El nombre del ministro lo he anotado para que no se me olvide: se llama Luis Planas y es titular de Agricultura, Pesca y Alimentación. Lo tengo por si un día debo ir a agradecerle, a mi manera, que mis perros Sherlock y Rumba mueran antes de tiempo. De hecho, me consta que si la normativa que ese individuo y sus sicarios han impuesto a las clínicas veterinarias españolas lo hubiera sido antes, la pobre Rumba, que pasó hace poco por un mal momento, ya no estaría echando siestas junto a mí en el sofá, con su colega, mientras yo veo series de la tele.
Que quede claro: la norma referida a antibióticos en granjas es útil y es necesaria. Pero, ahí está el pelo en la sopa, se vuelve disparatada al incluir las clínicas veterinarias y a las mascotas que allí son atendidas. Conscientes de que se les fue la mano al extenderla a los animales domésticos, varios países europeos han suavizado su rigor. Pero en España, aunque nuestra infame clase política suela chotearse de leyes y constituciones, a la hora de acatar bruselazos es conjunción planetaria ejemplar, faro y luz de Occidente. Y al ministro Planas, imponiendo una norma que ni siquiera sometió al Congreso de los Diputados ni consultó con los profesionales veterinarios —según el estilo de la arrogante casa donde come—, todo se la trae absolutamente floja, y deja a veterinarios y mascotas indefensos ante la burocracia y la estupidez.
El asunto rebasaría la capacidad de esta página si añadiera los adjetivos —incompetentes, hijos de la gran puta y varios etcéteras más— que me acuden a la tecla. Así que intentaré resumirlo con la experiencia de haber convivido con perros y gatos más de la mitad de mi vida. En esencia, la normativa impuesta no se adapta al trabajo de una clínica veterinaria ni a las necesidades de las mascotas; pero es que las sanciones a los infractores —la mínima son 3.000 mortadelos, imaginen para una modesta clínica— son monstruosas. Y nos atan de pies y manos, condenando a muerte a muchos pacientes. A numerosos miembros de nuestras familias.
Ante un animal doméstico enfermo, los veterinarios de toda la vida, según su criterio profesional, pues para eso tienen estudios y experiencia, administraban antes los antibióticos adecuados. Llegabas, se lo daban al bicho, y punto. Ahora se ven sometidos a un complicado proceso burocrático, tan lento y criminal que ya se cobra vidas de animales. Cuando antes no había medicamentos específicos, podían emplearse los destinados a humanos, igualmente eficaces. Eso ya es imposible: hay que traerlos de otros países, con retrasos fatales para el animal. Pero es que, además, los antibióticos se clasifican ahora en cuatro categorías a seguir de modo progresivo, según responda la mascota al tratamiento. Para justificar cada etapa hacen falta cultivos y antibiogramas, y mientras llegan los resultados del laboratorio —de 4 a 10 días— pasa el tiempo y el animal se muere.
Pero eso no es todo. Al veterinario se le prohíbe, desde el pasado enero, ceder directamente la medicación; por lo que el propietario debe ir ahora a comprarla a la farmacia. Allí puede haberla o no haberla, que ésa es otra, y además algunas vienen en envases grandes, lo que es al mismo tiempo un gasto y un derroche. Y para complicar más las cosas, cada veterinario debe registrar lo recetado en una plataforma online —otra maldita plataforma online— llamada Presvet, mediante un certificado digital y toda la inevitable y puñetera burocracia de tecla: razón del uso, porcentaje de cada medicamento y otros datos. O sea, carga administrativa adicional, consultas más largas, mayor tiempo de espera y deficiencia del servicio. Y las mascotas, a la espera y muriéndose.
Hay muchas más canalladas de parejo estilo, pero como temía se me acaba la página. Así que pregunten a su veterinario; que él o ella les cuenten cómo la pandilla de imbéciles e irresponsables que está jodiendo el mundo va a matarnos, también, al Sherlock y la Rumba de cada cual. Y como dije, apúntenlo bien: Luis Planas, se llama. Que no se les olvide el nombre de ese ministro.
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Publicado el 11 de abril de 2025 en XL Semanal.
Planas tendrá las neuronas, digo yo…
Pues fijate que, a lo mejor, se muere un colgao en el hospital, por sobredosis de algo que el muy gilipollas se ha metido en vena, y no te lleva ni un segundo pasar a otra noticia. Pero se te muere tu perro, tu cariñoso compañero de vida, por culpa de la norma esta de los medicamentos veterinarios y te cagas en el maldito ministro y en toda su ascendencia y descendencia, deseandole los peores estertores y sufrimientos en el postrer momento de su muerte, que sueñas haber cometido por tu propia mano cual ángel con espada flamígera. En un país donde ya casi da lo mismo no tener hijos por, por ejemplo, salvaguardar tu carrera profesional; o donde se condena a los ancianos a la muerte en sus residencias durante una pandemia, el que que una norma absurda -otra más- condene a muerte al único ser al que amas casi tanto como a tu vida, puede hacer caer gobiernos, originar el asalto virulento a la Moncloa cual palacio zarista de invierno, o sacar los dientes de forma poco amistosa y de mala manera al Perro que allí habita por ahora. Avisados quedan. Soy perrero.
Que gran comentario. Humanos mueren en el mudo a diario por injusticias peores. Animales? De compañía querer, de granja comer… donde está la línea? Ciertamente la peli “Babe, el cerdito valiente” es todo un filme filosófico. Señor Arturo, comparto su malestar por la panda de impresentables que ocupan la cámara del congreso de los diputados… pero ciertamente en el tema de derechos de los animales el debate es amplio. En mi caso, no matar a ninguno que no me vaya a comer y alimentar a aquellos que me proporcionen compañíaes la norma, poco fina, pero norma. Más allá… la ley de bienestar animal me parece una P*** M*****.
Es nuestra idiosincrasia. La de los humanos. Desde las cavernas ya convivíamos sobre todo con perros. Treinta mil años hace que el lobo fue domesticado y aceptó convivir con nosotros, sernos fiel, ser un amigo, un compañero, uno más de nuestras familias. Es nuestra idiosincrasia.
Lo de los gatos es un poco más complicado. Pero también, aunque más independiente y altanero, convive históricamente con el humano de forma más tardía.
Pero hemos llegado al XXI, el culmen de la civilización buenista, el reino de la posverdad y el posmodernismo. Entre sus muchos desvaríos pretenden, aplicando leyes absurdas e ingeniería social, terminar con las mascotas. Un ataque más a las viejas estructuras sociales, ya lo han hecho con la familia, para que el ser humano esté completamente solo e inane ante los poderes totalitarios buenistas.
He tenido dos chuchos, una delicia de bichos. Son tremendamente educativos para los niños. Y para los mayores. Su lealtad, su amistad, su compañía, son encomiables. Y su inteligencia. Tanto perros como gatos, en los que su capacidad de observación y de deducción es sorprendente. Si pudieran hablar podrían ocupar los cargos de ministro y de presidente muchísimo mejor que los que normalmente tenemos. Yo les votaría. Aunque, tampoco es que los políticos hablen mucho, la verdad, quizás precisamente ladran más que los perros y de peor manera. Su inteligencia es fina, natural, me refiero claro, a las mascotas, no a los políticos. Respetan, por ejemplo, esa regla tan básica de no morder la mano que les da de comer, al contrario de lo que hacen los políticos.
Hoy, dada mi soledad, podría ser acompañado de uno de ellos. Las trabas, las normas, los impedimentos que han creado los buenistas perroflautas, hacen que no contemple esa posibilidad. No quiero problemas.
Lo próximo será sacar una ley de protección vegetal para que no podamos tener ni siquiera tiestos en las ventanas. Y una de protección mineral para los que les gusta coleccionar piedras raras y de colores.
Como dice don Arturo, imbéciles e irresponsables. Van a terminar con treinta mil años de convivencia.
Saludos a todos.
Querido amigo Ricarrob. Si mi salud a su vez lo permitiera, me ofrecería como perro doméstico para aliviar su soledad. Conozco el percal: a lo largo de mi vida, con mis esposas (q.e.p.d. una de ellas y que la actual viva muchísimos años) habré cuidado y disfrutado de al menos diez perros de diferentes clases y he visto nacer y he cuidado a otros seis cachorros hasta su adopción por otras personas. Se que el cariño sin límites es su razón de ser en su convivencia con los humanos. Sé que la alegría sin parangón es su modo de relacionarse con su dueño y su familia. Y conozco hasta donde podría llegar su pasión a la hora de quererlos y defenderlos. Fíjese que chollo: sólo necesito alguna palabra cariñosa y caricias de vez en cuando, un plato con agua y otro con pienso seco indigerible una vez al día, y una jergón calentito para pasar la noche si no quiere que la pase a los piés de su cama. Prometo no morder los sillones ni los muebles, aunque si lo haga o lo intente, a las piernas de los notificadores de multas de tráfico o inspectores de Hacienda. Ah, y le traería el periódico en papel todos los días en la boca sin tener que suscribirse a esas zafiedades de periódicos on line. Y, el acabose, sé utilizar el aseo para aliviar mis necesidades sin necesidad de bolsitas recoge cacas, ni de salir tres veces al dìa a la calle, si la temperatura baja o la lluvia no invita a ello. Eso si, oleré el trasero sin acercarme en exceso (por aquello de las órdenes de alejamiento perrunas) como si no hubiera un mañana, a cuanta hembra apetecible se ponga a tiro. Lástima no tener veinte años menos y ser su amigo de por vida. Un abrazo perruno muy lisonjero.
No, no, me mejor que no hablen; calladitos están mejor. Con ladrar un poco es suficiente. Por eso nos gustan tanto.
Ya son ganas señor Planas
De todos los negociados
Que negocia don Luis Planas
Va a ser el más complicado
El que nunca imaginara.
-¡Son ganas de tener ganas!
Piensa por dentro don Luis,
Pues rara es la semana
Que no monte un vodevil.
¿Quién se lo iba a decir?
A huelgas de agricultores,
Putin, Trum y Xi Jinping,
La guerra y sus sinsabores…
Se suman otros dolores,
Obligando a tomar nota,
Pues comienzan los señores
Del “lobby de la mascota”.
Menos mal que, de momento,
No se ha probado que él
Visitara con fomento
El Parador de Teruel.
Si este pésimo “ninistro”
Cesa de forma palmaria…
Diremos: ¡Lo nunca visto!
Decisión veterinaria.
PD:
Plagio a Fernando Simón:
Tranquilo Ministro Planas,
Habrá sólo un caso o dos…
Y enseguida se les pasa.*
*(Recuerden que von der Leyen,
Tras ver orejas al lobo,
Dijo que cambiar las leyes
Era cuestión de acomodo)
Estoy de acuerdo en todo lo escrito. No tengo ni una palabra que añadir, tan sólo rezar para que Dios proteja a mis peludos puesto que este gobierno parece que está decidido a acabar con ellos.
Y además.. nuestra amada profesión se va deteriorando hasta el punto de cuestionarse si vale la pena seguir…
Otro día podemos hablar de Pere Navarro…
A riesgo de no equivocarme, lo conozco personalmente y ocasionalmente coincidimos en entornos privados, le aseguro que es de los individuos más asquerosos que he llegado a conocer. Cómo dato: es el cargo político mejor pagado del estado (corresponsal especial del gobierno en la zona franca). Casia na’.
Me lo temía. El tipo mas nefasto para la D.G.T.
Realmente si uno lee la normativa podrá ver que no es así como lo pintan. Para comenzar, los veterinarios no tienen prohibido ceder la medicación, eso está permitido porque cederla implica no cobrarla. Lo que tienen prohibido es venderla y eso es desde siempre aunque lo hayan hecho sin que nadie haya dicho absolutamente nada.
En la normativa se especifica lo que significa “cesión”:
Cesión de medicamentos: la entrega sin ánimo de lucro de medicamentos por el veterinario prescriptor al propietario o responsable del animal o animales, con el fin de asegurar la continuidad del tratamiento, siempre que concurra alguna dificultad específica para el acceso a la medicación, en los términos previstos por el artículo 37.8 del presente real decreto.
Y dicho artículo dice lo siguiente:
El veterinario destinará los medicamentos del botiquín a su administración a los animales que estén bajo su cuidado. No obstante, podrá ceder al titular o responsable del animal los medicamentos necesarios para la continuidad del tratamiento iniciado en casos de que dicha continuidad pudiera verse comprometida, salvo que se trate de medicamentos de aplicación exclusiva por el veterinario.
Si se continua leyendo la normativa se podrá comprender que si bajo el criterio clínico y profesional de un veterinario el animal requiere un antibiótico específico, la ley avala su uso siempre que sea justificado y los antibiogramas y demás pruebas se pueden realizar a posteriori sin tener que tener a nadie esperando. Otra cosa es que duden de su criterio clínico y no quieran mojarse.
Aquí queda reflejado:
Categoría B: uso restringido en todos los animales
Deben ser usados cuando no se disponga de antibióticos en una categoría inferior de riesgo que pudiera ser efectivo.
No obstante lo anterior, en el caso de animales de difícil manejo o que vivan en zonas de difícil acceso, se podrán utilizar antibióticos de este grupo que faciliten el tratamiento a los animales en estas circunstancias.
Su uso debe basarse en la interpretación técnica por parte del veterinario de la información aportada por la identificación etiológica del agente patógeno y su sensibilidad al antibiótico o cualquier otra prueba diagnóstica equivalente reciente.
Si esto no fuera posible para instaurar un tratamiento de urgencia, la terapia se deberá basar en información epidemiológica y conocimientos de susceptibilidad en el ámbito del origen de los animales, granja, o en el ámbito local o regional, siempre que antes de instaurar el tratamiento de urgencia se tome una muestra biológica de los animales afectados que permita, a posteriori, determinar a través de un diagnóstico etiológico y de sensibilidad al antibiótico, la necesidad de utilizar un antibiótico de esta categoría.
Categoría A: uso no permitido en animales productores de alimentos y sólo aquéllos que queden fuera del ámbito de aplicación del Reglamento (UE) 2022/1255 de la Comisión de 19 de julio de 2022 por el que se designan antimicrobianos o grupos de antimicrobianos reservados para el tratamiento de determinadas infecciones en las personas, de conformidad con el Reglamento (UE) 2019/6 del Parlamento Europeo y del Consejo se podrán usar de forma excepcional en animales no productores de alimentos
Sin perjuicio de restricciones adicionales derivadas de otras normativas, estos antibióticos se pueden utilizar exclusivamente de forma excepcional en animales de compañía, de acuerdo con los requisitos para llevar a cabo una prescripción excepcional y siempre que no se disponga de antibióticos en una categoría inferior de riesgo que pudiera ser efectiva.
En las farmacias se encuentran los medicamentos y de no tenerlos siempre hay varios repartos con lo que se pueden conseguir incluso en el mismo día y además en un envase ya adaptado a la posología y no los envases clínicos.
En cuanto a registrar el medicamento en presvet es un paso burocrático que sirve para seguir una trazabilidad de los medicamentos y que los farmacéuticos deben también realizar, con lo que no solo lo “sufren” ellos sino que en farmacia lo hacen por partida doble porque igual pasa con determinados medicamentos humanos.
No caigamos en creer todo lo que nos quieren contar, es tan sencillo como acudir a fuentes oficiales y contrastar información.
Y sabe usted señora o señorita, esto es lo que recientemente se ha llamado aranceles indirectos, es decir normas que instauran cortapisas y más cortapisas a hacer lo que hasta ahora se ha hecho siempre sin ningún problema que haya salido en los periódicos. Vamos que no tenían otra cosa que legislar y hacer cumplir ennEspaña y en Europa (como las corrupciones de los políticos y los lobys de las industrias de todo tipo por ejemplo). China, sin ir más lejos, o Marruecos, o la India, o Malasia, o Vitnam se están haciendo de oro siendo más permisivas con las cuestiones de toda indole que los “adelantados y tuitivos” países occidentales (europeos en su mayoría) obligan a cumplir a sus propios ciudadanos, sin importarles lo que hacen o dejan de hacer en el resto del mundo que curiosamente no controlan, ni vigilan, y dejan que entren no obstante en la Unión europea. Vamos tirar piedras a su propio tejado. Es claro el ejemplo, por ejemplo, de la normativa en materia de inteligencia artificial que ya existe en la UE y, sin embargo, no hay día en que cosas de IA de fuera nos llegue a nuestras tablets, ordenadores y teléfonos desde paises de fuera (China y EEUU en especial) sin que tengan para nada en cuenta esa legislación restrictiva europea. Y así nos va y peor nos va a ir en el futuro. Me recuerda a la postura de los sindicalistas de aquí que luchaban con uñas y dientes por un día moscoso más para el personal, en los convenios de aquí, cuando les daba igual que derechos mínimos laborales ni existieran en los países emergentes, lo que producía aquí miles de despidos y que las empresas de aquí cerraran y se trasladaran a esos países más permisivos, por ser la producción más económica y sin miles de trabas. Y asi moriremos de hambre y sin trabajo. Somos el país con más normativa por metro cuadrado y, al mismo tiempo, el país con más normativa incumplida por metro cuadrado.
Un saludo indirectamente arancelario.
No te voy a explicar lo que le pasa a un perro que en una resección de cabeza del fémur se le aplica un antibiótico del grupo D y a los 10 días se empieza con el que nuestro criterio clínico y experiencia sabe que es el único que va a funcionar. No estamos discutiendo lo que dices sobre el cumplimiento de la ley, sino de que es una ley absurda donde al único profesional en este país con formación universitaria en fisiología y farmacología animal se le prohíbe vender un medicamento, a diferencia de la mayoría de países europeos. Y que conste que nuestra vocación está muy clara y por su puesto no es despachar medicamentes, para eso están las farmacias. Solo vender lo necesario para acabar el tratamiento de nuestros pacientes
Supongo que es el mismo tema de siempre: bondad fingida. Desde Bruselas se trata de mejorar la salud de nuestros animales, matándolos por el camino. ¿Qué les importa? Sabemos que ellos no tendrán problemas de esta índole. Supongo que el hacedor de leyes no se ve perjudicado por ellas. Lo realmente triste es como estamos condenando este, y muchos más aspectos de nuestras vidas, con el silencio de la mayoría. El pueblo lleva mucho tiempo callado.
¿Quién diría que el caos que en Argentina es el pan nuestro de cada día resultó tener alguna ventaja? Acá los veterinarios tienen libertad de acción total…
Burocratas… Imbeciles de escritorio.
Pero si para hacer guerras y matar gente, no tienen reparos, ¿por qué les va a importar cuidar animales?
Hola Don Arturo, soy medico veterinario argentino y lector suyo. La regulacion de los antibioticos en los animales de consumo humano, como Ud bien dice, esta bien para que nosotros al comerlos no los tomemos de yapa. A los perros y los gatos y otras mascotas no nos los comemos asi que no se entiende cual es el fin de esa burrada.
Buenos días…o noches. La respuesta a su pregunta tiene sólo cuatro letras, que explican también otro buen número de normativas increibles, indecentes e innecesarias: woke
No se puede ni pisar una cucaracha en una película porque te llaman la atención los defensores de los derechos de los animales, y sin embargo estas cosas están ocurriendo.
Aquí en los Estados Unidos también, con precios que harían temblar al conde de Villamediana, el protector de Góngora.
Es increíble, pero es la vergonzosa realidad!! Quieren acabar con los animales de compañía.
Y dejar morir a un perro gato etc. por no darle un antibiotico eso no es tambien maltrato animal? o lo del maltrato animal solo es cuando nos conviene
Éste señor Arturo lleva toda la razón, políticos incompetentes de tres al cuarto mandando en nuestras vidas y mascotas sin tener ningun miramiento, aunque eso sí, chupándonos la sangre como sanguijuelas viviendo a nuestra costa.
Muchas gracias D. Arturo, por hacerse eco de este nuevo desbarro que ahora nos cae encima a nosotros, los veterinarios españoles, que era lo que nos faltaba
Un país que nunca ha tenido en valor la profesión, perdón, la pasión, que es lo que es, veterinaria.
A un grupo de profesionales, que trabajan en clínicas y hospitales, que invierten miles de euros en ecógrafos, TACs y resonancias magnéticas, que hacen cirugías que muchos médicos soñarían con saber hacer, y ni siquiera se les considera sanitarios, ni siquiera sus clínicas están consideradas centros sanitarios.
En un país gobernado durante generaciones por necios y gerifaltes, que no ha sabido valorar esta sagrada profesión (que consigue no solo que los animales con los que llenamos en muchas ocasiones el vacío existencial que a tantos ahoga, sino que lo que comemos no nos intoxique, que no es baladí) y que solo la ha utilizado para hacer negocio con un sentimiento vocacional profundo fabricando en cadena facultades privadas de veterinaria que no hace sino hundirla y desprestigiarla día a día.
Y el poder del sector farmacéutico español, amarrando con sus grilletes a todos los gobiernos para que la ley del medicamento VETERINARIO tenga la redacción exacta que ellos marquen, para que no podamos ni siquiera ceder la medicación justa para acabar el tratamiento de nuestro paciente y haya que mandarlo con su receta a la farmacia a comprar una caja de 50 o 100 comprimidos y crear luego grupos de whatsapp de venta de excedentes de medicamentos veterinarios: si señor, eso es luchar contra las resistencias bacterianas.
Con los fármacos veterinarios con precios hasta 10 veces superior a los de humana, a los servicios veterinarios se nos aplica un IVA del 21%, considerando la Salud Pública un lujo. Mientras hay gente muriendo de Leishmaniosis en España, muchos propietarios de animales que padecen esta enfermedad no pueden tratarlos por los precios astronómicos y el patógeno sigue extendiéndose como la pólvora
Este país se merece un sector veterinario digno y no vamos a perder la batalla
Muchas gracias D. Arturo, por hacerse eco de este nuevo desbarro que ahora nos cae encima a nosotros, los veterinarios españoles, que era lo que nos faltaba
Un país que nunca ha tenido en valor la profesión, perdón, la pasión, que es lo que es, veterinaria.
A un grupo de profesionales, que trabajan en clínicas y hospitales, que invierten miles de euros en ecógrafos, TACs y resonancias magnéticas, que hacen cirugías que muchos médicos soñarían con saber hacer, y ni siquiera se les considera sanitarios, ni siquiera sus clínicas están consideradas centros sanitarios.
En un país gobernado durante generaciones por necios y gerifaltes, que no ha sabido valorar esta sagrada profesión (que consigue no solo que los animales con los que llenamos en muchas ocasiones el vacío existencial que a tantos ahoga, sino que lo que comemos no nos intoxique, que no es baladí) y que solo la ha utilizado para hacer negocio con un sentimiento vocacional profundo fabricando en cadena facultades privadas de veterinaria que no hace sino hundirla y desprestigiarla día a día.
Y el poder del sector farmacéutico español, amarrando con sus grilletes a todos los gobiernos para que la ley del medicamento VETERINARIO tenga la redacción exacta que ellos marquen, para que no podamos ni siquiera ceder la medicación justa para acabar el tratamiento de nuestro paciente y haya que mandarlo con su receta a la farmacia a comprar una caja de 50 o 100 comprimidos y crear luego grupos de whatsapp de venta de excedentes de medicamentos veterinarios: si señor, eso es luchar contra las resistencias bacterianas.
Con los fármacos veterinarios con precios hasta 10 veces superior a los de humana, a los servicios veterinarios se nos aplica un IVA del 21%, considerando la Salud Pública un lujo. Mientras hay gente muriendo de Leishmaniosis en España, muchos propietarios de animales que padecen esta enfermedad no pueden tratarlos por los precios astronómicos y el patógeno sigue extendiéndose como la pólvora
Este país se merece un sector veterinario digno y no vamos a perder la batalla
Lo de este ministro y todas esas leyes en contubernio con la persecución al ciudadano con multas estratosfericas, es una coacción desmedida al borrego de a pie, que no hay por donde escapar, es el desespero social al que nos someten estos desgraciados que elegimos en masa como unos verdaderos gilipollas. Estamos hartos de sus citas previas, de sus certificados que caducan, de cada vez tener acceso a menos derechos, de no poder disponer del dinero nuestro, de que nos metan el dedo cada vez que nos subimos a un avión, de que nos traten como delincuentes, hastiados de las colas interminables para explicar que existimos, de contribuir más, de ver que los delincuentes, los de verdad, pasan de todo mientras los demás vivimos desesperados.
Creo que existe un dicho que engloba a todos los supernumerarios y sus jefes, de los países que dificultan la vida de sus ciudadanos en lugar de hacerla más sencilla.
“Para que lo vamos a hacer fácil si se puede hacer difícil”.
Con esta metodología surgen cosas que son desopilantes. Me viene a mi mente el trámite que deben hacer todos los meses en Argentina los jubilados para que el banco donde cobran su miserable jubilación sepa que siguen vivos; obviamente para evitar que familiares no puedan seguir cobrando los dineros de un muerto…macabra situación que más de un inescrupuloso realiza de ser posible. Pero esta práctica denominada “constancia de vida”, que no deja de ser igual de macabra que la antedicha estafa, debe ser presencial; y aquí se desarrolla una instancia que el banco no contempla, o no presta la debida atención; que es cuando el jubilado que por lógica consecuencia es un hombre o mujer mayor se encuentra enferma e imposibilitado de concurrir a firmar.
Entonces si ahora el jubilado está internado en terapia intensiva, y no tiene un familiar que lo asista, imagino que el banco lo considerará fallecido sin estarlo, con la lógica consecuencia de la suspensión de su único sustento.
Si tiene hijos, la cosa es más simple, porque se puede llevar al enfermo en camilla, sin descuidar el suero.
Como conclusión digo, que si al envejecer no logramos tener ahorrados varios miles de millones de pesos, o dolares, que seria mejor, lo más aconsejable en Argentina es no llegar a viejo jamás.
Cordial saludo
La mejor calidad de vida del globo, el mayor grado de felicidad bien entendida, la mayor esperanza de vida, el mejor disfrute de las pequeñas cosas, de la familia del hogar, de los amigos, de un buen vaso de vino, de la conversaciòn
distendida y sin sentido pero con el mayor sentido del mundo, parece estar en los países latinos, en una amplia acepciòn que abarca desde el Mediterráneo oriental, pasando por Italia, España y Portugal, cruzando el charco y comprendiendo toda la América latina.
Pero, ahí están ellos. Para amargarnos la vida e intentar descomponer todo eso que nos hace felices. Los polìticos. Esos engendros de Satanás, maléficos, malhadados, hijos de mala madre, corruptos, malnacidos, ladrones, vagos y maleantes, chupasangres, hediondos. Los polìticos. Los latinos tenemos la desgracia, la maldición, no sé si condenados por saber saborear la vida, de tener los peores polìticos de la galaxia, dejando a Trump como excepción.
Disfrutemos de la vida, de nuestras mascotas, de nuestra vejez, mientras nos dejen…
Si como dices preguntas a un veterinario te diré que cuando te mueras por una superbacteria resistente, acuérdate del nombre del Ministro.
Todo cierto, maestro. Los que tenemos mascotas no entendemos nada de nada de semejante proceder.
Estimado don Arturo. Soy veterinario jubilado (en Uruguay) y asiduo lector de sus libros y artículos. El uso indebido, inadecuado y exagerado de antibióticos ha generado que los microorganismos se hagan resistentes; por lo que quedan escasos y cada vez más caros tanto para uso humano como animal. Esto llevó a que en todo el mundo (no solo en España) se hayan reglamentado. No obstante, concuerdo con usted en lo exagerado de las medidas. Se puede regular sin entorpecer, pero de eso los políticos saben poco. Seguramente, muchos animales, no sólo mascotas, van a morir por falta de atención. No quisiera ser veterinario en España actualmente. Me imagino el conflicto moral entre la obligación de salvar un animal y someterme a una rigurosa multa y otras sanciones, o verlo como muere para no caer en bancarrota. Menudo dilema.
No hay dilema: acabar metafórica y parlamentariamente con el ministro y quienes le chupen el trasero al Perro grande.
Los ministros como este nos sobran, no tiene ni idea de las leyes que aplica y el.daño que hace a muchas personas y a sus mascotas. Se puede controlar de algún modo que no se abuse de antibioticos pero impedir que un veterinario haga su trabajo es lo peor. Un veterinario estudia para tomar decisiones y aplicar medicamentos, un antibiótico por ejemplo que estime que es el que se debe aplicar para una infección según el tipo de infección y hacer las pruebas que sean, pero cuando un animal peligra su vida, no se puede jugar a tenerlo con una ba teria mortal en el cuerpo agonizando varios días esperando un resultado. Es un crimen tratar así a las mascotas. Y no tener sentimientos. Luego dirán que hay que sacar leyes para proteger a los animales y los dejan morir como cruelmente. Que políticos nos gobiernan.!!
Gracias siempre, don Arturo, por su valiosa información. Podríamos tener un mundo más justo, más igualitario, sin sicarios ni torturadores de perros; pero no es así.
Si en parte tengo culpa de esto, me declaro culpable.
Con mis mejores deseos para Sherlock y Rumba, su amigo que ha leído casi todos sus libros.
Acabo de leer en papel su artículo Una historia de Europa (CIV).
Lamento tener que felicitarlo a través de un móvil que me gustaría no tener, pero es que me obligan.