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Lepisma y el narrador omnisciente

Lepisma y el narrador omnisciente

A veces pienso que me gustaría disponer de un narrador omnisciente en mi vida, pero no omnisciente a posteriori, tal y como es mi madre viendo una película, que las retransmite en directo…

Ay, qué horror, la ha matado en la ducha.

—Sí, mamá, lo acabo de ver.

…sino una voz interior que, sabedora de todo lo que aconteciera, pudiera guiarme. Que sí, que ya sé que entonces la existencia sería muy aburrida, pero es lo que en estos momentos necesito. Porque me han dado de alta en el psiquiátrico donde me ingresaron por afirmar que era amigo de Lepisma Saccharina, un locuaz insecto que habitaba en mi biblioteca…y ahora no sé qué hacer: me asusta el mundo, y yo, cuando explico dónde estuve, también asusto al mundo.

Si alguien hubiera leído los escritos que mi psiquiatra me hacía escribir cada semana, sabría que en el último de ellos (Lepisma y la segunda acepción de la mitomanía) reflejaba una epifanía que me hizo descubrir que mi no psiquiatra se llamaba John Seward, sino Oriol Tovar, y que el nombre de la institución en el que me hallaba no era Carfax.

Quizás algún día os revele su auténtica denominación, pero aún no estoy preparado

Eso, unido al hecho de que la pandemia del coronavirus multiplicara los trastornos de salud mental, hizo que se me considerara curado y, para dejar libre un cuarto, se abrieran para mí las puertas del manicomio de San Humbértigo.

Vaya, sólo habéis tardado un párrafo en descubrir su nombre.

Antes de partir se celebró una fiesta en mi honor a la que no fui invitado, y se me retrató en un daguerrotipo que, además de en Instagram, ahora debe colgar en las paredes de ese vetusto edificio que se asoma al mar desde el borde de un acantilado. No en vano, para una institución que se jactaba de no dar el alta a ningún paciente desde su inauguración en 1518, mi marcha era un evento muy importante.

Sew… digo, Tovar me ha prescrito continuar con la rutina semanal de dibujar unas viñetas alusivas a quien él considera mi amigo imaginario, Lepisma Saccharina, y un texto en el que hable de mis pensamientos, recuerdos y vivencias, así que aquí estoy, diciéndole cómo me gustaría disponer de un narrador omnisciente. Sé que es una tontería, que la vida es una narración en primera persona…

…y quizás por eso la mía parece un cuento de Edgar Allan Poe.

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