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Morir de repente

El escritor y crítico de arte Iván de la Nuez viajó a su país natal, Cuba, para arreglar los papeles de su recientemente fallecido padre. Cuando se acercó a la taquilla de los Servicios Necrológicos le entregaron un certificado de defunción en el que figuraba su propio nombre, no el de su progenitor. Iván de la Nuez había muerto y, sin embargo, seguía respirando. A partir de esta anécdota, ha construido un ensayo en el que reflexiona sobre el presente.

En este making of, Iván de la Nuez relata la circunstancia que le llevó a escribir Posmo (Consonni).

***

El origen de este libro se remonta a principios de 2015 en La Habana, donde recibí un documento para el que uno no suele estar preparado. Allí, y entonces, me fue entregada una tarjeta de defunción a mi nombre, expedida por los Servicios Necrológicos de la funeraria. Un hecho atribuido más tarde a un “desliz burocrático”.

Esta pifia sin importancia, que convertía el horror en error, me fue revelada en el sótano de un edificio al que había ido para dar de baja a mi padre, fallecido unos días antes, de la Libreta de Abastecimiento: la cartilla cubana de racionamiento alimentario que, por razones obvias, él ya no necesitaba.

"¿Cómo se puede salir de este país por el aeropuerto estando muerto, qué mente enferma es capaz de fraguar una broma así, cómo volver legalmente a la vida?"

A tal efecto, llevaba conmigo una tarjeta de cartón amarilla que me habían suministrado en la funeraria para acreditar su deceso y que yo, atribulado por gestiones mortuorias imaginables e inimaginables, ni siquiera me había detenido a leer. El caso es que, apenas entregarla, la funcionaria me avisó que mi trámite era misión imposible: “Mi vida, mi amor, ¿tú te has fijado bien quién es el muerto en este documento?”

Apaciguado por el “mi vida” y el “mi amor”, me detuve por primera vez en aquel papelucho. Ahí quedaba todo claro en su sepulcral secuencia. Nombre del fallecido: Iván Ernesto de la Nuez Carrillo. Fecha de Fallecimiento: 6/1/2015. Causas de la Defunción: -o-. Tomo: 34. Folio: 599.

El muerto era yo.

Después del shock inicial —¿cómo se puede salir de este país por el aeropuerto estando muerto, qué mente enferma es capaz de fraguar una broma así, cómo “volver” legalmente a la vida?—, envié varios SOS hasta que un amigo me llevó de vuelta a la funeraria y, paradójicamente, en ese almacén de muertes volví a la vida.

Enseguida me arreglaron los papeles bajo el burocrático estupor de otra funcionaria que, en desagravio, me permitió quedarme con mi pasaje equivocado al otro mundo.

¿Cuánta gente ustedes conocen que puedan jactarse de ir por ahí con la certificación oficial de su muerte en el bolsillo?

Al cabo de unos días, se me ocurrió que ese documento no era un mal pasaporte para atravesar la época posterior y salir de sus problemas lo más ileso posible. Una vez que estás muerto, ¿qué más te puede pasar?

"Escribí este libro como un mosaico de sketches de esa vida posterior que comenzó con aquel Certificado Necrológico"

Digamos que esta experiencia fantasmal no me pareció del todo funesta: hay filón en esto de escribir un libro “haciéndose el muerto”. En usar mi supervivencia de ultratumba para dar cuenta de gente cazando pokémons, museos regalando retretes dorados al inquilino de la Casa Blanca, Orson Welles o el senador Macarthy volviendo, como yo, del más allá. Anonadado por la compulsión de volver a ser normales o por el estiramiento sin límites de la infancia. O con un periodo impensable de encierro y enmascaramiento, la necesidad irrefrenable de autorretratarse, la conversión de la democracia en overbooking, el clickbait como medida de todas las cosas, las distintas mutaciones del colonialismo, la tozudez de los desechos, una pandemia seguida por una guerra que será continuada a su vez de quien sabe qué desastre.

En fin, con esos grandes horrores, y pequeños errores, que he encontrado tan delirantes como mi propio deceso.

Hoy veo un fantasma y lo reconozco al instante: es uno de los míos.

Así que, cada vez que alguien me dice “posmo”, por posmoderno, sonrío y mascullo que soy “posmo”, sí, pero por postmortem.

En esa circunstancia, escribí este libro como un mosaico de sketches de esa vida posterior que comenzó con aquel Certificado Necrológico. Estas estampas de ultratumba armadas desde la venganza que solo pueden urdir, en este mundo, los que ya están en el otro.

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Autor: Iván de la Nuez. Título: Posmo. Editorial: Consonni. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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