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Tóibín: «El drama en Thomas Mann es la distancia entre vida interior y pública»

Tóibín: «El drama en Thomas Mann es la distancia entre vida interior y pública»

Como ya hizo con Henry James, el escritor irlandés Colm Tóibín biografía la historia de Thomas Mann en su nueva novela, El mago, donde, entrando en la mente del autor alemán, muestra la distancia entre su vida interior y su vida pública, algo que ve como un «drama», según ha explicado en una entrevista con Efe.

Tóibín empezó hace muchos años a leer las obras de Mann sin «saber absolutamente nada de él, pero eso cambió cuando se publicaron por primera vez sus diarios en Alemania en 1975 y luego en los años ochenta en inglés, modificándose por completo esa percepción que se tenía de él de personaje estable y sólido».

En El mago, publicado por Lumen y Amsterdam en catalán, el lector se adentrará por los vericuetos de una peripecia vital, pero también recorrerá todo el siglo XX, muy marcado por la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el ascenso del nazismo y todas sus consecuencias. Con una prosa precisa, el lector conocerá tanto al padre de seis hijos que escondía su homosexualidad como su matrimonio con la brillante Katia Pringsheim, o sabrá de los componentes más autobiográficos de obras canónicas de la literatura universal como Los Buddenbrook, Muerte en Venecia y La montaña mágica. En todas ellas, a juicio de Tóibín, está «la idea de recomponer algo después de una pérdida».


El novelista, que en su larga y reconocida trayectoria también se ha atrevido a trazar un retrato humano de la Virgen María, asegura que «lo más sorprendente de los diarios de Mann —que tenía encerrados en una caja fuerte— es esa persistente vida erótica homosexual en un padre de seis hijos, así como lo que allí registra, sin hablar en ningún momento de otra mujer que no sea su esposa, aunque sí habla de un montón de jóvenes». «Ahí está el drama de un personaje con esa distancia entre su vida interior y su vida pública», proclama.

Para poder entrar hasta lo más hondo del Premio Nobel de 1929, reconoce que buscó mantener «la intimidad de todo, incluso de los grandes acontecimientos históricos. Se trataba de no salir de la mente de Mann, lo que fue un reto, porque es una época muy pública». Thomas Mann, agrega, era alguien «con fachada de académico, sin serlo; parecía muy estable, sin serlo para nada; era padre de seis hijos, pero a la vez homosexual. Todo lo que se sabía de él era también lo contrario. Al final, me pregunto si esto no nos pasa a todos, que hay una distancia entre lo que pensamos de verdad y lo que mostramos a los demás y, en este sentido, la novela es un medio ideal para enseñar esta brecha«, reflexiona. Aunque considera que esto también se pueda hacer en el cine o en el teatro, la narrativa «es ideal para rellenar ese hueco». «Sin ese hueco, igual Thomas Mann no sería el que conocemos y el que escribió lo que escribió», apostilla.

«Una de las cosas que más me interesan de él —argumenta— es cómo cambia. Como pasa de ser monárquico a estar a favor de la democracia y a convertirse en enemigo acérrimo de Hitler y luego, en 1941 en Estados Unidos, es una figura muy importante, que cae muy bien a Roosevelt. Esta idea de que no fuera una figura monolítica, su dinamismo, también me parece muy importante».


Tampoco ahorra describir desde dentro lo que debió de sentir cuando le concedieron el Premio Nobel de Literatura, en un momento muy complicado, que le llevó «a estar en un brete, a convertirse en una diana».

Y no esconde algunos trucos empleados para atrapar al lector, como crear el personaje de un quiosquero de derechas y gruñón para confrontarlo con Mann a la hora de hablar de la guerra y del papel de Alemania o de su hermano Heinrich, muy crítico con el militarismo y el autoritarismo. Absolutamente fascinante es otro fragmento de la novela, cuando narra la radiografía que le hacen al escritor en Davos y lo que siente al verse a sí mismo, «la sensación de haber entrado en el santuario interior de un lugar sagrado», sin ahorrar cierto toque erótico.

La novela es, asimismo, la historia de un matrimonio, desvelando que cuando pensaba en el perfil de Katia tuvo claro que «no la iba a convertir en la triste esposa de un hombre homosexual» y que debía consignar que era una mujer que venía de una familia muy bohemia, de judíos asimilados, que creció en una casa siempre llena de artistas. «En la época de la que hablamos, que es la de Sigmund Freud, tener un marido homosexual no significaba nada para ella», asevera.

Preguntado por lo que tiene en común con Thomas Mann, revela Colm Tóiblín, que, igual que ocurría con Henry James, su otro biografiado, los tres son el segundo hijo de una familia de cinco hermanos.

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