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¡Te amaré, bandido samurái!: La historia confesada de las canciones de Miguel Bosé

¡Te amaré, bandido samurái!: La historia confesada de las canciones de Miguel Bosé

Miguel Bosé, cuyo último álbum Unplugged se publicó en el 2016, se ha dedicado en este tiempo a asomarse al pasado, a contemplar su intensa vida en tono confesional y evocar algunos temas de su larga carrera discográfica. Es lo que ahora nos ofrece Historia secreta de mis mejores canciones, y hemos de decir que esta obra empieza justamente donde terminaba la anterior, esas memorias tan minuciosas tituladas El hijo del Capitán Trueno. Porque él es, y así se reconoce y hasta lo canta en una canción, el hijo díscolo o errado del torero y macho alfa Luis Miguel Dominguín, un héroe nacional al que le irritaba la sensibilidad femenina de su primogénito, un hijo que tanto le decepcionó como Miguel Bosé cuenta en su biografía.

Si esas memorias acababan cuando está a punto de grabar su primer disco, Historia secreta de mis mejores canciones coge el testigo temporal y se inicia precisamente ahí, en 1975, con el álbum Linda: explicando el origen y la historia de «Mi libertad», canción que, como una declaración de intenciones, abre el disco. Estamos, pues, en el terreno de la confesión y las confidencias; entramos en un tiempo, en unas páginas que nos pueden servir para aventar tanta confusión —dimes y diretes— que sobre Bosé ha existido. Son recuerdos, confidencias, anécdotas que, como letrista de sus canciones, el cantante va desgranando, y que nos iluminan o nos dan otra perspectiva de esas canciones que conocemos.

"Aute contó la historia íntima de esa canción, todo un poema, y yo ahí le pregunté por ese verso que me gustaba e inquietaba de mi memorable cuerpo de arena y campanas"

No es algo nuevo el interés del público por relacionar vida y obra de los autores que admira. En la literatura los lectores se suelen preguntar qué parte autobiográfica hay en la novela que tienen entre manos, en qué personaje se ha reencarnado —o aproximado— el autor o qué experiencias de su vida ha recogido en esas páginas de ficción. En la música sucede algo parecido. En mi larga carrera periodística siempre me preocupó este asunto. Me acuerdo bien que cuando le hacía la entrevista de turno a Víctor Manuel por su nuevo álbum, la mitad del tiempo nos dedicábamos a explicar el origen de cada una de las canciones, y siempre acabábamos con un estribillo que el cantante ya repetía sonriente y con complicidad: «¡Esta es la canción que le dedico a Pilar!». Como hombre y compositor fiel, en cada álbum solía incluir un tema para Ana Belén.

Cuando escribí la primera biografía de Luis Eduardo Aute, en aquella colección ya mítica de «Los Juglares», una vez ya rememorada su vida casi completa, los tres últimos días los dedicamos a repasar sus canciones una a una: el origen, la causa, el motivo, la inspiración, la anécdota de esos temas, álbum por álbum. Por suerte para el afectado, entonces no había editado más de un tercio de los discos que completan su producción. Recuerdo perfectamente —lo estoy viendo— la explicación de «Recordándote», una de sus más bellas y desconocidas canciones. El breve tema evoca su adolescencia y ese primer amor que nos traslada a otro mundo y que nunca podrá olvidarse. Tras apagar la grabadora, Aute contó la historia íntima de esa canción, todo un poema, y yo ahí le pregunté por ese verso que me gustaba e inquietaba de «mi memorable cuerpo de arena y campanas». Parece una imagen surrealista, pero tiene una explicación muy clara en la memoria personal. El tema evoca —pura nostalgia— un amanecer acompañado a la orilla del mar en Salou, una larga playa en uno de cuyos lados se levanta una iglesia: arena y campanas, pues, y una piel recién alborotada. La canción, por cierto, acaba con un solo de violín que recrea las notas del estribillo de «Yesterday»: «Yesterday love was such an easy game to play…». Sin duda, ayer el amor era un juego fácil de jugar.

"Ahora y aquí le ha tocado el turno a Miguel Bosé, que no ha esperado a que alguien ajeno contara lo que él sabe mejor que nadie"

Y ya que han surgido tan casualmente los Beatles diremos que las letras de sus primeras canciones son, en el fondo, tópicas, propias de la música de la época, intercambiables, similares a las de cualquier otro grupo de Liverpool, aunque haya alguna referencia —de perfil— a la propia biografía de Paul o de John. A partir de su encuentro con Bob Dylan empezarán a tener mayor textura e implicación personal sus letras y, por lo tanto, la vida emocional de Paul y John, y sus experiencias quedarán reflejadas en las nuevas canciones. El ejemplo más evidente —exhaustivo, pura información— es «La balada de John y Yoko».

No es infrecuente, por lo tanto, que siempre haya habido libros que traten de explicar la historia que hay detrás de las canciones de los grandes nombres, como puede ser Bob Dylan, los Rolling Stones, Nick Carver, Leonard Cohen o los propios Beatles, aunque casi siempre contado por algún crítico o experto musical.

Ahora y aquí le ha tocado el turno (no nos hemos olvidado de él) a Miguel Bosé, que no ha esperado a que alguien ajeno contara lo que él sabe mejor que nadie, y ha escogido 60 canciones de 17 de sus veintitantos álbumes grabados para hablarnos de sí mismo, de sus aspiraciones, de sus temores, de sus alegrías y miedos a través de esas canciones. Todas, incluso las más objetivas, tienen un germen personal.

"Mi libertad fue la primera canción que interpretó Bosé en un escenario, una especie de decálogo para su generación: ¿qué se busca en la libertad? La pregunta era oportuna"

A bote pronto, podríamos dividirlas en tres apartados: las canciones que dan testimonio de sí, de sus ideas y de su identidad; las canciones medicinales (la escritura como desahogo), esas que sirven para mitigar un dolor, aliviar unas zozobras o superar un desencanto, normalmente amoroso, ya que —y así se vio en El hijo del Capitán TruenoMiguel Bosé ha sido una persona muy enamoradiza y con enorme éxito entre las mujeres y los hombres; y en tercer lugar, las canciones que cuentan una historia. Habría que señalar que hay una palabra —una idea— que se repite, como una sombra orgullosa, como seña de identidad, en la trayectoria musical de Bosé: samurái, que es tanto un guerrero japonés, o un militar de élite, como aquél que sirve.

Pero vayamos a las canciones de este ameno, tentador y clarificador libro. Escojamos unas pocas como ejemplo y aperitivo lector: «Mi libertad» fue la primera canción que interpretó Bosé en un escenario, una especie de decálogo para su generación: ¿qué se busca en la libertad? La pregunta era oportuna. El tema está escrito —no lo olvidemos— en 1976, nada más morir Franco, en un tiempo que se asomaba la democracia y empezaban a soplar los nuevos aires. En la canción se habla, y así lo confiesa, de esas pequeñas necesidades que había que conquistar cuando «ser moderno consistía en ser revolucionario».

El éxito, un éxito apabullante, le llegó demasiado pronto y pilló desprevenido a un Miguel Bosé aún muy joven que comenzó a tambalearse. Y es por eso por lo que, en un ejercicio de autoafirmación —hacía yoga y meditación— escribió «Creo en ti», que es una oración dirigida a sí mismo, una canción de autosuperación, como lo será después «Voy a ganar», en unos años en los que —centrado en su carrera internacional— las expectativas sobre Miguel Bosé rozaban lo superlativo.

"En 1980 escribió Te amaré, que consideramos una de las mejores canciones de Miguel Bosé, una de las más hermosas canciones de amor en español"

En «Super Superman», con la letra en inglés, hay una alusión a la homosexualidad que no todo el mundo detectó, mientras que «Horizonte de las estrellas» está dedicada a su hermano Juan Luis, que murió a los dos meses de nacer, «dejando esta tierra para convertirse en una estrella». Y «Don Diablo» es un intento, divertido y juguetón, de explicar a su sobrina Bimba, entonces una niña de cuatro años, qué es el diablo para que no se quedara con la pregunta en la boca.

No vamos a comentar aquí las 60 canciones del libro, pero sí resaltar la publicación de dos álbumes claves en la trayectoria de Miguel Bosé: Bandido, de 1984, y el siguiente, Salamandra. El primero es una obra innovadora musicalmente y con otro tipo de letras. Se inicia con una declaración de intenciones: «Abrir y cerrar», o sea cerrar una etapa y empezar otra. En estos dos discos hay temas míticos, como «Amante bandido», escrito tras una muy profunda crisis; y «Sevilla», una historia de amor trágico en el barrio de Triana, con ecos de Lorca y Quintero, León y Quiroga, los autores de las coplas más famosas. «Salamandra» constituye otro homenaje (esta vez a la autora de Memorias de una cantante alemana), mientras que «Amapola bésame» es una clara alusión a la droga, que tantas muertes trajo en su generación («muy pocos consiguieron salir de ella, y a un alto costo», confiesa) y «Lento», una de sus canciones sobre el sexo, aunque la más erótica —casi porno, como matiza— es «Morena mía».

Hemos dejado para el final tres canciones claves: «Libre ya de amores», cuyo título lo dice todo, y así lo explica Miguel Bosé: «Libre de temores y libre ya de amores, finalmente. ¡Aleluya!»; libre para comprender que «la vida había vuelto y era más bella de cómo la recordaba». El otro tema, «Estaré», es el único original de su último álbum hasta la fecha, y está dedicado a sus hijos: «Es un legado, es un pacto, es el mapa del tesoro. Es un canto a la paternidad, al amor de los padres, el más elevado de todos».

Son temas de su etapa final. Muchos años antes, en 1980, escribió «Te amaré», que consideramos una de las mejores canciones —letra, música e interpretación— de Miguel Bosé, una de las más hermosas canciones de amor en español. El propio autor reconoce su pureza y confiesa que está escrita desde el corazón. «Nunca he vuelto a escribir ningún texto de amor a la vez tan sencillo y tan poderoso… Jamás volveré a escribir nada igual». Ya sabemos, el amor a los 20 años: «Hasta el último momento, a pesar de todo, siempre te amaré».

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