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La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving

La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving

La leyenda de Sleepy Hollow es un relato de terror y romanticismo que nos sitúa en un valle embrujado cuyos habitantes y visitantes viven aterrorizados por las historias de fantasmas que inundan el lugar, en especial por la del espectro del Jinete sin Cabeza, espíritu de un soldado hessiano al que una bala de cañón decapitó.

Ahora la editorial Nórdica reedita este clásico de Washington Irving, ilustrado por Idoia Iribertegui y traducido por Maite Fernández.

***

Hallado entre los papeles del difunto Dietrich Knickerbocker

De una encantadora tierra adormecida se trataba,
de sueños que se dan ante los ojos entrecerrados;
y de alegres castillos en las nubes que pasaban,
para siempre arrebolándose en un cielo de verano.

EL CASTILLO DE LA INDOLENCIA.[1]

Al abrigo de una de esas espaciosas ensenadas que mellan la costa este del Hudson, en esa amplia expansión del río denominada Tappan Zee por los antiguos navegantes holandeses, quienes siempre, con prudencia, amainaban vela e imploraban la protección de san Nicolás mientras lo cruzaban, se encuentra una pequeña ciudad comercial, o puerto rural, que algunos llaman Greensburgh, aunque es comúnmente conocida por el más apropiado nombre de Tarry Town, o Villa de la Demora. Se cuenta que dicho nombre le fue dado, en tiempos antiguos, por parte de las buenas amas de casa de la región vecina, debido a la tendencia arraigada de sus maridos a demorarse en la taberna del pueblo los días de mercado. Sea como fuere, no puedo dar fe de este hecho, simplemente lo menciono, en aras de la precisión y la autenticidad. No muy lejos de esta ciudad, tal vez a unas dos millas, hay un pequeño valle o, más bien, una hondonada entre altas colinas, que es uno de los lugares más tranquilos del mundo entero. Lo atraviesa un riachuelo que produce el murmullo arrullador suficiente para invitar al descanso; y el ocasional silbido de una codorniz o el tamborileo de un pájaro carpintero son casi los únicos sonidos que irrumpen en esa uniforme tranquilidad.

Recuerdo que, de jovenzuelo, mi primera hazaña en la caza de ardillas se produjo en una arboleda de altos nogales que da sombra a una parte del valle. Había deambulado adentrándome en él al mediodía, cuando la naturaleza está particularmente silenciosa, y me sobresaltó el estruendo de mi propia arma, que rompió la quietud del domingo y se prolongó y retumbó en airados ecos. Si alguna vez deseara retirarme a algún lugar donde escapar del mundo y sus distracciones, y soñar tranquilamente, alejado de los recuerdos de una vida turbulenta, no conozco ninguno más prometedor que este pequeño valle.

Debido a la lánguida calma del sitio, y al peculiar carácter de sus habitantes, descendientes de los primeros colonos holandeses, este aislado valle se conoce desde hace mucho tiempo con el nombre de Sleepy Hollow,[2] y sus rústicos muchachos son conocidos como los chicos de Sleepy Hollow a lo largo y ancho de las tierras vecinas. Sobre la tierra parece flotar una esencia somnolienta y soñadora que impregna el propio ambiente. Hay quien dice que el lugar fue embrujado por un pomposo charlatán alemán, durante los primeros días del asentamiento; otros creen que un anciano jefe indio, profeta o mago de su tribu, convocaba allí sus powwows antes de que el capitán Hendrick Hudson descubriera la región. Lo cierto es que el lugar aún continúa bajo el influjo de algún tipo de brujería, que les sorbe el seso a las buenas gentes, haciéndolas caminar en un ensimismamiento continuo. Se entregan a todo tipo de creencias maravillosas, entran en trance y tienen visiones, y con frecuencia sufren extrañas alucinaciones, y oyen música y voces en el aire. En toda la vecindad abundan leyendas locales, lugares embrujados y supersticiones crepusculares; las estrellas brillan y los meteoritos destellan con más frecuencia a lo largo del valle que en cualquier otra parte, y la bestia de los sueños, acompañada de sus nueve diablos, parece convertir el lugar en el escenario favorito para sus danzas.

Sin embargo, el espíritu que domina y atormenta a esta región hechizada, y que parece comandar todos los poderes del aire, es una figura sin cabeza a lomos de un caballo. Algunos dicen que es el fantasma de un soldado hessiano cuya cabeza había sido arrancada por una bala de cañón en una batalla sin nombre durante la guerra de Independencia, y que es visto de vez en cuando por la gente del pueblo apresurándose en la penumbra de la noche, como llevado por el viento. Sus apariciones no se limitan al valle, sino que se extienden en ocasiones por los caminos adyacentes, especialmente por las inmediaciones de una iglesia, no muy lejos de ahí. De hecho, algunos de los historiadores más fieles de la región, cuidadosos al recopilar y cotejar la vaguedad de los hechos relacionados con este espectro, afirman que el cuerpo del soldado fue enterrado en el cementerio de la iglesia, y que el fantasma acude de noche al escenario de la batalla buscando su cabeza, y que la velocidad con la que atraviesa el valle, como una explosión a medianoche, se debe a su retraso, y a su prisa por regresar al cementerio antes del amanecer.

Esa es la idea general de esta superstición legendaria, que ha proporcionado material para muchas historias fascinantes en ese lugar de sombras. El espectro es conocido en todos los hogares de la zona por el nombre de «el Jinete sin Cabeza de Sleepy Hollow».

Es notable que la predisposición a esas visiones que he mencionado no se limita a los habitantes nativos del valle, sino que es inconscientemente absorbida por todos los que residen ahí por un tiempo. Sin importar lo despiertos que estuvieran antes de entrar en esa región adormecida, no hay duda de que en poco tiempo inhalan la influencia mágica del aire, y su imaginación se aviva, sufren pesadillas y tienen apariciones.

[…]

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Autor: Washington Irving. Título: La leyenda de Sleepy Hollow. Traducción: Maite Fernández. Editorial: Nórdica. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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