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Nana de las olvidadas

Nana de las olvidadas

«Eran las extremidades laterales de las trompas uterinas. Sus infundíbulos. Una de mis partes favoritas en disección del aparato reproductor de la hembra.

El nido.

El cobijo.

El origen.

La nana”.

María Sánchez ha escrito un artefacto sobre las mujeres rurales, Tierra de mujeres. ¿Es un ensayo feminista? ¿Un ensayo poético? ¿Una biografía ensayística?

Es un libro escrito por una veterinaria de treinta años que vive en Córdoba.

Cuyo padre y abuelo, que vienen de un pueblo cordobés, también fueron veterinarios.

Es un libro escrito por una poeta.

Que ha publicado Cuaderno de campo, versos que agujerean la tierra.

Es un libro escrito por una feminista.

Que se mueve con soltura en el mundo polimorfo de las redes.

Empecemos desde el principio: el nido, el cobijo, el origen, la nana.

"Qué románticas las ruinas de esas aldeas, oh, qué tristeza esas campanas que no volverán a sonar, qué auténticos los últimos de los últimos de una estirpe"

¿Cuál es la materia prima de Tierra de mujeres? Nuestra tierra y las mujeres que la habitan; además está escrito por una mujer de la tierra. Esto, que parece una obviedad, es la sal de esta reseña. Lo que pasa es que ahora se ha puesto de moda Lo Rural. Así, con mayúsculas. La España Vacía. Y Los Últimos de los Desiertos Españoles. Despoblación. Melancolía. Páramos inmensos.

Pero sobre el campo, sobre nosotros, los y las de campo, siempre se ha escrito desde la ciudad.

Qué románticas las ruinas de esas aldeas, oh, qué tristeza esas campanas que no volverán a sonar, qué auténticos los últimos de los últimos de una estirpe.

Y no.

María Sánchez ha escrito un artefacto explosivo y vivo. Vivo. El campo está vivo: todo sucede en el campo, las ovejas paren, el gocho es sacrificado, crecen los chopos y se esconde la raposa al escuchar al mastín. Se recoge la aceituna, se vendimian las uvas. Sus habitantes celebran San Antón y San Isidro, la santa Patrona y las romerías. Sus habitantes votan en las elecciones, escriben, organizan festivales de teatro amateur. Sus habitantes aran, siembran, cosechan. El campo está vivo. “No somos la España vacía”. Y María habla de eso: de esa herencia viva que debemos cuidar. Y de esa herencia que pasa de madres a hijas.

Las Olvidadas.

El artefacto de María tiene furor feminista, y fervor ecológico, sí, gracias. Pero no es eso, no es eso lo que lo vertebra: es la poesía. Me gusta cuando describe su vida con su familia, su padre, su madre, el ritmo que imprime: “Canastos llenos de setas, manojos de espárragos, ramitos de orégano, bolsas de tela llenas de endrinas”.

Es todo verde, morado, terroso.

O cuando narra sus historias de sabiduría rural —no queda claro si de sabiduría de veterinaria o de aldeana, y nos da igual—.

“Por eso los pastores despellejan a los corderos que mueren nada más nacer. Y atan la piel del que no está a los huérfanos. Como si fuera un manto, un envoltorio, una oportunidad más de la vida”.

"Ella cree que es posible, y que las mujeres son las actrices principales ahí. En esa supervivencia"

¿No es terriblemente hermoso? El cordero esmirriado cubierto con la piel de otro para que una madre, que no es la suya, lo adopte por el olor. Yo lo he visto. Lo he vivido. Lo he olido. Por eso con este libro me cuesta mucho guardar la distancia. Decía el gran Ricardo Piglia que el estilo es la distancia que uno establece con el objeto que narra. Si no existiera esa distancia los textos serían blandos y melosos como una gominola. La distancia de María Sánchez es perfecta: narra con precisión quirúrgica, veterinaria. Contempla la realidad rural desde muy arriba y, a la vez, desde muy cerca, con la lupa del entomólogo.

Ella dice: “Me obsesionan las historias acerca de los vínculos”. Y va contando sus vínculos: con los hombres de su familia, sobre todo con su padre, sus paseos por el alcornocal; y los vínculos con las mujeres, su bisabuela, su abuela, su madre.

Ella dice:

“Porque es ésta la historia de nuestro país y de tantos: mujeres que quedaban a la sombra y sin voz, orbitando alrededor del astro de la casa, que callaban y dejaban hacer”.

Y va contando lo que hacían las mujeres de su familia. Lo que hace ella.

Ella dice:

“Crear un vínculo y cuidarlo. Esa es la única manera de que nuestro medio rural no desaparezca y siga existiendo”.

Y va narrando las maneras de que nuestro medio rural no desaparezca.

Ella cree que es posible, y que las mujeres son las actrices principales ahí. En esa supervivencia. Ella lo cree, yo lo creo y, cuando ustedes lean este libro, lo creerán también.

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Autora: María Sánchez. TítuloTierra de mujeresEditorial: Seix Barral. VentaAmazonFnac y Casa del Libro.

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