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Línea de fuego, de Pérez-Reverte, marcha hacia el frente de las series: «Si sale bien, será una hazaña»

Línea de fuego, de Pérez-Reverte, marcha hacia el frente de las series: «Si sale bien, será una hazaña»

Artículo de Federico Marín Bellón publicado en ABC

Antes incluso de ver su última novela publicada, Arturo Pérez-Reverte ya había recibido ofertas para llevar a la pantalla Línea de fuego. Después de sopesar las opciones, se decantó por la de Boomerang TV, que prepara la traducción en imágenes de los diez días de combate que narra el libro, en un episodio ficticio de la muy real y durísima batalla del Ebro. «Me pareció la propuesta más seria», explica el autor, quien pese a todo se aseguró de incluir una cláusula en el contrato que obliga a la productora a destinar cierta cantidad de dinero en el presupuesto de cada capítulo.

Aparte de que la producción haga justicia a la historia, a Pérez-Reverte le preocupa sobre todo que se respete una característica esencial de su novela: «No busco la equidistancia, sino la ecuanimidad. Es una historia de combatientes, no de retaguardia, de seres humanos en combate, no de políticos ni horrores o cunetas. Espero que la serie mantenga ese espíritu».

Su empeño es que no se pervierta una historia «sin buenos ni malos, porque en el frente no los hay». «Mi esperanza», insiste, «es que el guionista y el director entiendan que un ser humano en el frente es un ser humano y lo que cuenta es el dolor. Por eso en el libro no hay una sola escena de retaguardia. Es algo que procuré cuidadosamente. Las novelas sobre la Guerra Civil están casi todas escritas desde un lado u otro y yo quiero que cuando el lector lleve 50 páginas, no le importe si el personaje que aparece pertenece al bando nacional o al republicano. En la serie espero lo mismo, que a los cinco o diez minutos del primer capítulo al espectador ya no le importe si el personaje es nacional o republicano».

"Antonio Onetti (La catedral del mar, El lobo) trabaja en la escritura de guiones de la miniserie, pensada para desarrollarse en ocho capítulos de 45 minutos"

Esa falta de ecuanimidad de tantos títulos es la que achaca a muchos corresponsales extranjeros que narraron la guerra española. «Sin duda, pusieron de moda España en el mundo, incluso después de la guerra. Estudié todo lo publicado y observo en ellos que una buena parte tomaban partido ideológico. Un caso clarísimo es el de Hemingway y Dos Passos. El primero decía que había que ocultar las atrocidades del bando republicano y Dos Passos sí era partidario de mostrarlas. Hemingway era un escritor magnífico, pero no honrado».

Ex corresponsal que ha vivido ocho guerras civiles, Pérez-Reverte sabe por experiencia que «el ser humano es bueno y malo al mismo tiempo». «Puede hacer una atrocidad por la mañana y un acto heroico por la tarde, o al revés. La misma persona es capaz de sentir piedad y crueldad. Lo que yo cuento es honradamente real», insiste.

Tedy Villalba, productor ejecutivo de Boomerang TV, corrobora que «para hacer esta adaptación hay que destinar una inversión importante». «No hay otra forma de retratar la guerra, que la novela cuenta en primera línea. Venimos de hacer La templanza, de María Dueñas, y es el mismo planteamiento. Son series de otra dimensión». Su productora, añade, tiene gran experiencia en adaptaciones literarias importantes, como El tiempo entre costuras, también de Dueñas, e Inés del alma mía, de Isabel Allende.

Antonio Onetti (La catedral del mar, El lobo) trabaja ahora mismo en la escritura de guiones de la miniserie, pensada para desarrollarse en ocho capítulos de 45 minutos, aunque la fase de desarrollo es aún temprana y el planteamiento no es rígido, sobre todo si la plataforma o los socios que surjan por el camino tienen interés en que sea algún episodio menos. Villalba no cree que sea bueno dedicarle más de ocho, sin embargo, para que el espectador «no se sienta secuestrado». «Cuando son pocos, los pueden ver en un fin de semana y lo aceptan. Si son más de ocho, mucha gente lo deja para el siguiente puente o las vacaciones y tienen menos éxito», explica. De Onetti destaca que es un «guionista de cine y televisión importante, además de dramaturgo y director de escena, que escribe muy fino».

Cuenta Pérez-Reverte, uno de nuestros escritores más adaptados, que después de ver tantas películas y series nacidas de sus textos ha aprendido que «el autor debe mantenerse saludablemente lejos». «Es la visión de otros, a veces estupenda, pero que no siempre coincide con la tuya. Implicarte demasiado casi nunca trae consecuencias agradables». Eso no significa que se desentienda del proyecto: «Colaboro todo lo que puedo. Si no me preguntan, no digo nada, no soy un escritor pelmazo, pero hago siempre una visita de cortesía en el rodaje, saludo y desaparezco. Y si me piden colaboración, la tienen».

Tedy Villalba ya sabe lo que es trabajar con Pérez-Reverte, ya que participó en las adaptaciones de El maestro de esgrima (Pedro Olea, 1992) y La tabla de Flandes (Jim McBride, 1994). «Es el autor del que más adaptaciones han hecho de sus novelas. No es que esté acostumbrado, vive con ello. Cuando escribe, sabe que el final será una serie o una película. Es un lujo trabajar con él y muy fácil. Colabora y participa, pero siempre apoyando, no censurando. Quiero que lea los guiones porque sumará y hay detalles que se nos pueden escapar en una novela tan rica».

"Pérez-Reverte: Cuando vi La tabla de Flandes le dije al productor, amigo mío, que cuando viera al director le iba a partir las piernas"

El padre de Alatriste, por su parte, suele reservarse el derecho de aprobar a los actores, pero en una historia tan colectiva, con tantos personajes, confía en los productores. Y eso que alguna vez no ha acabado demasiado satisfecho con los resultados y muchos caen en la trampa de su estilo falsamente cinematográfico. Sin ir más lejos, cree que Jim McBride lo hizo, e incluso Enrique Urbizu en la serie Alatriste. «Es normal. Entiendo que ocurra y por eso no me desilusiono si sale mal. Apoyo siempre las adaptaciones y no hablo mal mientras se juegan su suerte. Otra cosa es lo que pueda decir con el tiempo».

En todo caso, asegura que ya no sufre. «Son muchos años y uno se curte en todo. Uno ya no sufre ni por España. Al principio, me lo tomaba más a pecho. Cuando vi La tabla de Flandes le dije al productor, amigo mío, que cuando viera al director le iba a partir las piernas. McBride no entendió nada. Pero soy un profesional. Esto no son actos pasionales, sino profesionales».

Su ideal de serie bélica es Hermanos de sangre (Band of Brothers), monumento ambientado en la Segunda Guerra Mundial que cumple en septiembre veinte años. «Cuando uno ha visto esa serie de guerra, ¿cómo te atreves a hacer otra cosa? O intentas emularlo e inspirarte en su manera de narrar o no lo hagas. Por eso puse la cláusula en el contrato, para que al menos pongan los medios económicos». «Series cutres ya tenemos muchas», añade Pérez-Reverte, a quien gustó de Boomerang que fueron «muy entusiastas y dispuestos a meterse en un proyecto serio».

En su historia, por otra parte, hay muchos más personajes femeninos, y más relevantes, de los que suelen verse en el género bélico. Tedy Villalba desvela que, aunque es un relato coral, la principal protagonista será un mujer, Patricia Monzón, joven que forma parte de la unidad de transmisiones.

«Las mujeres llevadas al cine y la televisión en España no han sido muy afortunadas», opina Pérez-Reverte. «Desde mi punto de vista, han sido estereotipos, a menudo folclóricos, que poco tienen que ver con la seriedad de las mujeres que estuvieron implicadas en la guerra. Por eso puse mucho cuidado y espero que lo pongan en la serie. Es muy difícil, porque la guerra es suciedad, hambre, frío, piojos, miedo, fatiga… Es un mundo gris y peligroso y eso es muy difícil. Por eso Band of Brothers es tan de verdad, el patrón a seguir».

"Pérez-Reverte: La ficción es como la nitroglicerina. Hay que manejarla con mucho cuidado, porque si te descuidas te estalla en cara"

¿Saldrá bien esta adaptación? «Espero y confío que la serie respete todo eso. Si me dicen un solo discurso político, me decepcionarán. A ver cómo lo hacen. Tengo curiosidad. Si sale bien, será una hazaña, un desafío técnico e ideológico en la España actual».

Otra característica esencial de Línea de fuego es que los nombres propios son ficticios, mientras que los hechos son reales. ¿Buscaba el autor la combinación perfecta para contar una historia así? «Por eso la adopté», admite Arturo Pérez-Reverte, «pero la ficción es como la nitroglicerina. Hay que manejarla con mucho cuidado, porque si te descuidas te estalla en cara. Tiene sus reglas, canónicas, y si las vulneras se estropea».

«No es fácil escribir buena ficción, seria y documentada», prosigue. «El novelista puede darle ese factor humano, que hace que el lector penetre. Pasa de ser espectador a protagonista. Tampoco pretende engañar. A veces, la buena novela histórica llega donde el historiador no alcanza, por incapacidad o porque el rigor marca unos límites. Una buena novela histórica logra que el lector, estimulado, vaya después a los textos históricos. Por eso no entiendo a los historiadores que desprecian a los novelistas históricos. Cuidado, porque os están dando clientela. Merecen un respeto».

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