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Los viejos seductores siempre mienten, de Juan Bolea

Los viejos seductores siempre mienten, de Juan Bolea

Construida en su totalidad desde la incombustible imaginación y originalidad del autor andaluz aragonés, esta nueva novela policíaca de Juan Bolea viene a mitigar la fiebre sangrienta de las novelas negras escandinavas, donde la sangre fluye en cada página. Tras Los hermanos de la costa, Crímenes para una exposición, La melancolía de los hombres Pájaro, La mariposa de obsidiana, El oro de los jíbaros y El síndrome de Jerusalén, el autor vuelve a adentrarse en el género de la novela negra de la mano de la subinspectora Martina de Santo, una rediviva Petra Delicado y del detective Flo Falomir, un Carvalho montalbaniano de personalidad desordenada y cínico sentido del humor.

En Los viejos seductores siempre mienten, una de sus más brillantes entregas policíacas, Bolea carga con el peso de una carrera de fondo literaria ya consolidada, donde diluye magistralmente los límites entre la ficción y la realidad, y se consolida como un maestro de la novela noir española.

Falomir recibe a una anciana que se le duerme cuando le explica el problema a investigar y le entrega una misiva enigmática, en su agencia de las tres “efes”.

"El autor escenifica en esta novela los grandes peligros que amenazan a los figurantes de la trama, los mismos peligros que siempre han asediado al hombre"

A partir de ahí, la investigación se complicará cuando se relacionen en la trama personajes tan sorprendentes como una olvidada escritora de novela romántica, Matilde Montenegro, y la gran diva actual del género rosa —Rosal de Luna—, reina indiscutible del melodrama erótico nacional, que colisionarán en una trama fascinantes de egos, salpicados de misteriosos asesinatos.

Estos son los mimbres con los que Juan Bolea crea el excepcional cesto de una narración que atesora todas las claves para considerarla como una magnífica obra policíaca, mezclada con la sabia dosificación del suspense, el enigma, la seducción y la tragedia; es decir, los ingredientes imprescindibles del cocktail de una novela negra perfecta, donde Flo Falomir —un Marlowe que terminará embrujándonos a pesar de sus torpezas y ausencias— se convierte en el elemento estructurador del relato, ayudado —¡cómo no!— por la elegante y deductiva Martina de Santo, el gran personaje creado para la literatura española por Juan Bolea.

Por otra parte Los viejos seductores siempre mienten no cae en los recursos sensacionalistas del género, pues página a página nos enseña algo en relación con el ser humano caído en las redes del sexo, arrastrado a unas situaciones límite y a tensiones extremas.

El autor escenifica en esta novela los grandes peligros que amenazan a los figurantes de la trama, los mismos peligros que siempre han asediado al hombre.

Juan Bolea, dotado de gran capacidad de raciocinio y deducción, nos transporta a través de un laberinto de asesinatos inexplicables, pasiones, sexualidad y traiciones, llevadas a cabo por mujeres arrogantes y viejos seductores, a un verdadero placer para mentes inquisitivas y con un lenguaje ágil y periodístico.

A tal efecto, me viene a la memoria una escena en la película policíaca de Joseph L. Mankiewicz La huella en la que Andrew Wyke, exitoso escritor de novelas de misterio —interpretado por Laurence Olivier—, define el género en los siguientes términos: «La novela policíaca es la diversión habitual de las mentes nobles», frase justificada por el doble deleite del entretenimiento y el placer de resolver misterios, virtud ésta que se cumple con todos sus pronunciamientos en Los viejos seductores siempre mienten.

Descubrirá el lector a personajes ubicados en espectaculares situaciones límite, y a un Bolea cercano a las plumas exquisitas de Juan Benet, Eduardo Mendoza, Henning Mankell, Lorenzo Silva, Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Chandler, o James Ellroy, que se han distinguido, como él mismo, por la belleza de la palabra, sin abjurar de los principios inamovibles de la novela policíaca.

"Recomiendo sin ambages la lectura de este libro, porque con Los viejos seductores siempre mienten recuperamos el placer de resolver nuestro propio rompecabezas"

Son buenos tiempos para el género negro, porque el lector de la buena novela no tolera engaños; y, en otras palabras, porque a través del espectáculo del suspense más refinado, sublimamos nuestros instintos cohibidos, y así nuestro particular Mr. Hyde descansa tranquilo en su rincón del inconsciente.

Recomiendo sin ambages la lectura de este libro, porque con Los viejos seductores siempre mienten, recuperamos el placer de resolver nuestro propio rompecabezas, ese juego matemático de desvelar la incógnita máxima, la resolución del enigma de la vida misma y de nuestras pasiones más inconfesables, con momentos de una comicidad burlesca que fascina. Y cuando al lector le parece que no comparecería el personaje fetiche de Bolea —la inspectora Martina de Santo— ésta surge esplendorosa para goce de sus devotos y conclusión perfecta de la trama.

Los amantes de la literatura negra descubrirán los enigmas del pasado de sus personajes, que Juan Bolea ubica en espectaculares situaciones en nebulosos paisajes del Pirineo Aragonés.

Los propios crímenes están bañados de un aura de sofisticación ajena a todo tipo de violencia brutal, y el final, en un desenlace impensable y de clímax impetuoso, refuerza esa sensación de vértigo que el lector de novela policíaca debe sentir.

Pienso que gracias a autores como Juan Bolea el éxito de la actual novela policíaca ha alcanzado cotas sin precedentes en nuestro país, lo que hace de esta novela un título imprescindible del género. Léanlo y disfrutarán, pues el resultado es una entretenida y voraz novela que no deja de plantearnos cuestiones vitales.

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Autor: Juan Bolea. Título: Los viejos seductores siempre mienten. Editorial: Alrevés. Venta: Fnac

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