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Muerte, voluntad y resurrección

Muerte, voluntad y resurrección

Rubén Sánchez Trigos, uno de los grandes referentes del terror español, publica un thriller en el que una mujer descubre que puede devolver la vida a los muertos. Una empresa aparentemente innovadora tendrá demasiado interés en hacerse con su don.

En este making of Rubén Sánchez Trigos describe las circunstancias que le llevaron a escribir Vuelve a mí (Grijalbo).

***

Yo, como muchas personas (como probablemente usted), no he tocado nunca un cadáver. Aún. He visto algunos, por supuesto, casi siempre al otro lado de una mampara de cristal, en la atmósfera murmurante de un velatorio. Pero nunca he puesto mis manos sobre uno de ellos. Por lo tanto, no puedo saber si, como Silvia, la protagonista de Vuelve a mí, poseo la facultad natural de devolver la vida a los muertos. Sin embargo, si ése fuera el caso (imaginemos por un momento que fuera así, usted y yo), sospecho que el proceso de traer de vuelta a una persona a este mundo se desarrollaría en tres frases, tan innegociables como son la vida y sus ciclos: muerte, voluntad y resurrección. En cierto modo, si echo la vista atrás, supongo que ése es también el camino que siguió Vuelve a mí, de una idea más o menos prometedora al libro que ya es.

Acompáñeme y se lo contaré.

Pero antes, acomódese frente a ese cadáver que han tendido para usted y con el que lo han dejado a solas; acomódese y escuche esta historia mientras lo mira de reojo, y mientras decide si va a tocarlo o no.

2008. Muerte.

"Cinco años, setecientas páginas y un puñado de revelaciones. La más importante de ellas tenía que ver con esta verdad: muertos que resucitan ha habido en todas las culturas del mundo"

En 2008 yo había muerto, literariamente hablando. Había dejado de escribir ficción para poder concentrarme en mi tesis doctoral. Por un lado, necesitaba doctorarme para poder seguir trabajando en la universidad; por otro, deseaba de veras escribir esa tesis. Había escogido un tema que creía que no iba a poder agotar (ni él agotarme a mí, que suele ser uno de los efectos colaterales de llevar a cabo una investigación larga): el muerto viviente. Y estaba decidido a exhumarlo.

Cinco años.

Ese fue el tiempo que finalmente me consumió el proyecto.

Cinco años, setecientas páginas y un puñado de revelaciones. La más importante de ellas tenía que ver con esta verdad: muertos que resucitan ha habido en todas las culturas del mundo: tenemos el draugr de las leyendas islandesas, con su hambre insaciable por la vida que han perdido; o los revenants centro-europeos, pestilentes e imparables, y están, claro, los muertos esclavos de África Occidental, luego exportados a las islas Antillas y a la cultura popular occidental: el mvumbi, el nzambi.

Pero también están las muchas artimañas tradicionales que la Humanidad ha empleado para defenderse de ellos: decapitaciones, cuerpos a los que se arrancaba y se quemaba el corazón o se enterraban de cara al suelo, agua bendita… Y he aquí la revelación: en muchos, demasiados de estos casos no es al muerto que regresa al que se teme per se.

Es a la persona que lo instrumentaliza.

"La tesis obtuvo un Sobresaliente Cum Laude y el Premio Extraordinario de Doctorado del departamento, pero para entonces yo había empezado a pensar en algo más"

Las poblaciones centroafricanas que creen en los brujos capaces de robar el alma a una persona (en especial a una que haya muerto) y ponerla a cortar leña, a recolectar campos o a ir en busca de agua bien saben de esto, del pavor de pasar al otro lado, el de los sometidos, los que trabajan hasta la extenuación de sus músculos sin ni siquiera saberlo.

La tesis obtuvo un Sobresaliente Cum Laude y el Premio Extraordinario de Doctorado del departamento, pero para entonces yo había empezado a pensar en algo más. En una novela.

*

2012. Voluntad.

En 2012 yo me había quedado sin trabajo. El tsunami socioeconómico que había empezado cuatro años antes había arrasado también las plantillas de las universidades públicas madrileñas y le había enseñado la puerta a decenas de miles de profesores e investigadores.

En ese tiempo, terminada mi tesis, había vuelto a escribir ficción; entre otros manuscritos y guiones, un borrador de Vuelve a mí en el que Silvia, una adolescente del extrarradio madrileño, descubría que tenía el poder de devolver la vida a los muertos. Pero después de eso, ¿qué?, me dije, ¿para qué ese don? ¿Tienen propósito los milagros, más allá de su misma naturaleza?

La realidad (esto es, la cola del paro) me sugirió una respuesta, con esa voz áspera con que suele hacerlo: si los muertos resucitados han sido instrumentalizados a lo largo de la Historia por quienes quiera que detentasen el poder en ese momento, ¿por qué iba a ser distinto en la actualidad?

Reescribiría Vuelve a mí desde esa certeza: las mismas fuerzas que nos habían mandado a tantos a la calle, que desahuciaban a unos y degradaban a otros, encontrarían la manera de capitalizar la muerte si pudieran. Y eso es lo que Silvia iba a descubrir en esta historia.

*

2019. Resurrección.

Retomé Vuelve a mí en noviembre de 2019. Acababa de vender Bajo el barro y había dejado listo el manuscrito de lo que más tarde sería La noche de Venus. Y más importante aún: por fin sabía qué clase de corporación contactaría con una chica capaz de obrar el fenómeno de la resurrección.

Y con qué propósito.

"¿Y usted? ¿Ha decidido ya si va a levantarse para abrazar ese cadáver? Las probabilidades de que también haya nacido con el don son limitadas, pero ¿quién sabe?"

Escribí cada una de las sucesivas versiones de Vuelve a mí desde la conciencia de Silvia, que era también la mía: si yo tuviera un poder tan codiciado como el de ella, me dije, y si alguien estuviese dispuesto a sacarnos a mi familia y a mí del limbo de la precariedad a cambio de llevar ese don tan lejos como puede imaginarse, ¿dónde quedarían la moral y los principios?

No creo en una literatura de respuestas, prefiero una ficción de sensaciones que proponga problemas, de modo que supongo que ahora que Vuelve a mí está en librerías, cada lector tendrá su propia conclusión al dilema de Silvia mientras disfruta (espero) de sus encuentros con la muerte y sus misterios.

¿Y usted? ¿Ha decidido ya si va a levantarse para abrazar ese cadáver? Las probabilidades de que también haya nacido con el don son limitadas, pero ¿quién sabe? El mundo está lleno de personas que no saben lo especiales que son. Por eso leemos libros. Para imaginarnos ellas.

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Autor: Rubén Sánchez Trigos. Título: Vuelve a mí. Editorial: Grijalbo. Venta: Todos tus libros.

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