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Libros clásicos sobre libros (I): Cuentos de bibliófilo, por Ramón Miquel y Planas

Libros clásicos sobre libros (I): Cuentos de bibliófilo, por Ramón Miquel y Planas

Iniciamos una nueva selección de libros sobre libros con títulos clásicos publicados en los dos últimos siglos a los que nadie con vocación de lector puede ofrecer resistencia. Esta nueva serie que tiene como eje el fervor hacia el libro y su universo es un paso más para conocer los trabajos imprescindibles de esta temática, un vicio particular dentro del vicio general de la lectura. Parafraseando a mi admirado Luis Alberto de Cuenca en su poema Sombras de bibliofilia, rescataremos libros sobre libros de las estanterías del olvido. ¿No manifiestan las obras literarias su capacidad de multiplicarse en tantas voces como lectores tengan sus páginas?

No los encontrarán, por cierto, en las librerías de novedades. Si quieren acceder a ellos tendrán que consultarlos en las bibliotecas que los tengan o comprarlos en librerías de viejo, anticuarias, casas de subastas o internet a precios no siempre accesibles para todos los bolsillos. Ya se sabe que un libro —como casi todo en la vida— vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por él.

La saga de libros actuales sobre libros —ya vamos por nueve entregas— continúa en Zenda como hasta ahora con dos selecciones por año: una en primavera y otra en otoño. No se preocupen que no la abandonaremos porque ambas son compatibles entre sí.

"Siento que tras su relectura me hundo en un abrumador sentimiento de principiante. ¿Qué editor (inteligente) será el primero en reeditar este extenso proemio?"

En este primer artículo vamos a profundizar en una obra fundamental: Cuentos de bibliófilo, en edición de Ramón Miquel y Planas, con cincuenta láminas de tema bibliófilo hechas ex profeso y estampadas por medio de los más nobles procedimientos de la reproducción gráfica, editada en magnífico papel de hilo por el Instituto Catalán de las Artes del Libro en 1951 y del que sólo se hicieron 700 ejemplares numerados. Sus medidas son 24 x 17,5 centímetros y sus 350 páginas están todas orladas. El resultado deslumbra, se lo aseguro.

El libro contiene relatos de nueve autores franceses (Charles Nodier, El bibliómano y Franciscus Columna; Gustave Flaubert, El librero asesino; Alfred Bonnardot, Espejo de bibliófilos; Charles Asselineau, El infierno del bibliófilo; Alphonse Daudet, El último libro; Octave Uzanne, La herencia del bibliófilo; Jérôme Doucet, El hada biblina; Pierre Louÿs, La estampa de Santa Teresa; y Pierre Mille, Las dedicatorias) y seis españoles (Luis Taboada, El desengaño de un libro; Conde de las Navas, El incunable; Azorín, La feria de los libros; Diego San José, Un autógrafo curioso; Pérez Nieva, ¡Las vale!; y los Álvarez Quintero, Un pregón sevillano), precedidos por un prólogo de Ramón Miquel y Planas (1874-1950) de más de cien páginas que constituye una de las mejores introducciones a la bibliofilia que conozco. Siento que tras su relectura me hundo en un abrumador sentimiento de principiante. ¿Qué editor (inteligente) será el primero en reeditar este extenso proemio?

Las cincuenta láminas fuera de texto de Cuentos de bibliófilo son las siguientes: una ilustración de una alegoría de la bibliofilia grabada en cobre por José Torné sobre una composición de J. Triadó (frontispicio); tres composiciones de M. Urgellés grabadas en cobre por él mismo; ocho composiciones de Triadó impresas a ocho tintas; cinco litografías originales de Cardunets tiradas a dos tintas; ocho aguafuertes, composición y grabado de Colom; cuatro composiciones de J. Pey estampadas en colografía; dos originales de d’Ivori grabadas por él mismo en madera a dos tonos; cuatro originales de Apa grabados en madera; tres originales de Junceda estampados en litografía a nueve tintas; dos originales de Longoria en colografía; dos xilografías en tres tonos originales y grabadas por A. Ollé; un original de J. Ros a un color; un original de Buyreu y otro de Mora a dos colores; dos xilografías de Gelabert a dos tintas; una fototipia original de Bocque y dos de Carlos Becquer en lito-offset a un color. Algunos vendedores piratas ofrecen el ejemplar sin estas arrebatadoras obras de arte. ¡Cuidado!

"El cuidado por lo bien hecho es siempre un acierto.Curiosamente murió sin ver terminada la magnífica edición de Cuentos de bibliófilo."

El secreto de la perfección física de los libros del editor Miquel y Planas, que desarrolló su labor en la primera mitad del siglo XX, se debe al hecho de haber vigilado en todo momento, etapa tras etapa, palabra a palabra, la elaboración de sus volúmenes. El cuidado por lo bien hecho es siempre un acierto. Él opinaba así: “Dado un buen libro, sea la más correcta de sus versiones la que se imprima en el mejor papel y con la más perfecta tipografía; añádanse, si hay lugar para ello, las ilustraciones de un artista capaz, interpretadas en arte noble de grabado; encuadérnese dignamente el todo”. Curiosamente murió sin ver terminada la magnífica edición de Cuentos de bibliófilo.

Este trabajo tiene su precedente en la edición catalana de 1924 publicada por el Institut Català de les Arts del Llibre con motivo del 25 aniversario de su fundación: Contes de bibliòfil. Hay algunas diferencias respecto a la versión en español que salió veintisiete años después, pues no aparecen los seis cuentos escritos en español (Taboada, Conde de las Navas, Azorín, Diego San José, Pérez Nieva y Álvarez Quintero) y en su lugar hay relatos de tres escritores catalanes: Miquel del Sants Oliver, Raimon Casellas y Joan Pons Massaveu. De esta edición en catalán solo se tiraron 350 ejemplares numerados.

"Cada vez que me sumerjo entre sus páginas encuentro una felicidad rayana en el éxtasis. A pesar de vivir en la antesala del infierno."

Ahora que hace un calor pegajoso y hasta la tarea de respirar se torna fastidiosa, me pienso encerrar en mi biblioteca para seguir releyendo mi ejemplar 174 en rústica de Cuentos de bibliófilo, una joya por dentro y por fuera que todavía no puedo leer sin sentir la garganta atenazada por la emoción. De hecho, cada vez que me sumerjo entre sus páginas encuentro una felicidad rayana en el éxtasis. A pesar de vivir en la antesala del infierno.

 

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