Harut es un líder indispensable, sólo él conoce cómo llegar a una aldea aislada del mundo exterior y fundada por armenios supervivientes de las matanzas contra ellos perpetradas por los turcos en 1896 y 1905. La aldea escondida, de Susanna Harutyunyán (1963), publicada en por Armeania editorial en español, nos sumerge en la rutina de las costumbres armenias, en la ruralidad radical y la enigmática reacción de estos armenios cuando aparecen por la aldea nuevos emigrantes escapando del genocidio de 1915. La novela mezcla dilemas éticos comunitarios, el peso del linaje, la fragilidad de la acogida y la memoria de la catástrofe.
Nadie puede enterarse de dónde está la aldea, solo sabemos que está en alguna orilla del lago Seván. El lago es la fuente de agua dulce para Armenia, rodeado de montañas suaves, casi en la cumbre de la tierra, a 1.900 metros de altitud. La aldea se fundó bajo las ruinas de una antigua aldea árabe, por donde aparece un día Najshún, una joven armenia embarazada de gemelas tras una violación de un turco durante las matanzas de armenios cometidas por los turcos. Aquí se enraíza el relato y atenderemos a la reacción y decisión de la comunidad hacia esta muchacha y sus gemelas, empezando por la partera Sató.
Esto no es un lago, Harut, querido, es lo que ha quedado del diluvio de Noé, es la última gota de la ira de Dios…
La novela nos muestra cómo es la experiencia de buscar y encontrar refugio tras una desgracia. La novela tiene un tono bíblico doliente y puntiagudo, quizá necesario para plasmar tanto sufrimiento sin regodeo. La autora nos va dando pinceladas sobre lo que supuso para los habitantes de la aldea la casi desaparición de los armenios en su tierra en las sucesivas desgracias. Los personajes nos dicen qué vieron y qué recordaban de aquellos tiempos.
Los turcos habían entrado en el convento y matado a todos, incluido al cura. Habría hecho beber su sangre al hijo, quien había perdido la razón al instante.
No es una lectura fácil, no abundan las descripciones largas, ni las largas conversaciones. Solo lo necesario. El lector tiene que ser capaz de construir lo que queda de lo que la autora nos muestra. Sin embargo, sí abunda la simpleza y radicalidad de la vida mientras nadie mira: la sangre, bebés que mueren antes del parto, los cuchillos preparados, la violencia sin justificación, la crudeza de un mundo rural autoimpuesto para sobrevivir en un siglo XX tras un desastroso inicio de siglo para los armenios. Pero también la novela tiene escenas que relucen y nos dan un respiro.
Harut fue testigo de la magnificencia que solo el duelo oriental posee: canto, llanto, promesa, súplica, expresión de amor, esperanza y desesperación…
El lector siente cómo le observan los lagartos, puede acariciar la textura de las crines de caballos sucios, y puede oler la harina frita. Harutyunyán nos muestra los cuerpos imperfectos, los embarazos complejos, la muerte de fetos, bebés, jóvenes y viejos. El libro está lleno de animales: vacas, zorros, bueyes, caballos, ovejas, buitres, lobos, osos, serpientes y gansos. Animales y seres humanos conviven, se encuentran y sobreviven en la aldea.
Harutyunyán se sumerge en las trifulcas diarias de amantes, madres, padres, hijos, religiosos, soldados y de toda una aldea armenia mientras estas viven ajenas a lo que sucede el mundo exterior. La aldea escondida es un experimento literario que nos invita a reflexionar sobre si son estas trifulcas lo que crean y tejen una comunidad y si reside en ellas cierto encanto para garantizar la continuidad de una comunidad, de un pueblo.
La aldea escondida ayuda a entender la necesidad de apoyarse en la comunidad para sobrevivir. Busquen a la contadora de historias Vastó, una voz que acompaña durante varias generaciones como ejemplo de la necesidad de la tradición oral, de transmitir valores, leyendas, mitología; en definitiva el pensamiento y la imaginación que nos hacen ser seres humanos.
Escuchemos a Susanna Harutyunyán.
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—¿Qué le atrajo a elegir el lago Seván como escenario central?
—Para ser sincera, no hice una elección especial. Escribí sobre el pueblo donde nací, situado a orillas del lago Seván. La novela tiene un cierto componente autobiográfico, ya que tanto la historia del pueblo como la de los héroes son reales. Los prototipos de los héroes son mis amigos y vecinos, que vivieron esos horrores, se refugiaron en nuestro pueblo y siguieron viviendo, arrastrando su dolor a lo largo de sus vidas.
—¿Cree que el aislamiento en algunas ocasiones puede ayudar a sanar las heridas del pasado?
—El aislamiento de los héroes de la novela implica una huida de la vida, algo que constantemente afecta a la gente. El pueblo aislado del mundo es un refugio para los desafortunados a quienes Harut descubre y, tras rescatarlos, los lleva escondidos en una carreta al pueblo. Por cierto, Harut es un personaje real. El tío de mi abuelo era sin duda una autoridad en su pueblo, pero como no tenía familia ni hijos, mi abuelo cambió su apellido a Harutyunyán para que el nombre de ese buen hombre no desapareciera con su muerte. Cambié los nombres de los demás héroes, pero no sus destinos. Existieron.
—¿Qué cualidades posee el pueblo armenio que le ayudan a sobrevivir a un desastre tras otro?
—Creo que la tenacidad para vivir.
—En su libro, a menudo nos encontramos recién nacidos a punto de desaparecer, mujeres embarazadas doloridas y muchos huérfanos. ¿Qué nos quiere decir Susanna?
—Desafortunadamente así ha sido la demografía de nuestro pueblo durante los últimos doscientos años: huérfanos y mujeres. Lo mismo sucede ahora como resultado de las guerras de Karabaj, la mano de obra migrante y la emigración. Las mujeres refugiadas de nuestro pueblo a menudo lloraban la pérdida de sus hijos, hermanos menores y hermanas y nueras embarazadas asesinadas, crímenes que habrían presenciado. Esas pesadillas los acompañaron para siempre, y sentí la necesidad de escribir sobre ellas para que el recuerdo de esas personas perdurase de alguna manera. Vivir por ellos.
—¿Son la vida rural y las tradiciones una vía de escape en esta novela a los horrores que vivieron los armenios en 1915 y también de otros tipos de dolor?
—Hasta cierto punto sí, distraen a la gente de su dolor; tradiciones como visitar tumbas, celebrar días de luto o festividades religiosas crean una ilusión de comunicación con los familiares fallecidos y se convierten en un consuelo.
—¿Está trabajando en un nuevo libro que pronto podremos leer también en España?
—La novela Los cuervos antes de Noé (que es como se titula la novela originalmente) se publicó en 2015, tras lo cual he publicado cuatro libros más, y este año también se publicará el quinto: novelas, relatos y cuentos. En 2023 se publicó mi novela El último caballo de Andranik, que narra cómo los supervivientes del genocidio lucharon por Armenia y por sus propias vidas. Esta novela abarca la historia de la Armenia moderna desde 1918 hasta 2020: los enfrentamientos armenio-tártaros, y posteriormente azerbaiyanos, entre 1918 y 1919, hasta la llegada de los comunistas, el exilio estalinista, la Segunda Guerra Mundial y la COVID-19. Se tradujo al francés y se publicará en 2026. No sé si algunas de mis otras obras o El último caballo de Andranik se publicarán en España.




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