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Las nieves del tiempo

Urko Pínaga, protagonista de esta novela inédita hasta la fecha, y que Tusquets rescata para su seminal ‘colección andanzas’, formó parte del contingente de niños vascos enviados a Londres por sus familiares en las postrimerías de la Guerra Civil ante la inminencia de la derrota republicana y la incertidumbre del futuro.

Pasados casi 40 años regresa, acuciado por la carta febril de su tía Flora, matriarca del clan, al caserón familiar de Guetxo, donde debe resolver una serie de asuntos de capital importancia para el patrimonio emocional de los Pínaga. Las décadas de formación y maduración en la capital británica han hecho de Urko un hombre taciturno, introspectivo, desdibujado en lo interior pero firme y resistente ante los embates de la soledad y el exilio. Se gana bien la vida como novelista de cierto éxito, concretamente como novelista de género negro. Con estos elementos, Ramiro Pinilla, utlizando en ocasiones el trompe-l’oeil, la novela dentro de la novela (un escritor de novela negra que es llamado a resolver un enigma, un caso en su propia vida), levanta, con admirable oficio, un muy solvente y disfrutable artefacto literario. Abundan los guiños, en ocasiones irónicos y llenos de bonhomía, hacia los autores clásicos del género como Simenon, principalmente, Chandler o Agatha Christie. Del autor belga, en concreto, la concreción de las escenas y la vida espiritual que otorga los objetos a través del registro de una prosa economizada al máximo y puesta al servicio del avance de la trama, así como de Chandler la tensión e ironía en diálogos cortantes que revelan en su laconismo las luchas interiores y el desconcierto que aquejan a los personajes. De la gran dama británica del thriller policial, cierta atmósfera de decorado teatral, de ópera bufa donde se ventilan asuntos y silencios verdaderamente importantes para el ser y el estar de una estirpe.

"Como sucede en alguna de las novelas de Christie, la mansión donde se desenvuelve y desenrolla el drama, tiene presencia y personalidad propias"

No faltan en la novela personajes secundarios que, en su dibujo grueso y cargado de humanidad, aportan el consabido color local a una novela de género que a la vez es una novela realista y una novela familiar. Así, tenemos a un sacerdote rubicundo y de brazos hercúleos que está en el secreto, pero que por lealtad a las prerrogativas de su ministerio, no puede hacer otra cosa que acompañar al protagonista en el progresivo encaje de las piezas del rompecabezas. Regina, muchacha desarraigada, de brillo ambiguo, profesora de filosofía y que, tras ser presuntamente abandonada al nacer a las puertas de un convento carmelita, fue adoptada por las Pínaga, la tía Flora y la madre del protagonista, al poco de ser enviado este al exilio londinense. La tenaz y metódica investigación de Urko Pínaga desvelará al lector cuánto hay de verdad y cuánto de relato inventado en todo ello.

"Urko Pínaga decide regresar del largo exilio londinense e instalarse en Guetxo. En unas horas, las excavadoras, por mandato municipal, comenzarán a demoler el viejo caserón familiar"

Como sucede en alguna de las novelas de Christie, la mansión donde se desenvuelve y desenrolla el drama, tiene presencia y personalidad propias. En el piso de arriba, tía Flora alzó una suerte de santuario de tintes sombríos a la memoria de ¿una presencia? ¿un ser real?, defendiéndolo, con ferocidad de vestal, de la intrusión de propios y extraños. Será Pínaga quien, acudiendo a la llamada terminal de su tía, obedeciendo al mandato de la sangre y cumpliendo los preceptos de la anagnórisis, el reconocimiento de la tragedia clásica, se hará cargo de todo un pasado polvoriento, ensabanado, que cobrará vida ante su mirada cada vez más comprometida y menos escéptica.

Una vez hallada la paz, en un último gesto existencial que lo emparenta esta vez con el Dr. Rieux, ese tan humano héroe que dibujara Albert Camus en La peste, Urko decidirá no perturbar el frágil equilibrio de Regina con la revelación de hechos que alterarían, sustancialmente, el relato que la joven se ha construido para sobrevivir. ¿Hace bien, hace mal el protagonista?

Urko Pínaga decide regresar del largo exilio londinense e instalarse en Guetxo. En unas horas, las excavadoras, por mandato municipal, comenzarán a demoler el viejo caserón familiar.

«¿Volver? Vuelva el que tenga, / Tras largos años, tras un largo viaje, / Cansancio del camino y la codicia / De su tierra, su casa, sus amigos […]», dejó escrito Luis Cernuda desde un exilio del que no regresó.

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Autor: Ramiro Pinilla. Título: El hombre de la guerra. Editorial: Tusquets. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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