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Poemas de Una extraña ciencia, de Julio Rodríguez

Poemas de Una extraña ciencia, de Julio Rodríguez

El Ayuntamiento de Baeza, en la XXIII edición del Premio Internacional de Poesía “Antonio Machado en Baeza” otorgó el galardón a Julio Rodríguez, con el libro Una extraña ciencia. El jurado apreció en la obra ganadora que “se trata de un libro con luz propia, que plantea de manera magistral esa extraña ciencia de vivir, donde se encuentran elogios de las pequeñas derrotas y satisfacciones de la vida, haciendo una lectura del amor fuera de tópicos”.

Zenda publica 5 poemas de Una extraña ciencia (editorial Hiperión).

UNA EXTRAÑA CIENCIA

No busques la respuesta en los manuales
de química ni en Google ni en las páginas
con la esquina doblada de los libros.
No busques en las cartas ni en los astros
ni busques en la ciencia inaccesible
que todo lo describe fríamente.
Busca en el tacto ardiente de estas manos
que cincelan tu cuerpo de memoria,
en estos pies que avanzan con tus pasos,
en estos ojos que se quedan ciegos
cuando tú no me miras, o en la herida
que se abre en mí si alguna vez te hiero.
Busca en este poema, o en mi pecho.
Busca dentro de mí. ¿Lo ves? Es esto.

ANIVERSARIO Vol. 1

Nosotros que esperábamos de un verso
lo que los marineros del océano,
nosotros que pensábamos que un día
y después fueron meses, años, décadas,
nosotros tan seguros de que haríamos
el amor y luego tantas cosas
aquí estamos, ya ves, después de todo,
bajando la basura, acostando a los críos,
apurando los días como si fueran vino,
pensando que el futuro es un sombrero
que a buen seguro nos quedará grande.
Aquí estamos, ya ves, quién nos iba a decir
que la vida era esto y que nosotros
íbamos a pasar de la pareja al póker
sin tan siquiera haber marcado la baraja.
Nosotros que esperábamos de un verso
lo que los marineros del océano
seguimos desaguando este barco inestable
sin llegar a buen puerto, pero quién
necesita pisar la tierra firme
pudiendo naufragar aquí contigo.

ELOGIO DE TUS MANOS

Tus manos no son ágiles ni tersas ni terrosas
(su suavidad no viene volando sobre el tiempo).
Tus manos no aventuran una odisea o un trágico
final en primer plano: ni aciertan con la aguja
para tejer la espera, ni rasgan con sus uñas
terribles ataúdes. Tus manos no son dóciles
ni tersas ni terrosas, ni especialmente cálidas.

Pero sólo tus manos (qué haría yo sin ellas)
retiran, una a una, las vendas de mi herida.

DEFENSA PROPIA

Como una cerilla encendida
en mitad de la noche, un poema
ilumina tan sólo un instante
la oscuridad que nos rodea.

Pero no olvides nunca
que también puede hacer que todo arda.

LUZ PROPIA

Una herida arroja luz propia,
dicen los cirujanos.
ANNE CARSON

Hay días en que solamente llueve
(orbayu, lluvia fina de agujas o nostalgia),
días intemperie, días que se ensañan,
días sin alambre que sostenga
tanto dolor sonámbulo.
Hay días de paraguas rotos,
de chubasqueros rotos,
de amor roto que ronronea y ronca
por las esquinas de la casa, que da golpes,
que sangra, que sangra. Hay días cáncer,
días que se hacen largos como un vasto
campo de trigo saqueado por los cuervos,
días de absurda pólvora en los ojos,
días en que las manos son de tierra,
días que se derriten en los dedos.
Son esos días con luz propia en que la ausencia
te amordaza, te raja, te desgarra,
te agarra por el cuello, o hasta te abraza
como una madre. Hay días Marta, sí, días Marta,
días Madre, días de han pasado tantos años,
de quién lo iba decir, de cómo era su voz
(a qué sonaba), de aquellos ojos brillantes
de quienes no podíamos dejar de mirarla.
Hay días como hoy, días cadáver,
calambre, larva, váter, ataúd. Hay días nada,
días en los que solamente soy
la desnudez en su estado más puro
y esta inmensa y luminosa,
luminosa
soledad de su nombre.

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Autor: Julio Rodríguez. Título: Una extraña ciencia. Editorial: Hiperion. 

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