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Solo integral, de Fernando Savater

Solo integral, de Fernando Savater

Fernando Savater en Solo integral (Ariel) selecciona sus cien artículos más relevantes y se responde a sí mismo con una nueva columna con la que actualiza su pensamiento. Zenda publica la introducción del autor a esta obra.

Cuando dirigía Combat (¡qué bonito nombre para un pe­riódico de opinión!), Albert Camus recomendó a sus colabo­radores el patrón del artículo ideal: «Una idea, dos ejemplos, tres cuartillas». La columna es más breve todavía (las mías, por exigencia de maquetación del periódico, son de trescientas palabras, como ya he dicho), pero también debe llevar una idea o quizá dos, los ejemplos que las apoyan, alguna broma, puede que una cita intencionada… ¿Cabe todo eso en tan pocas líneas? El dilema perverso de la columna es entre ser ligera pero vacua o rica en contenido pero amazacotada. Le pasa lo mismo que a los pintxos de mi ciudad: desde que se ha puesto de moda el peligroso concepto de la «cocina en miniatura», ya no se contentan con ser un trozo de pan con un poco de chorizo cocido o un pedazo de tortilla clavado encima, sino que acumulan capas de pescado en salsa, tomate, carne guisada, fruta confitada, escabeche…, yo qué sé más, en una tambaleante torrecilla que por lo general se desmorona pringosa al tratar de morderla. Todos los elementos por separado son sabrosos, pero juntos se anulan unos a otros y convierten la degustación en un acto circense. En general, lo difícil para mí al escribir una columna no es carecer de ideas, sino que se agolpen demasiadas hasta hacerse inmanejables. Ser parco es la prudencia del estilo; ser torrencial no es riqueza, sino desbarajuste. Los que abominan de la página impresa por sus estrictas limitaciones de espacio y prefieren los blogs o demás escenarios virtuales porque allí «se puede uno alargar cuanto quiera» es que no saben escribir o que creen al lector tan ocioso y desocupado como ellos.

En este libro he seleccionado unas cuantas de mis columnas que me parecen guardar cierta actualidad de fondo y forma, y a continuación he añadido de cada una otra de igual extensión, a modo de reflejo en el lago del presente, para prolongarla o desmentirla. Precedo esta segunda parte con la mención Col tempo…, no tanto por la canción de Léo Ferré, sino por el impresionante cuadro atribuido a Giorgione que tantas veces he visto en la Academia de Venecia: una anciana devastada por la edad pero que fue y aún sigue siendo bella… a su manera.

Como es natural, los lectores que me han hecho el favor de leerme han apreciado estos breves textos de manera dis­par. Bastantes se han sentido irritados por la «derechiza­ción» que ven en ellos. España es un país sorprendente por muchas razones; entre ellas, esta: todo el mundo es de iz­quierdas… menos los fascistas. Es una insólita característica ideológica que afortunadamente no deja tantas huellas como podríamos temer en el funcionamiento de la vida comunita­ria. Lo malo es que algunos que tenemos evidentes simpatías por la socialdemocracia, porque la consideramos una de las tres patas imprescindibles de la democracia actual (asunto sobre el que trata el último texto de este libro), detestamos la demagogia comunista y los complejos socialistas que les hacen compartirla. Y, por supuesto, no consideramos «pro­gresista» en ningún sentido de la palabra reconocer el sepa­ratismo vasco, catalán, gallego, el que sea, como una fuerza «de izquierdas» tal como la entendimos en nuestros buenos tiempos. No hay nadie más reaccionario en España que los separatistas, y cuanto más radicales, más reaccionarios, por­que amenazan con destruir la unidad del Estado, base de la ciudadanía de los libres e iguales. Pero a los intelectuales de izquierdas el separatismo solo les preocupa en la medida en que da votos a la derecha: siguen convencidos de que es un asunto «territorial», como si fuera un problema fronterizo, en lugar de considerarlo un ataque a la noción misma de ciudadanía, como el racismo o la discriminación por sexo o religión.

De modo que si ser de izquierdas es compartir los plan­teamientos y procedimientos políticos de Zapatero o Pe­dro Sánchez, debo reconocer que no soy de izquierdas. Aún más, admito negarme a eso de que combatir a la de­recha sea el primer objetivo de los progresistas, que dar la voz de alarma diciendo que viene la extrema derecha sea lícito y en cambio haya que resignarse a tener represen­tantes de la extrema izquierda en el Gobierno (prefiero sin dudarlo a Santi Abascal que a Pablo Iglesias, aunque no votaré a ninguno de los dos) y que toda defensa de identidades colectivas eróticas, religiosas o estéticas deba prevalecer sobre los derechos individuales de cada cual. Para qué hablar del absurdo de la autodeterminación de género, delito de lesa estupidez contra la biología y la educación infantil, o la disparatada suposición de que los crímenes machistas se motivan únicamente por la condición femenina de las víctimas. A los que me preguntan cómo he cambiado tanto con lo de izquierdas que yo fui, les respondo que (aparte de mi derecho a mejorar intelectualmente, reconocido incluso a tan provecta edad) la pregunta que deben hacer es cómo ha cambiado tanto la izquierda que yo conocí.

Entonces, si no soy ya de izquierdas, ¿qué soy? Me siento tan perplejo como aquel chino de la primera película de Spike Lee (Haz lo que debas, 1989) que se enfrentó a un tumulto de negros indignados cuando estaban destrozando los comercios de los blancos del barrio. Plantado a la puerta de su negocio, trató de detenerles gritando: «¡Yo no soy blanco!». «¿Ah, no? Y entonces ¿qué eres?» Después de vacilar un instante, el asediado chino repuso: «Pues… ¡seré negro!». Si no soy de izquierdas y nunca he sido de derechas — pregunten a los derechistas si lo dudan—, no tengo más remedio que ser fascista. Como acertadamente dijo Gregorio Luri en su libro La mermelada sentimental: «Hoy es fascista, y por tanto falta a la verdad e incita al odio, todo aquel que se atreve a poner en cuestión el giro lingüístico de la revolución, que es el intento de imponer la hegemonía del lenguaje políticamente correcto». De eso me temo que se encontrarán mucho en las páginas que siguen.

Fernando Savater profesor de Filosofía durante más de treinta años, ha escrito más de cincuenta obras, entre ensayos filosóficos, políticos y literarios, narraciones y teatro. Ha sido investido con varios doctorados honoris causa otorgados por universidades de España, Europa y América, y ha recibido diversas condecoraciones, como la Orden del Mérito Constitucional de España y la Orden Mexicana del Águila Azteca, entre otras.
Distinguido como Chevalier des Arts et des Lettres por el Gobierno de Francia, ha formado parte de varios movimientos cívicos de lucha contra la violencia terrorista en el País Vasco, entre ellos ¡Basta Ya!, que obtuvo el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia en el año 2000. Ha sido galardonado con el Premio per la Cultura Mediterranea en 2014, el Premio Internacional Eulalio Ferrer en 2015 y el Premio Taurino Ciudad de Sevilla en 2019. Sus libros han sido traducidos a más de veinte idiomas.

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Autor: Fernando Savater. Título: Solo integral. Editorial: Ariel. Venta: Todostuslibros y Amazon

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Gonzalo Casanova
Gonzalo Casanova
1 mes hace

¡HOLA SAVATER!

Santiago Alba Rico, desde la Tribuna de Opinión de El País, ha dicho Adiós a Savater; yo, un poco por enredar, animar el foro desde luego, quiero decirle ¡Hola Savater!, pergeñando algunas apreciaciones, lo dicho, para tertuliar.
*No entiendo la diferencia que establece Alba entre “inteligencia” y “pensamiento”; ¡que no me entero vamos!, y eso me lastra de entrada (y salida) para captar el meollo de texto.
*Por lo que he oído y leído (muy) recientemente de D. Fernando no saco la impresión de que chochee, i.e. que se halle en ostensible declive en su facultad de pensamiento, ni de inteligencia.
*La Madre del Cordero, y del carnero, y del cabrón …, y de todas las batallas, intuyo que se halla en que la izquierda radical califica como Fachosfera todo lo que no es ella, con lo que Savater ha caído en ese ámbito, al alejarse de la Casa Marxista. Y sí, arribados a este puerto mental me pongo tan repetitivo como la cadena de la bici de Indurain, y tan pesado como un Diplodocus en los omoplatos de una hormiga (el anacronismo es un añadido, gratis, a la comparación). Así que vamos al lío, a la arena del circo epistemológico.
Desde siempre ha sido moneda de circulación común, y en estas fechas más aún, que la progresía (marxismo) califique a los idearios que no lo son como falsos del todo, incluso inmorales, ideología-falsa conciencia. Que sólo Ella posee la Verdad, absoluta, y negarse a comulgar con Ella merece el exorcismo, y ser expulsado de la comunidad de los justos e inteligentes. Se entiende que en esta situación, tras supuesta transmutación ideológica, se encuentra ahora mismo D. Fernando Fernández-Savater Martín, i.e. en compañía de Milei, Ayuso, Le Pen, Trump, Meloni y demás. Esta adscripción me resulta muy fuerte, y me chirría hasta darme dentera.
En fin, a lo de siempre … A los de izquierda dura les respondo con algo que resume, como un mantra, mis contraargumentos: Kant no era facha; ni Popper, ni Vargas Llosa, ni Hayek. Vayamos a este último, que ofrece un caso transparente, con su El Camino a la Servidumbre. Este texto, como La Sociedad Abierta y sus Enemigos, es una imputación feroz, absoluta, bestial, implacable y no-irrelefante, contra el totalitarismo. Éste tiene como contenido, ante todo, al comunismo y el fascismo, porque sí, aquél como éste último es un movimiento dictatorial: no hay partidos políticos, ni elecciones, ni prensa libre, ni derecho de reunión ni expresión, ni de viajar cuando quieras, ni empresa libre etc. Bueno, esta última quizás un poco en el fascismo, “de aquella manera” y supeditada al Estado y a la Voluntad del Líder Máximo.
Por consiguiente, si D. Fernando se ha alejado mucho pero que mucho de la doctrina leninista, le arriendo las ganancias (economía), y los preceptos (ética).
Quiero en este momento dejar a un lado el caso particular, y marchar hacia lo general, ¡que no Universal! Soy consciente, y Vds. también, de que en muchos individuos, y en cierta generación, ha ocurrido a menudo que se era comunista en la juventud, y se deja de serlo en la madurez, por cierto desencanto con la utopía de la Sociedad sin Clases, que se alteró en franca distopía, según un montón analistas/historiadores. Sueños de juventud igualitaristas que acaban en el realismo político-económico de la sociedad capitalista; asunto trillado por psicólogos y sociólogos.
Pero el que uno se desplace muchísimo desde el leninismo, no implica necesariamente que arribe a la playa del extremismo diestro: hay muchísimo territorio entre ambos parajes.
En este punto del foro quiero hacer entrar en escena, desde los bastidores, a la informática. El “escenario” es el de un estupendo programa de creación de textos, en el cual le damos a “buscar”, y sustituimos todas las apariciones de “fascismo”, por “totalitarismo”. El resultado es casi el mismo, ¿no están conmigo Vds.?, que el deseado por los de izquierdas, porque el nuevo término contiene lo esencial, y deleznable, de la extrema derecha, lo que produce “vade retro”. Pero, ¡ay mi cuate, aquí hay tomate!; porque, porque …, el comunismo encaja como una mano en el guante del absolutismo [lo sé el, el vocablo huele a Antiguo Régimen, a pelucas empolvadas, pero ¡me encanta!, por su rotundidad]; ya saben Vds.: ni partidos políticos, ni prensa & empresa libres, ni elecciones …, toda la pesca.
En resumen, si acusas a nuestro donostiarra de “totalitario”, bien puede ser de fascista, o de leninista y/o maoísta; ¡ah amigo! Esto cambia completamente el panorama. Por mi parte estoy absolutamente convencido que si D. Fernando Fernández-Savater Martín se ha distanciado del totalitarismo del Tío Joe, no ha sido para arrojarse en los brazos del de Herr Adolf y similares. Como digo, entre ambos hay mucho solar, el de la Libertad.
Seamos claros, y firmes: el gran Opositor de la autocracia es la Libertad, liberalismo; el proto-liberalismo, el decimonónico, el mesoliberalismo, el ilustrado, el neoliberalismo, etc. etc.; bueno quizás el ultraliberalismo no, aunque he de admitir que no sé muy bien qué significa esto. Si apunta p.ej. hacia Milei, ¡hum!, de acuerdo, esto ya no es la Ilustración, sino más bien Ayn Rand.
Aquí, si me lo permiten Vds. amables lectores (¿hay alguno por ahí?), añado un elemento personal. Hacía decenios que no me “encontraba” con Ayn Rand, y en los últimos meses me sale hasta en la sopa (como Kant, pero en este caso, es agradable). En este respecto, al ver en la reunión Trump- Milei, y el buen rollo entre ambos, “pensé” que quizás el segundo “pensaba” que el primero es como Howard Roark, Francisco D’Anconia, Hank Rearden, o John Galt; esto es, Trump como capitán de la industria, un creador, un héroe del capitalismo de Mrs. Rand. ¡Glub!, no porque Javier mantuviera tal imagen de Donald (no me refiero al pato), sino por la inquietante posibilidad de que muchos ciudadanos yanquis, subconscientemente, la compartieran, y votaran de acuerdo a ella; ¡más glub!
Ya que estamos con Javier el argentino, uno de los “similares” a Savater, según las gafas de Santiago Rico et alii …; sus declaraciones me resultan muy dispares con mi keynesianismo, pero ¡hay algo! Su Ministerio de Capital Humano me resulta familiar, cercana a la tesis del crecimiento endógeno de Paul Romer, a Samuelson y Nordhaus; estos dos últimos declarados keynesianos. Es bien conocido esto, i.e. el progreso es causado por una población bien formada/educada, en especial en ciencia y tecnología: Japón, Silicon Valley …, y no por las riquezas naturales (materias primas). Tesis que apoyo ciento por ciento por ciento; si Alba Rico conecta a nuestro guipuzcoano con Milei por este apartado, desde luego no puede catalogarle de “fanático”, de diestro extremo.
Otra vinculación malhadada de “Adiós Savater” es con Isabel Natividad Díaz Ayuso, de quien me ubico “allende” asimismo, por mi economía Social de Mercado. Pero lo que lo oigo y leo de ésta (no me meto aquí a juzgar su práctica política concreta: del dicho al hecho hay mucho trecho) es: cultura del esfuerzo, ahínco, empeño, perseverancia, emprendedores, individuos hechos a sí mismos sin subvenciones ni paguitas, ethos del trabajo etc. etc. Bueno, pues todo esto me suena, sencillamente, a ethos calvinista, a Max Weber, por ello a años luz de los dictatoriales, sean fascismo o comunismo. Si la acusación de fanático para nuestro donostiarra viene por este perfil, ¡pues tampoco vale!
¡Fachosfera!, sí, con la Fachosfera hemos dado, Sancho; o mejor dicho Sánchez. Éste, como muchos otros de la zurda, en especial los brahmanes, ha dado en meter en ese Universo intelectual (me temo que ens fictionis) a todos Los Que No Son De Su Cuerda. Ergo, también nuestro Savater cae dentro de ese círculo del Infierno (Dante).
Pues no, tampoco compro esto; porque si sustituimos, a través de nuestro programa informático, Fachosfera por Totalitarioesfera (¡menudo ”palabro” me he sacado de la manga!), lo cual conserva completamente su rasgo de negatividad & abominación, en tal caso Savater no encaja ahí; ¡quién si lo hace, estupendamente es D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón! ¿Y por qué, me demandarán Vds.? Pues muy sencillo, tíos, por la inclinación de éste hacia el materialismo histórico y su dictadura del proletariado; los liberales (proto-, meso-, clásico, neo-, ultra no) son los paladines genuinos en la Cruzada contra las dictaduras, fascistas o comunistas.
Llegamos a la conclusión, si he derivado bien de las premisas (¡espero no haber olvidado mi lógica aristotélica!), de que la Gauchesfera (de gauche divine, no de gaucho) ha fabricado un producto con su imaginación calenturienta, debido a fiebres autocráticas, al que ha bautizado de Fachosfera; en ella pretende, desde la atalaya de la supuesta superioridad ética, introducir a todos los Otros. Pero, ¡qué vueltas da la vida, y la epistemología!, los zurdos son quienes están metidos en la, renombrada, Totalitarioesfera, con Lenin, el Tío Joe, Stalin, Fidel Castro, Mao-Tse-Tung y, y …, el tipo ése que manda en Corea del Norte (¡nunca me acuerdo de cómo se llama!). ¡Ah!, ¡dioses del Olimpo! Hete aquí que Edipo (Pedro Sánchez) buscaba angustiosamente al asesino de su padre Layo, el asesino que con su pecado ha causado la plaga en Tebas, ¡y es el mismo! Él, Edipo, por su hybris, ha traído la desgracia a la ciudad; y ante la horrísona desvelación ¡se saca los ojos! Bueno, como kantiano, no deseo que Pedro se libre a sí mismo del sentido de la vista; más prudentemente, menos trágicamente, pido por favor que los totalitarios no acusen a los libertarios, de ser como ellos. Resulta que en esta Esfera, autócrata & dictatorial, quienes se tocan (aunque no extremeños) son los franquistas y los comunistas: ambos repudian la democracia liberal burguesa representativa ilustrada. En esos regímenes absolutistas, el zurdo y el diestro, el “demos” no decide, no escoge, no vota; está callado subordinado a los dictámenes, ¡infalibles como si fueran papales!, del Supremo Líder; y si abren la bocaza, son enviados a cierto archipiélago, donde no hay corales ni aguas cristalinas (Gulag).
Bueno, apuesto un millón de sestercios (que no tengo, y que tendré que pedir prestado a mi capitalista banco) a que nuestro vasco va por los senderos de la Libertad (no ultra), i.e. jamás podría ser encajado en la Totalitarioesfera, y por tanto tampoco en la Fachosfera, que está subsumida en la aquélla: pura lógica de diagramas de Venn. ¡Cielos!, cuántas Esferas, y ni siquiera son las celestes de Pitágoras y Aristóteles. Miren Vds., por simplificar, yo abogo por la terminología anterior: los marxistas (comunistas) vs. los liberales ilustrados, los dictatoriales (con los fachas dentro) vs. los demócratas burgueses; así, con estos vocablos, no me pierdo, y no necesito brújula política para orientarme en esta jungla de neologismos.
Ahora me voy a meter con una noción propia de la filosofía de la ciencia (e.g. Lakatos), que a pesar de ello estimo iluminadora en este duelo entre diestros y zurdos: las hipótesis ocultas. Mi prisma, compartido por muchos autores (incluido Savater), es que frecuentemente, por no decir siempre, en este enfrentamiento ideológico se concede la posición moral más elevada a los del materialismo histórico; ¿por qué?, pues es otra pregunta del millón, casi equivalente a por qué la intelligentsia & artistas se suman al leninismo o maoísmo. ¡Que me aspen si poseo una clara contestación! Pero, como es habitual en mí, cuento con algunas suposiciones; antes que nada, ¿quizás lo fundamental?, el comunismo es un movimiento de liberación, de igualdad de todos los Hombres, de solidaridad y eliminación del clasismo, incluso con similitudes con la caridad cristiana. Por el contrario el capitalismo es la búsqueda del lucro estrictamente individual, conseguir beneficios Tú, no la Colectividad; su principio es el egoísmo, sin duda, por mucho que Adam Smith aduzca que la suma de ambiciones personalísimas tiene como resultado el Bienestar común. Ciertamente uno de estas doctrinas tiene las trazas del Malo, del que dice al pueblo asalariado: ¡que te den por saco!; y el otro es el Bueno, el que atiende a los perjudicados. Sí, quizás por esto (“pose” susurrarán los mal pensados, que los hay y muchos), hay una petito principii en toda esta bronca, esto es (hipótesis oculta), se “medio acepta” que hay desigualdad económica injusta, Muchapástez y Pocapástez, de manera que el apologista del Mercado se encuentra en la parte de debajo de la colina, atacando la cúspide, ocupada por la Dictadura del Proletario; ¡ni Napoleón contraría con posibilidades de triunfo! Esto es como dar ventaja al enemigo, sin duda.
De otro modo, y con otro ejemplo típico-tópico … Se cuenta con el tablero y las fichas, pero, pero …, casi subconscientemente se otorga la elección de las reglas del, juego a los zurdos, y éstos escogen las de las damas, y no las del ajedrez, ¡porque ahí son más hábiles!, y es su terreno, en el que fácilmente pueden ganar. Estoy convencido de que existe una extendida percepción social (suposición, no hecho corroborado) en la que burgueses/industriales/capitalistas sólo aspiran a satisfacer su propio Interés (¡no sería contrario a los criterios de Adam Smith!), y para ello exprimen a los currantes.
Si seguimos por esta vereda doctrinal, todos los no-economía marxista, son deshonestos, y, y, … ahora se elige denominarlos “fachas”, en vez de emprendedores. Una hábil jugada terminológica, con un carro de réditos político/ideológicos; ¡buena jugada en el tablero de damas, por parte de los colectivistas!
El movimiento que sugiero para este tablero está claro: sustituir “fascista” por “totalitarista”, y con ello los del materialismo histórico también son nocivos; ¡lo cual no transmuta a los chicos del buen escocés (Adam Smith) en honestos! ¡Menudo panorama hemos organizado!, esto es lo contrario de Frank Capra o Leo McCarey, porque ni uno de nuestros congéneres es decente: unos egoístas, otros dictatoriales; una vez más hemos entrado en el ecosistema de Los Lobos (Hobbes), ¡ay, ay, ay!
Si excarbamos buscando algún metal precioso en superficie, opino que lo hallamos, i.e. no conceder una premisa subconsciente: el marxismo trata a los seres humanos de forma kantiana, como fines y no como medios; porque los encarcelamientos y fusilamientos sin juicio, los campos de reeducación, la eliminación de derechos a los burgueses, la censura, el Gulag etc. no son arquetipos de ética.
Izquierda radical: comunistas vs. fachas.
Liberalismo ilustrado: democracia burguesa representativa vs. autocracias.
¡Escojan Vds. las reglas para el juego en el tablero de la economía, la política, y la Historia!

Por la presente declaramos a D. Fernando Savater libre de toda culpa de fanatismo y fachosferismo, y en pleno uso de sus facultades mentales, las cuales le han conducido a la Libertad, económica (Adam Smith), política (Montesquieu), y moral (Kant).