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Las penas del calor, las penas del amor

Las penas del calor, las penas del amor

La primera novela de la escritora catalana Alba Dedeu es una reflexión sobre la vida en pareja, sobre la aceptación de la rutina y sobre la pérdida de las esperanzas. Una ficción cargada de realidad a cuya autora conviene seguir la pista.

En este making of, Alba Dedeu relata el origen de La conformista (Sexto Piso).

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Era el verano de 2019 y estaba traduciendo un libro, un poco donde podía, casi siempre fuera de casa, donde más fuerte tuvieran el aire acondicionado: sobre todo, en bibliotecas públicas y cafés más o menos tranquilos. Era un buen libro, y como siempre que traduzco un libro bueno pero con un estilo y una sensibilidad muy distintos a los míos, acabada la jornada de trabajo, durante las «horas de descompresión» nocturnas paseando por Barcelona, repasaba las escenas traducidas y a menudo me decía: sí, esto está muy bien, pero yo lo habría planteado de otra forma, y esto otro, también. En la obra se hacían una serie de reflexiones sobre las frustraciones y los altibajos del amor, los celos, la lealtad; se presentaba un punto de vista y una manera de ver esos temas a través de las vivencias de los personajes, y me dije que también mi punto de vista respecto a todo eso era distinto. Y mientras rondaba por las calles con otros noctámbulos, entre los corredores o los paseadores de perros que aprovechaban el fresco de esa hora, intentaba formular el punto de vista alternativo, que no acababa de dejarse definir; porque una cosa es saber que no estás de acuerdo con una idea, y la otra, saber expresar la propia idea de forma articulada y precisa.

"Si ya cuesta a veces no matar al prójimo en un piso sin aire acondicionado cuando la temperatura no baja de 35 y todo el mundo parece estar de vacaciones menos tú, ¿cómo lo hace esta pareja aquí dentro, y cuando salen agotados de aquí y llegan a casa?"

Como todas las ideas que se me resisten, tanto en abstracto como al intentar llevarlas a la práctica, concluí que si alguna vez llegaba a aclarar ese punto, sería trasladándolo yo también al plano de la ficción. Sin embargo, la cosa hubiera podido quedarse ahí, en el baúl mental de las «posibles ideas para historias», como tantas otras, si no hubiera tenido una de esas ocurrencias inesperadas unos cuantos días después. En plena canícula de agosto, haciendo cola para comprar un pollo al ast, vi allí delante al hombre y a la mujer de dentro. Atendían a los clientes tan rápido como podían, rojos por el calor de los asadores, pero pálidos de no haber pisado todavía ninguna playa; se les veía serios y un poco cansados, pero eficientes y concentrados en lo que hacían, en economizar gestos y palabras para ahorrar toda la energía y el tiempo posibles. Y, a la vez, a pesar de aquella economía o quizá precisamente por eso, por ese silencio que sugería intimidad, pensé que no solo trabajaban juntos, sino que también vivían juntos.

"La novela empieza así: El olor a pollo. Romántico, ¿verdad? Jamás en la vida hubiera dicho que una novela mía, ¡mi primera novela!, empezaría así"

Como siempre que puedo observar a otros haciendo su trabajo sin que me vean, me quedé un poco ensimismada. Hasta que, entre los muchos pensamientos que se me pasaron por la cabeza mientras esperaba mi turno, apareció este: si ya cuesta a veces no matar al prójimo en un piso sin aire acondicionado cuando la temperatura no baja de 35 y todo el mundo parece estar de vacaciones menos tú, ¿cómo lo hace esta pareja aquí dentro, y cuando salen agotados de aquí y llegan a casa? Más tarde a lo largo de ese día, las reflexiones en torno a esa pregunta entraron en contacto con las otras, las del punto de vista no concretado sobre las penas del amor, y a partir de ahí, casi sin darme cuenta, una parte de mi imaginación empezó a armar un relato: el de una pareja que se dedica a vender pollos al ast para ganarse la vida, contado por ella, pero siguiéndolos de cerca a ambos mientras pasan de las ilusiones de la juventud a los azares menos idílicos de la madurez.

La novela empieza así: «El olor a pollo». Romántico, ¿verdad? Jamás en la vida hubiera dicho que una novela mía, ¡mi primera novela!, empezaría así. Pero resulta que de las frases más ásperas y de los lugares más insospechados pueden arrancar buenas historias, y eso es lo que espero haber conseguido con La conformista.

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Autora: Alba Dedeu. Título: La conformista. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todos tus libros.

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