse en una de las grandes instituciones del periodismo moderno. Esta es la razón principal por la que un gran número de las entrevistas en este volumen proceden del continente americano y es solo en la última etapa de la vida de Wilde cuando empiezan a ser publicadas entrevistas al otro lado del Atlántico, aunque fuera de forma esporádica.

La celebrity interview instala un nuevo régimen de visibilidad y ya no basta con escribir bien, hay que existir públicamente. Los lectores quieren ‘conocer’ a los escritores y, en esta nueva forma de relación con el público, el conocerlos significa verlos hablar en la naturalidad fingida de su pensamiento. Desde sus inicios como género se aprecia en la entrevista la problemática de su aparente inmediatez y su simulada transparencia como transcriptor de las palabras del entrevistado. Sin embargo, el periodista no se limita a informar y conduce, interpreta, a veces tergiversa e incluso in venta. La entrevista no reproduce una voz sino que genera un acto performativo entre entrevistador-entrevistado-público, una suerte de re presentación teatral donde la biografía, la controversia y las opiniones de, en este caso, un autor están presentes de forma asidua y constante en los medios de comunicación de la sociedad industrial occidental.

En esta nueva geografía de la fama, Oscar Wilde aparece como una figura decisiva. No solo es el más entrevistado de los escritores ingleses de su tiempo, sino seguramente el primero en comprender que la entrevista es un arte de la representación. Supo convertir el diálogo periodístico en un escenario —otro de sus teatros— donde actuar su papel de dandi, de apóstol, de provocador.

Cuando en 1882 emprende su célebre gira por los Estados Unidos, Wilde no llega aún con un corpus literario que lo sostenga. En cambio, trae a tierras americanas un personaje. Lo recibe la prensa con un asombro mezcla de ironía y fascinación: el joven apóstol del esteticismo, vestido de tercio pelo verde, cita a poetas como Keats y habla de transformar el arte desde las clases más humildes con el desparpajo de un predicador.

En cada entrevista —ya fuera para The New York World o para Le Gaulois— Wilde hablaba con la conciencia de que su interlocutor era doble: el periodista inmediato y la población lectora posterior. En ese sentido, Wilde no fue un mero entrevistado, fue un intérprete con plena conciencia de la obra que representaba y quien, ante la posibilidad de ser un simple sujeto pasivo de la maquinaria periodística, se convirtió en su estratega más lúcido. Así, donde otros escritores veían una intrusión vulgar o un riesgo para la dignidad del arte, él percibió la posibilidad de una nueva forma de autoría. Si la modernidad desposeía al artista de su aura Romántica, había que reinventar esa aura en la superficie pública de la palabra. La entrevista se convirtió en el instrumento mediante el cual Wilde desplegó su propia teoría estética y donde el público empezó a ver el arte como representación, y la vida como artificio.

Las entrevistas de esos meses de gira contienen momentos de conversaciones intelectuales, comentarios sobre la actualidad, humor y mordacidad, pero también son la crónica de un espectáculo itinerante a medida que Wilde recorre el continente. En ellas se gesta algo decisivo cuando Wilde ve en la entrevista algo más que un mero documento, y lo transforma en performance. Wilde comprendió que la visibilidad pública podía ser una extensión de la escritura, una máscara más. No fue el único, y la dupla persona interior personaje exterior se intensifica en esta época donde, por ejemplo, Friedrich Nietzsche escribiría en Más allá del bien y del mal en 1886, misma época del primer viaje de Wilde a EE.UU., que “toda mente profunda necesita de una máscara; en torno de una mente profunda se va formando sin cesar una máscara, gracias a la interpretación constantemente falsa y superficial de todas sus palabras, de todos sus pasos, de toda señal de vida que de él emane.” Para Wilde, la entrevista fue una máscara de gran versatilidad. En ella se deja ver y, a la vez, se esconde. La ironía, el epigrama, el ingenio instantáneo no son ornamentos, son dispositivos de defensa y de validación. Wilde reconfigura la concepción de la honestidad de la declaración en relación a su máscara, a su representación. Frente a la prensa que quiere captar lo y a veces atacarlo, Wilde se ofrece como imagen móvil, inaprensible, incesantemente teatral y, a la vez, genial.

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Autor: Jofre Casanovas (ed.). Título: La importancia de ser honesto: Las mejores entrevistas de Oscar Wilde. Traducción: Ramón Calvet. Editorial: Montesinos. Venta: Todostuslibros.

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