En diciembre de 2025 se han cumplido los noventa años del nacimiento de Justo Alejo en el último mes de 1935. Fue en la localidad sayagüesa de Formariz, en la provincia de Zamora. Escritor y preferentemente poeta de diverso registro heterodoxo, el más representativo iba a ser el de carácter experimental con implicaciones poéticas visuales. La antedicha efeméride biográfica ha propiciado nuevos y diversos homenajes a una figura literaria inconformista de trayectoria profesional y creativa muy atípica que bien merece ser reivindicada, no habiéndolo sido como debiera serlo.
Recordemos que las propuestas poéticas experimentales donde la vertiente visual constituye un componente sine qua non se han prodigado en la poesía española contemporánea, pero sobre todo en el transcurso de la década de los años sesenta del pasado siglo, y a vueltas de un contexto de manifiesta y generalizada renovación literaria desafiante. Algunas de estas opciones poéticas se calificaron incluso en su momento como revolucionarias por la crítica cuando no por sus propios autores, aunque el significado y efectos del adjetivo revolucionarias era iluso pretender que no se restringía al ámbito de la creación textual.
Aquella clase de revolucionarismo ilusorio apenas congeniaba con las propuestas experimentales que por entonces hizo Justo Alejo, pues tuvo plena conciencia de que con sus mixturas verbales y visuales a lo sumo iba a conseguir modificaciones en la mente y actitud de sus propios lectores. Desde esta convicción no dudó en afanarse en contribuir a cambios sociopolíticos como ciudadano, asumiendo riesgos muy obvios de cárcel, e incluso de perder su vida misma, en sus acciones en pro de la tan necesaria democracia, pues era un suboficial del Ejército del Aire. Pero déjenme anotar unos datos mínimos sobre su persona, sobre su obra y en concreto sobre la antología antecitada.
Nacido a siete meses justos del estallido de la guerra civil, creció Justo Alejo en un contexto doméstico muy precario en el que su madre fue su única compañía, y lo hizo en un ámbito campesino que va a marcarle decisivamente en su visión austera y esencial de las cosas. Provisto de una formación primaria autodidacta, proyectó encauzar su futuro en una capital de provincia, León, donde ingresa en la Escuela de Formación profesional de la RENFE, y en 1952 lo hace en la Maestranza aérea leonesa. Sin embargo, será en Valladolid, y desde 1954 y hasta 1966, con un intervalo en París como lector de español en 1965, donde va a ir materializándose un proyecto de vida más amplio, y desde tres vertientes: la militar en el Ejército del Aire, con destino en la base aérea de Villanubla; la académica estudiando el bachillerato, la carrera de Magisterio, y los primeros cursos de Filosofía y Letras; y la literaria vinculándose a círculos literarios y artísticos, donde dará a conocer sus entregas poéticas más tempranas, donde participa en la tertulia que se reunía en la Librería de lance Relieve, y donde establece fecunda relación con el poeta Francisco Pino y con distintos creadores plásticos.
Se traslada después Justo Alejo a Madrid, continuando su carrera como militar del aire, llegando a obtener en 1974 el grado de brigada. En la capital del país culmina los estudios universitarios en las modalidades de Sociología y Ciencias Políticas. Habiendo contraído matrimonio en 1972 con Silvia Herberg, anoto una curiosidad que no se limita a serlo: a uno de sus hijos le pusieron el nombre de Alí, inspirado en Las mil y una noches, un libro de cabecera del escritor sayagües que nos da la pista de un talante soñador y abierto a lo maravilloso. Justo Alejo colaboró en revistas de gran predicamento general, pero sobre todo para las opciones políticas de izquierda en las décadas de los sesenta y setenta, entre ellas Triunfo, y estuvo muy vinculado a la clandestina y progresista UMD (Unión Militar Democrática). El 11 de enero de 1979 muere en Madrid, a los 43 años, precipitándose al vacío hacia el mediodía desde un ventanal de la cuarta planta del Ministerio del Aire, en el barrio de Argüelles, en lo que pudo ser el suicidio de quien se encuentra en el ápice máximo de la desesperación.
Justo Alejo comienza sus entregas literarias con la anónima de 1959 Yermos a la espera, y lo hace abrazando una poética de compromiso social que se encauza en formulaciones regladas, entre las que siempre privilegiaría el soneto. Desde mediados de la década de los sesenta, con su obra de 1965 Alciar transiciona hacia propuestas creativas en las que se perciben ascendientes como los de César Vallejo, Francisco Pino y asimismo Walter Benjamin. Se las iba a editar la referida librería pucelana Relieve, dentro de la serie “Pliegos de cordel vallisoletanos”. En el cruce de las décadas del sesenta y del setenta publicó ahí, en 1969 SERojosluNARES / (NIMBOS) y en 1971 monuMENTALES REBAJAS / (tristes tópicos), obra a la que seguirán, y hasta su muerte, títulos como el de 1974 Separata de lo mismo, los de 1976 Son netos y HOY en día El desencanto LAVA Más BLAAAANCO, y el antecitado de 1978 sola-MENTE unas PALABRAS. Libro de HORAS Y OFICIOS. Con posterioridad a su muerte salieron a luz, entre otras publicaciones, la de 1980 El aroma del viento. Poemas, con prólogo de Francisco Pino, y los dos indispensables tomos de Poesía editados en 1998 por la Fundación Jorge Guillén al cuidado de Antonio Piedra.
En el prólogo a monuMENTALES REBAJAS / (tristes tópicos) el periodista, poeta y crítico de arte vasco Santiago Amón explicaba que Justo Alejo había pretendido realizar, no un antilenguaje, sino un contralenguaje que pusiese al descubierto las falacias que las luces de neón difundían, refiriéndose seguramente no solo a las iluminaciones técnicas propiamente dichas, sino a las informaciones falsarias que se emiten y proyectan no solo por el medio fluorescente. En cualquier caso, los artificios del autor dejaban al descubierto críticas sociopolíticas que eran bien notorias. Una porción muy representativa de esas críticas apuntaba a estrategias neocapitalistas publicitarias que fomentaron y siguen fomentando un supuesto bienestar ligado a un consumismo que con los años habría de hacerse galopante.
Puntualicemos, sin embargo, que el antedicho asunto no acapara la temática que puso en juego crítico el poeta, pues resulta bien variada, y en su amplio muestrario son relevantes motivos como por ejemplo la alerta sobre la sangrante despoblación de las zonas rurales de interior, especialmente en la franja hispano-lusa; la áspera crítica del estado de cosas político durante el franquismo; la primacía absorbente de la esfera religiosa católica; aficiones masificadoras del tipo panem et circensis; perturbaciones sicológicas individuales; el mundo literario institucionalizado, y tantos otros.
Manuel Ángel Delgado de Castro ha señalado como clave en el quehacer experimental de Justo Alejo, además de un empleo muy particular de la caligrafía en el que tanto peso específico tienen las mayúsculas, la utilización del recurso a las palabras “rotas”, término ya usado por Juan Manuel Rozas para la fórmula alejiana de romperlas para propiciar asociaciones visuales con otros vocablos a fin de sugerir nuevos y distintos significados. Como ejemplo elocuente de la fórmula pudiera aducir el poema “CÓSMICOS DE LA LENGUA”, cuyo título se abre a incisivas lecturas no solo lúdicas, y del que traslado un pequeño fragmento que dice así: “SES-APPEAL / Ya / el sexo / es un problema / SESUAL”.
A estas estrategias primordiales cabría añadir otras varias, entre las que enfatizo la extraordinaria frecuencia de variaciones que ofrece en su escritura la intertextualidad, es decir la relación que un texto establece con otros. Elijo una muestra de marchamo juancruciano, y que entresaco del libro monuMENTALES REBAJAS (tristes tópicos), donde hay un poema con resonancias sanjuanistas que lleva por título “No PAStemos la HISTORIA, hagámosla”. El texto alberga el subliminal mensaje de que el hombre no ha de vivir la historia como alguien ajeno a ella, como quien se limita a conducir el ganado para que paste, sino que ha de implicarse en transformar las circunstancias pasando a la acción sociopolítica. La dedicatoria del poema, “A ese Juan Con Otras Cruces”, constituye una parodia onomasiológica del religioso de Fontiveros, pero con mensaje de trasfondo político. Copio el comienzo del texto, en el que no me cuesta identificar la denuncia de las cárceles franquistas:
A todos los que FUERdes
allá por las AFUERAS
si por ventura vieredes
los EXTRA
verdaderos
TRAS muros y paredes…(34).
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Autor: Justo Alejo. Título: FLORecen hacia el olvido tus paSOS. Editorial: Universidad de León. Venta: Todos tus libros.


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