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Proyecto ITINERA (XL): Un verano a la romana: terma, playa y orgía

Proyecto ITINERA (XL): Un verano a la romana: terma, playa y orgía

El Proyecto ITINERA nace de la colaboración entre la Asociación Murciana de Profesores de Latín y Griego (AMUPROLAG) y la delegación murciana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Su intención es establecer sinergias entre varios profesionales, dignificar y divulgar los estudios grecolatinos y la cultura clásica. A tal fin ofrece talleres prácticos, conferencias, representaciones teatrales, pasacalles mitológicos, recreaciones históricas y artículos en prensa, con la intención de concienciar a nuestro entorno de la pervivencia del mundo clásico en diferentes campos de la sociedad actual. Su objetivo secundario es acercar esta experiencia a las instituciones o medios que lo soliciten, con el convencimiento de que Grecia y Roma, así como su legado, aún tienen mucho que aportar a la sociedad actual. 

Zenda cree que es de interés darlo a conocer a sus lectores y amigos, con la publicación de algunos de sus trabajos.

Una mano se desliza sigilosa entre los pliegues de la túnica, buscando atropelladamente su sexo, húmedo ya por los besos apasionados y el rozamiento con el cuerpo joven y terso de un muchacho encantador. Levina se recuesta ansiosa en el triclinio a vista de todos, incluida la de su marido. No importa, cada cual está inmerso en su propia experiencia, incluso él goza los lametones de una robusta nubia… El sabor del vino no mezclado aún recorre su garganta y la cabeza le da vueltas mientas se deja arrastrar por una pasión desbocada. Ella, una matrona romana, se ha dejado seducir por el ambiente veraniego y desinhibido de “la ciudad del vicio”. Tiene razón Séneca al llamarla así —piensa para sus adentros—.

El banquete ha sido opíparo. Ante la mesa ha corrido el falerno puro y los más refinados pescados y mariscos de las piscifactorías del mar puteolano. El calor húmedo de la noche es aliviado por el aleteo suave de las plumas de los abanicos que los esclavos mueven con sus musculosos brazos. La riqueza y suntuosidad de la familia se nota en los pequeños detalles: el vino servido en un recipiente especial llamado psykter, que hace que esté helado gracias a la nieve extraída de los pozos de hielo, la velada exquisita, amenizada por jóvenes bailarinas, expertos saltimbanquis, música de cítara y timbales, el olor a sal y azufre que rezuma la ciudad en verano atenuado con los más preciados inciensos y aceites, el triclinio ricamente adornado para la ocasión. Toda la estancia invita al placer, a la ostentación, al hedonismo y al sexo.

Marcial observa la escena sentado en un ángulo de la estancia. Conoce bien a los invitados. Lo acompaña siempre un escriba, al que llama, y le dicta el siguiente poema:

Levina es casta y no cede a las antiguas sabinas. Y aunque es ella más seria que su adusto marido, como unas veces se baña en el Lucrino y otras en el Averno, y como a menudo se refocila en las aguas de Bayas, sintió que le prendía el fuego: al irse en pos de un joven abandonando a su marido, llegó una Penélope y se va una Helena.

"La flor y nata romana se da cita en sus lujosas villas de veraneo, organizando banquetes, fiestas y espectáculos dignos del emperador"

Marcial sale del triclinio para respirar el aire puro de la noche y oye el ruido de los borrachos que desde las calles se eleva hacia las terrazas de la casa mezclado con el sonido de las olas estrellándose contra la ensenada. La ciudad bulle con su gentío narcotizado y con ganas de juerga y desenfreno. Apoyado en la balaustrada de la terraza mira hacia el cielo: Siro, en el Can Mayor, brilla en todo su esplendor, pregona la canícula, la parte más calurosa del verano y toda Roma se concentra en la costa para aliviar el abrasador estío de la Urbs y sobre todo huir de su insalubridad. No en vano Cicerón llamó a ésta pusila Roma, o Roma en miniatura, y hasta aquí han llegado las nobles y ricas familias romanas.

Las jornadas en Bayas son agradables. La villa, desde que Pompeyo limpió sus costas de piratas, está diseñada para el lujo, el placer, el amor, el hedonismo y el descanso. El mar, el verde de los bosques mediterráneos, la sombra de su vegetación y los complejos termales hacen de este un lugar extraordinario, muy diferente a su Bilbilis natal.

La flor y nata romana se da cita en sus lujosas villas de veraneo, organizando banquetes, fiestas y espectáculos dignos del emperador, que pasa allí las largas temporadas estivales en el suntuoso palacio que ha mandado construir, en el cual incluso hay una piscina que recoge las aguas termales vecinas.

El pueblo llano se deja seducir por los encantos de la impúdica Bayas. Durante el día escapan del calor dando paseos con sus sombrillas por los aromáticos jardines cercanos al mar, bañándose en sus costas, mientras en la arena las juegan las mujeres semidesnudas a pelota, tejen guirnaldas de flores y se las colocan unas a otras, leen a Catulo, a Ovidio, a Safo, etc… Los hombres se ejercitan, charlan a la sombra de los pórticos, y unos y otras acuden a espectáculos públicos en el anfiteatro, en el ninfeo asisten a obras teatrales y juegos de agua, o duermen la siesta en las horas más calurosas.

"Algunas de las casas más lujosas de la ciudad tienen sus propias piscinas privadas, a veces enfriadas incluso con hielo"

Tras la siesta: las termas y los manantiales de azufre. Allí la tarde pasa rápida entre ejercitaciones, flirteos, masajes y baños terapéuticos en las diferentes piscinas que existen. El agua de manantiales sulfatados se desliza a través del enjambre de tuberías subterráneas para llegar a los hornos donde es calentada para abastecer el Caldarium, o piscina de agua caliente, no muy del gusto del visitante en esta temporada del año. Lo más preciado, el Frigidarium o piscina de agua fría se llena en las horas más calurosas de personas que mantienen agradables charlas mientras mitigan el calor de la tarde, se dan a conocer o ligan, pues es uno de los lugares más propicios para el amor y para el desamor, como ya nos advirtió Ovidio:

«Me resulta imposible decirte los mil lugares para la caza de mujeres. Sería más fácil contar la arena de la playa. Piensa en Bayas, la hermosa, en el amplio mar que ciñe Bayas y en sus manantiales que humean vapores de azufre. Más de uno, marchándose de allí con el corazón herido, dijo: ¡Estas aguas no son tan saludables como se dice!».

Algunas de las casas más lujosas de la ciudad tienen sus propias piscinas privadas, a veces enfriadas incluso con hielo, y se adornan con exquisitos mosaicos, mármoles coloreados y réplicas de las más bellas estatuas griegas.

"Este torbellino del lujo, lugar de desorden moral y perversión, era uno de los lugares preferidos de la alta alcurnia romana para pasar las vacaciones de verano"

Cuando anochece Bayas se transforma a la luz de las lucernas, y los burdeles del puerto se llenan de visitantes. A la casa del placer “Baulo”, que se encuentra en la ensenada entre el cabo Miseno y el lago de Bayas, llegan lujosas sillas preñadas de ricos romanos dispuestos a pasar una velada inolvidable. Las liburnas dejan de pertenecer a Marte para dedicarse a los excesos de Venus y Baco. Las fiestas privadas en estos barcos son famosas en todo el Imperio, y hoy se aprecian desde el puerto: de ellos sale la música y los cánticos beodos de los invitados.

Mientras Marcial observa las luces que la oscuridad del mar refleja, se acuerda de una de las elegías de Propercio, en la que habla del peligro de la ciudad que tiene bajo sus pies:

“Cythia, ¿todavía piensas un poco en mí, mientras en la costa de Bayas te solazas en el paseo de Hércules? ¿Todavía queda para mí algún rinconcito de tu corazón, o el rival, fingiendo un gran amor, ya te ha seducido?

Antes de perder el tiempo escuchando las palabras halagadoras de otro hombre, blandamente extendida encima de la playa tranquila —así es como las muchachas sin vigilancia pierden su virtud y olvidan sus juramentos—, paséate en barca por el lago Lucrino.

No creas que no te conozco; la fama de tu virtud está sólidamente establecida, pero en el lugar en el que te encuentras, cada amorío es una trampa […]. Márchate lo antes posible de Bayas, la pervertida; esta costa que fue funesta para tantas mujeres será fatal a un gran número de parejas enamoradas. ¡Ah! ¡Ojalá los baños de Bayas, insulto hecho al amor, desaparezcan para siempre!”.

Y es así: el relajo de las costumbres, la ostentación de las familias adineradas, la vanidad de hombres y mujeres que se dejan llevar por el exotismo y los lujos de una época del año propicia para ello y de un lugar creado ad hoc hace que —como advirtió Varrón— no sólo las solteras se conviertan en mujeres públicas, sino que también los ancianos vuelvan a comportarse como jóvenes y muchos mozos se transformen en mozas.

"Viendo cómo los romanos pasaban sus vacaciones nos viene la imagen de los ingleses en Magaluf, aunque sin balconing"

Este torbellino del lujo, lugar de desorden moral y perversión era uno de los lugares preferidos de la alta alcurnia romana para pasar las vacaciones de verano. Allí no sólo acudió la nobleza, también fue un lugar muy apreciado por poetas como Marcial, políticos y emperadores. Desde allí se urdieron diferentes tramas de la historia de Roma como el asesinato de Agripina o el complot de Pisón contra Nerón. Pero hoy yace bajo las aguas del mar Tirreno, porque como preconizó Propercio, la ciudad del vicio desapareció, debido a la actividad volcánica por la que sus aguas se hicieron tan famosas.

Viendo cómo los romanos pasaban sus vacaciones nos viene la imagen de los ingleses en Magaluf, aunque sin balconing, o los turistas de Benidorm, y es que nihil novum sub sole, y en cuestión de ocio menos.

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