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Los diez perritos de Mallorquí y De Penagos: Perfecto álbum

Los diez perritos de Mallorquí y De Penagos: Perfecto álbum

La lectura de un libro como Los 10 perritos ofrece una oportunidad muy valiosa de comprender la verdadera naturaleza estética del género de los álbumes infantiles (libro-álbum, álbum ilustrado, etc.). Análisis de detalle han reflexionado sobre el origen y características de este tipo de obras, pero una toma de distancia mayor permite, a cambio de renunciar a la precisión, una forma de mirada más sintética y nos brinda las claves para dibujar un mapa de la imaginación infantil, previa al ingreso en lo novelesco que caracterizará a la adolescencia.

En ese mundo previo a la irrupción de la novela que prima en la infancia, los lenguajes universales del niño son el dibujo y la música, la poesía. El dibujo simplifica los procesos de comprensión y acompasa los niveles de entrada y de salida: el niño ve y dibuja simultáneamente desde temprano. El dibujo es la lengua natal de la imaginación infantil. En cuanto a la música, su lenguaje, como el dibujo, es preverbal, y por tanto universal e inmediato.

"De ahí que el libro-álbum sea el lugar de encuentro óptimo de ambos lenguajes, el lugar donde la ilustración y la oralidad esencial de la primera poesía se reúnen"

A partir de ese momento irrumpe la poesía, que con su concepción rítmica y su capacidad para focalizar las palabras y los conceptos (retahílas, adivinanzas, trabalenguas, nanas…) crea una lengua para el niño (los poetas son los forjadores del lenguaje de un colectivo, de ahí su papel relevante en el nacimiento de las naciones y en el aprendizaje de la lengua de un individuo). La poesía, en un sentido amplio (primero como parte de la canción, luego como embrión de lo narrativo, auxiliada por el dibujo —romances, pequeños cuentos…—) es la lengua de la infancia (la poesía es ritmo y memoria, algo perfecto para el aprendizaje fundacional). De ahí que el libro-álbum sea el lugar de encuentro óptimo de ambos lenguajes, el lugar donde la ilustración y la oralidad esencial de la primera poesía se reúnen (la relación que se establece entre el niño prelector y el bardo adulto reside en la interpretación del texto).

Tiende a estudiarse la esencia del libro-álbum desde la perspectiva textual (la relación del dibujo con la palabra escrita), pero esta otra mirada permite comprenderlo como un peldaño previo (y lógico, desde una perspectiva de la gran evolución humana e individual) al ingreso al mundo verdaderamente textual, “escrito”, que es el del ingreso en lo novelístico, género cultural adulto que reabsorbe y mezcla los escalones (orales, ilustrados, cuentísticos…) previos. El paso a la novela es el paso a una sociedad letrada y prosaica, el ingreso a un mundo más complejo donde la imaginación necesita nuevos procesos, más allá de la simplificación y la memoria. La novela lo engullirá todo, borrará durante algunos años al niño, de la misma forma que el lector de los tiempos modernos empezó a dejar de leer poesía, con la excepción de aquellos muy interesados en el conjunto de la imaginación humana (toda la literatura, todos los valores).

"José Mallorquí readapta la canción para ajustarla a un patrón escrito y, sobre ella, Rafael de Penagos construye unos dibujos de brillantes colores, trazo preciso e ingenio cómico"

Dicho esto, si volvemos al libro escrito (“versionado”, mejor) por José Mallorquí e ilustrado con magisterio por Rafael de Penagos, encontraremos muchos de los elementos que acabamos de mencionar. Este librito, editado por primera vez en 1943 y rescatado del olvido recientemente, parte de una canción popular de origen anglosajón que, tras difusión internacional —y en variantes, algo característico de la lírica oral— a lo largo del la primera mitad del siglo XX, acabó desembocando en el mundo infantil, como retahíla que permitía al niño el aprendizaje de los números y las restas (“Yo tenía diez perritos, de esos que ladran y muerden, no me quedan no me quedan más que nueve…”). Como curiosidad, en sintonía con lo expuesto arriba, podemos recordar que una de las versiones más populares en Europa fue la conocida como “Los diez negritos”, que a la postre sirvió como título y estructura argumental para una célebre novela policiaca de Agatha Christie.

José Mallorquí readapta la canción para ajustarla a un patrón escrito y, sobre ella, Rafael de Penagos construye unos dibujos de brillantes colores, trazo preciso e ingenio cómico, que permiten seguir las andanzas de pérdida jocoseria de los perritos (el álbum surgido del encuentro de la poesía y el dibujo permite dotarlo de episodios divertidos y estremecedores para la imaginación infantil —tanto, que es preciso un final feliz para atenuarlos—). El resultado del encuentro es un perfecto libro-álbum, una posibilidad de aprender palabras, números y accidentes de la vida gracias al carácter imborrable de lo musical y lo dibujado.

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Autor: José Mallorquí. Ilustrador: Rafael de Penagos. Título: Los 10 perritos. Editorial: Media Vaca. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.

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