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Las razones de Silvia

“Todo puede ser verdad. Lo que ella percibe. Lo que perciben los demás. ¿Cómo saber cuál es la versión correcta? Verdad es todo, ¿pero qué es real?”.

Esa es la pregunta que se hace la periodista argentina Leila Guerriero: de todo lo que cuenta la protagonista de La llamada (Anagrama), ¿qué es real?

Esta son los hechos: Silvia Labayru, hija y nieta de militares, era montonera. Los montoneros fueron un grupo político de izquierdas surgido en los años 70 que se militarizó y pasó a la clandestinidad para luchar contra la dictadura militar argentina. Silvia fue secuestrada por el aparato represor del Estado a los 20 años. Estaba embarazada, dio a luz en el campo de concentración de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) y permaneció allí año y medio. La torturaron y la violaron. Después, por razones misteriosas, la liberaron. En la ESMA fueron torturadas y asesinadas unas cinco mil personas. Hubo menos de 200 supervivientes.

Esto es lo que se cuenta en este libro: ¿qué pasó antes de la ESMA? ¿Qué pasó después? Y sobre todo, ¿qué pasó durante?

Y sobre todo, ¿por qué Silvia sobrevivió?

Y sobre todo, ¿quién es Silvia Laybaru?

"Este es el resultado: más de 400 páginas en torno a una mujer de belleza felina sobre la que es difícil desvelar su misterio"

Esto es lo que averigua Leila Guerriero: detrás de Silvia y del sufrimiento de Silvia hay una historia de amor, un amor que atraviesa décadas, océanos, gobiernos, exilios, matrimonios fallidos, muertos, hijos, cartas que nunca se leyeron, telegramas que no se entregaron, llamadas que no se respondieron.

Este es el método de Leila Guerriero: preguntar, preguntar y volver a preguntar. A Silvia, a sus ex, a sus hijos, a sus amigas, a compañeros encerrados con ella en la ESMA, a los que no se fían de ella, a los que la aman, a cualquiera que la haya conocido, preguntar y visitar, visitar esta casa, aquella, visitar la ESMA, una, dos, tres vece, aquí parí, aquí me torturaban, a esto, al sótano de las torturas, le llamaban ‘La avenida de la felicidad’.

"Cuando la liberaron buscó una nueva vida en España como muchos otros compañeros. Pero el exilio argentino le dio la espalda porque creía que la única respuesta posible a su pregunta era, sí, la traición"

Este es el resultado: más de 400 páginas en torno a una mujer de belleza felina sobre la que es difícil desvelar su misterio. Esa mujer es media Argentina, es la historia de los últimos 50 años de Argentina. Esa mujer que vivió en España más de 30 años, casada con un español y con un hijo español y con un negocio español, sigue siendo media Argentina. La pregunta que late en todo el libro es: ¿por qué no la mataron en la ESMA? ¿Cómo logró sobrevivir?

La respuesta que se dan muchos ex montoneros es: nos traicionó, traicionó a alguien para poder salir. No se sale indemne de la ESMA.

No, no se sale indemne. Cuando la liberaron buscó una nueva vida en España como muchos otros compañeros. Pero el exilio argentino le dio la espalda porque creía que la única respuesta posible a su pregunta era, sí, la traición.

"Su entrevistada le cae bien, pero no sabe por qué, no está segura, y quiere demostrarle al lector por qué, por qué le cae bien, por qué tiene esa intuición"

Guerriero se propone desmontar (o no) esa teoría. Es exhaustiva, exhaustivísima en su investigación de más de dos años. Hurga en sus entrevistados. Va y vuelve, con una agilidad pasmosa, del presente al pasado, de Madrid a Buenos Aires, de una casa a otra casa, hay saltos en el tiempo, en los escenarios, la acción jamás se detiene, avanza, retrocede, revisita un tema, convierte una conversación intrascendente en una gran revelación.

Guerriero, un personaje más de su libro, se coloca en el mismo nivel que su entrevistada. Su entrevistada le cae bien, pero no sabe por qué, no está segura, y quiere demostrarle al lector por qué, por qué le cae bien, por qué tiene esa intuición. Así que es dura, es dura con Silvia, es dura con la información.

Y la ves, la dureza: “Se queda mirando la taza en silencio. Empujo un poco más”.

Y luego: “Entonces llegamos al punto”.

Y luego: “Ahí está. Veo, claramente, que podría ponerse a llorar”.

Y luego: “Yo podría ofrecer una frase de consuelo, una salida de emergencia, una llave: ayudarla a salir de esa zona. Pero no voy a hacerlo. No estoy aquí para eso. Así que la miro en silencio y espero”.

"El humor de Guerriero no es muy habitual en sus textos o, más bien, no es fácil de encontrar, está ahí, pero tienes que tener sintonía, tienes que tener la misma onda de humor"

Pero también es delicada. Cómo se habla de las torturas, cómo se habla de las violaciones. Leila dice: “Le pregunto más fácilmente por la tortura que por la violación. Porque la escena de la tortura es sagrada: en ella solo hay sufrimiento”.

Y luego dice: “Quedamos en un bar (…). En ese bar le pregunto barbaridades”.

Porque antes ha dicho: “(…) no hay muchos [sitios] en los que pueda preguntar las cosas que empiezo a preguntarle (…), por otra parte, si voy a hacerle daño da igual el sitio en el que se lo haga”.

¿Le hace daño? Quizá. Pero Silvia sigue, aguanta. Es fuerte, es valiente.

Hay dolor, hay rencor, hay humor. El humor de Guerriero no es muy habitual en sus textos o, más bien, no es fácil de encontrar, está ahí, pero tienes que tener sintonía, tienes que tener la misma onda de humor. En este libro te encuentras páginas divertidísimas en torno a los despistes de Silvia, cuando pierde las llaves, cuando no le arranca el coche en medio del patio de la ESMA, toca este botón, mueve esta palanca, abre la puerta, y Guerriero se convierte en un personaje cómico más. Es una comedia de situación en la que suceden cosas absurdas con dos personajes, Silvia y Leila.

"En este, como en los otros perfiles-río o perfiles-libro de Guerriero, cuando llega el final no quieres salir de ahí, de Silvia, de Silvia-Leila"

Hay lugares de Buenos Aires, claro, pero también hay lugares de Madrid, el Hotel Puerta de América, El Viso, Torres Blancas, la Taberna La Ardosa, el Real Madrid. Hay nombres conocidos, Barbara Lennie, la actriz, hija del primer marido de Silvia. La historia de los Lennie, que también pasaron por la ESMA. Los dueños de Capas Seseña, la tienda mítica en el centro de Madrid. Fiestas en Marbella en las que Silvia se cruzaba con Lola Flores. La Transición, Carrillo. Pero en realidad eso es lo de menos, lo que importa es que Silvia sobrevivió y lo que importa es el amor, la historia de amor. Lo que importa es cuando Hugo, su pareja, dice: “Casi me muero de amor”.

En este, como en los otros perfiles-río o perfiles-libro de Guerriero, cuando llega el final no quieres salir de ahí, de Silvia, de Silvia-Leila. Silvia es nuestra. Silvia es un misterio. Silvia es un bosque, una ciudad entera, un país entero. Y Leila es la contadora de su historia, está ahí para narrarla, para revivirla. Con las palabras precisas. Con la belleza exacta. Ay, queremos tanto a Leila.

“Son las dos de la tarde. No hay una forma perfecta de ejecutar los finales”.

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Autora: Leila Guerrero. Título: La llamada. Un retrato. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.

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