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La vida en los límites

La vida en los límites

Narrada en primera persona, Párpados es una novela que alude a la realidad actual, a nuestros días, y que cuenta su relato en tiempo presente, centrándose en las circunstancias de desarraigo, desposesión y desubicación que han afectado a buena parte de la población durante el largo y reciente periodo de crisis económica, y que hicieron que muchos tuvieran que desplazarse de un lugar a otro en busca de algo mejor, tanto en el interior del propio país, de las ciudades al campo o de unas ciudades europeas a otras. En este sentido, por su actualidad, por su vivisección del extrañamiento, de lo precario, de lo inestable, podríamos decir que estamos ante una obra generacional. Una novela sobre el amor, sobre la experiencia de ese amor, pero también sobre su contemplación.

El narrador de Párpados relata su relación con su novia Duna, pintora, a quien conoce en la Facultad de Bellas Artes. Él es fotógrafo, de modo que los dos personajes viven a través de las imágenes que les rodean y de las imágenes (los dibujos y las fotografías) que captan, circunstancia de la que se vale el autor para hacer que el lenguaje de su texto sea también muy visual y muy preciso, con voluntad de captar cada detalle del instante exacto que se está narrando. La novela consta de cien capítulos y la historia se desarrolla a lo largo de cien días, durante los que los protagonistas aprenderán que lo importante y lo deseable es el viaje, el traslado, y no el destino.

"Cuando un desconocido intenta robarles la motocicleta, que vendría a ser su esencia, la materia que les mantiene unidos, lo que les posibilita el movimiento, el narrador reacciona con una violencia que incluso asusta a Duna."

La primera meta de su periplo es el Delta del Ebro, donde van a trabajar en un restaurante, y donde él vende gran parte de su equipo fotográfico para conseguir el dinero que posibilitará su primera huida y su primer viaje largo. Se deshace de lo que le caracteriza de una manera casi impersonal, como si no fuera él quien estuviera haciéndolo, marcando en gran medida la que va a ser una de las características más definitorias de este personaje: la capacidad para desprenderse de sus bienes materiales con lo que podría calificarse de casi indiferencia. Tras la venta del equipo fotográfico comienza el verdadero desarrollo de la novela, con las dos constantes que se mantienen durante los 100 capítulos que la componen: la desposesión y el movimiento. Gracias a la desposesión empieza el movimiento, y se van a París en motocicleta, comenzando así la sucesión de traslados, en parte por esa necesidad de movimiento y de huida, y en parte porque no pueden hacer otra cosa. Están solos. Viajan solos. Y es el viaje lo que sostiene una relación que en ocasiones puede hacerse agobiante: únicamente se tienen el uno al otro, pero al mismo tiempo son personajes eminentemente autónomos, y necesitan de ese tercer elemento presente en su vida, el viaje, para mantenerse juntos.

De París van a Normandía, y durante estos días los dos personajes muestran más abiertamente su temperamento: el de ella, taciturno, introvertido, y el de él más capaz de adaptarse a lo que les sucede. Mientras él se acomoda a las circunstancias, ella se deja llevar por el desasosiego. E iniciamos de su mano un viaje que ya no va a ser tanto físico, por carretera, como hacia el interior. El viaje, en el caso de Duna, hacia una penumbra y una indefensión que deriva de la falta bajo sus pies de un lugar fijo y sólido, y de la falta de seres cercanos a los que aferrarse, ya que su madre murió y nunca llegó a conocer a su padre; y el viaje particular del narrador que, por el contrario, va mostrando un carácter más libre y más firme. Cuando un desconocido intenta robarles la motocicleta, que vendría a ser su esencia, la materia que les mantiene unidos, lo que les posibilita el movimiento, el narrador reacciona con una violencia que incluso asusta a Duna.

"Los personajes de Toni Quero buscan esos dos alimentos y necesitan de los dos para subsistir. El sedentarismo no parece ser una opción para ellos, y cuando da la impresión de que no van a seguir cambiando de paisaje, algo se rompe."

En cualquier caso, siguen viajando hacia el norte, a pesar de que cuanto más llueve más melancólica y depresiva se muestra ella, y llegan a Berlín, donde Duna empieza a plantearse que lo que están haciendo no tiene sentido: viajar y gastarse todo el dinero que tienen, sin lograr nada. No obstante, siguen con su viaje y llegan a Dinamarca, donde hablan de la posibilidad de establecerse. Podría parecer que dos seres como ellos no pueden asentarse en ningún sitio porque su esencia es la del movimiento, algo que, por otra parte, tampoco tendría que extrañarnos. El nomadismo no ha llegado a nuestras vidas a raíz de la crisis a la que aludíamos al principio. Lo extraño es el sedentarismo, esta forma de vida que llevamos practicando muy poco tiempo comparada, desde un punto de vista histórico, con nuestra andanza errante. La forma más antigua de poblamiento del mundo fue la del nomadismo, y no es insólito, por tanto, ese afán de traslado y renovación; ese tirón desde lo más profundo de nuestros genes. Un desplazamiento que deriva de la necesidad, pero también de la curiosidad. De la obligación de buscar un alimento material y sobrevivir, pero también de la búsqueda de un alimento más íntimo, más sensible, que fomenta el conocimiento y nos plantea la importancia de saber que existe algo más allá de las fronteras que conocemos, y que nos lleva a hallar nuevos espacios. Se unen así la búsqueda del alimento físico y la búsqueda del alimento espiritual.

Los personajes de Toni Quero buscan esos dos alimentos y necesitan de los dos para subsistir. El sedentarismo no parece ser una opción para ellos, y cuando da la impresión de que no van a seguir cambiando de paisaje, algo se rompe. Se les va acabando el dinero. Han llegado a una zona tan septentrional de Europa que parece que se les termina el terreno para seguir ascendiendo. Y los dos, finalmente, parecen asumir su condición de desarraigo, y comprender que sin el movimiento, en su caso, no puede haber vida. No tienen nada a lo que aferrarse, nada que les dé seguridad, y tampoco parecen quererlo, aunque cada uno de ellos asuma su vulnerabilidad de manera diferente, acorde con su propia naturaleza. No forman parte de ningún sitio. Son seres sin anclajes, sin posesiones que les lleven a decir “esto es mío”. Una de las características más fascinantes del narrador radica en que no posee nada y termina además por no querer tener nada. Se deshace hasta de lo que podría parecer más básico para él, sus recuerdos, los objetos que podrían hacerle ver en cualquier momento que ha tenido un pasado y que procede de un sitio concreto. Se entrega a un desposeimiento plenamente consciente que, al fin y al cabo, tiene mucho que ver con la independencia.

"En la portada del libro se muestra la imagen de una moto. La motocicleta es el objeto que unifica su relación. Los protagonistas no tienen hogar, pero es en esa moto, cuando están viajando, cuando se sienten verdaderamente en casa."

Estamos, pues, ante una novela sobre la transformación y sobre la inquietud, sobre la falta de protección y de estabilidad, tanto en lo emocional como en lo material. Ante una novela en la que lo dual es una constante. Así, el viaje es físico, por ciudades de Europa, pero también es interior, hacia la autenticidad de cada personaje. Su amor es entre los dos y forman un único ser con la motocicleta, un ente compacto que se desliza por la carretera, pero, en realidad, son dos individuos enteramente autónomos con vocación individualista. El lenguaje es descriptivo, eficaz, y al tiempo es intensamente lírico, evocador. La historia es actual, de nuestros días, y a la vez es atemporal. La protagonizan dos jóvenes que, sin embargo, parecen sentirse muy cansados, como si ya lo supieran todo, como si ya tuvieran muchos años y lo hubieran vivido todo. El movimiento es constante, pero a la vez estamos ante un libro que nos habla de esperas y de pausas. Y en cuanto al aspecto formal, podría parecer una novela de una lectura veloz dada la brevedad de cada capítulo, pero la rapidez lectora a la que conduce la estructura contrasta con la lenta dedicación que exige el lenguaje, minucioso, delicado y preciso.

En la portada del libro se muestra la imagen de una moto. La motocicleta es el objeto que unifica su relación. Los protagonistas no tienen hogar, pero es en esa moto, cuando están viajando, cuando se sienten verdaderamente en casa. Y esta es una novela con alusiones evidentes a lo cinematográfico, de modo que no sé hasta qué punto no quiso Toni Quero hacer un pequeño homenaje a la presencia de las motos en grandes obras del cine como Vacaciones en Roma y la Vespa, Salvaje y La gran evasión y la Triumph, Easy Rider y las Harley o la Kawasaki de Mad Max. Películas clásicas con personajes en movimiento que, como los personajes de esta novela, ven el viaje como una forma de supervivencia y de autoconocimiento. Para ellos el viaje es la vida, y, como decíamos antes, entienden desde el primer momento que lo importante es el camino y no la llegada.

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(Texto de presentación de la novela Párpados en Ámbito Cultural, el 25 de mayo de 2017)

Autor: Toni Quero. Título: Párpados. Editorial: Galaxia Gutenberg. VentaAmazon y Fnac

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