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Un Bécquer sin tópicos

Las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer son obras fundamentales no solo en las letras decimonónicas españolas, sino en la entera historia de la literatura hispánica. En su virtud, quince relatos de este subgénero escritos por el sevillano comprende el volumen que se ha incorporado en 2023 a la serie de clásicos que publica la Real Academia Española. La edición se encomendó a Joan Estruch Tobella, acreditado experto en el autor que ha llevado a cabo su tarea con la esperable competencia y fiabilidad de quien editaba en 2004 sus obras completas, y de quien es hoy por hoy el filólogo que, junto a Jesús Rubio Jiménez, registra más aportes bibliográficos rigurosos para el conocimiento de su biografía y de su literatura, entre ellos su tan remarcable y desmitificador libro Bécquer: Vida y época (2020).

Ha optado Joan Estruch Tobella por no recoger en el tomo las leyendas que no representan tanto, como sí lo hacen las seleccionadas, las pautas del subgénero que mejor identifican las estrategias textuales becquerianas más sostenidas. Por consiguiente, no se han incluido los relatos de temática oriental, concretamente hindú, ni los relatos contemporáneos al autor, sino aquellos que pivotan en torno a tradiciones populares, exaltan el catolicismo y se contextualizan en tiempos medievales, lo que no obsta para que Bécquer refleje críticamente entre líneas situaciones coetáneas.

"Las leyendas vienen a corroborar que Bécquer no fue un escritor romántico rezagado, como hace décadas se explicaba, sino un escritor inscrito en las coordenadas del realismo"

Los quince escritos escogidos no fueron fruto de un proyecto global, lo que no está en contradicción con que respondan a un proyecto político pro católico en consonancia con su libro Historia de los templos de España. Tampoco iban a elaborarse de manera correlativa. Aparecieron en un espacio de cuatro años, entre 1860 y 1864, en tres publicaciones, una de prensa política (El Contemporáneo) y dos en sendas revistas de divulgación cultural (Crónica de Ambos Mundos y La América).

A falta de manuscritos becquerianos, el editor ha acudido a las antedichas fuentes periodísticas, en sus primeras versiones, para establecer el texto que fija y publica, no sin cotejarlo con el del conjunto de la escritura becqueriana que tan bien conoce. Las leyendas vienen a corroborar que Bécquer no fue un escritor romántico rezagado, como hace décadas se explicaba en clase de acuerdo con los manuales al uso, sino un escritor inscrito en las coordenadas del realismo, de ahí que su obra triunfase justamente en una época dominada por el realismo literario.

"Joan Estruch Tobella vuelve a deconstruir en sus explicaciones, y esperemos que el desmantelamiento sea para quedarse, los tópicos básicos tan infundados como difundidos que siguen proliferando sobre la figura de Bécquer"

Entre las notas generalizables destaca Joan Estruch Tobella el hecho de que las leyendas no pueden desligarse de la actividad periodística becqueriana, y si constituyen una renovación del género se debe en buena medida a que presentan condicionantes periodísticos que influyeron en él, y que el escritor implementó, por ejemplo el de escribir sus textos teniendo muy en cuenta el medio en el que se publicaban; la aparición por entregas, la cercanía de ciertas fechas señaladas en el calendario y el perfil de la mayoría de los lectores posibles para mejor comunicarse con ellos desde la propia escritura. En las leyendas se perciben pocos trazos de literatura fantástica propiamente dicha, con objeto de no aminorar la verosimilitud. Las más conseguidas son aquellas en las que se evidencia más la proyección personal, en ciertos casos a vueltas de que el narrador imposta la función de estudioso de las tradiciones populares lugareñas y comarcanas, además de sentirse concernido en las problemáticas sobre las que discurre.

A vueltas de su edición, Joan Estruch Tobella vuelve a deconstruir en sus explicaciones, y esperemos que el desmantelamiento sea para quedarse, los tópicos básicos tan infundados como difundidos que siguen proliferando sobre la figura de Bécquer en el imaginario más común y desactualizado. Los empezó a construir el periodista Ramón Rodríguez Correa en el prólogo que antepuso a la edición de las Obras del poeta que se publicaron con carácter póstumo en Madrid en 1871, el año siguiente a su muerte. El prologuista dejaba asentada una visión biográfica que ha perdurado más de un siglo.

"Bécquer se implicó decididamente en política, siempre en el bando conservador, llegando a ser cronista parlamentario, a aceptar el puesto de censor de novelas, y a descender a las cloacas con la caricatura e incluso el libelo"

La imagen resultante fue que el autor de las Rimas venía a ser lo más parecido a un individuo hipersensible y marginado, una persona anacrónica, negada para afrontar los prosaicos avatares de la sociedad de la época, en los que habría sido un tan atractivo como penoso perdedor. También aparecía retratado, fruto de una traslación indebida entre vida y poemas, como un cándido incomprendido en su relación con la mujer, a la que consideraba sinónimo de la poesía misma, lo que iba a contribuir a crear un imaginario femenil perfectamente revisable y por supuesto contestable, hoy más que nunca.

Sin embargo, Bécquer se implicó decididamente en política, siempre en el bando conservador, llegando a ser cronista parlamentario, a aceptar el puesto de censor de novelas, y a descender a las cloacas de la política con la caricatura e incluso el libelo. Pese al señuelo de la ingenuidad y candidez amorosa que pudiera desprenderse de muchas de las Rimas, la imagen de la mujer suele verse malparada en sus versos, a costa de la cruda misoginia que destilan.

"El pavor lo encarna el personaje de Beatriz, a la que Bécquer hace sentir de manera admirable los poderosos y sobrecogedores terrores nocturnos que la acongojan"

Algunas leyendas admiten subrayado especial en virtud de rasgos que las singularizan de manera muy clara: la ejemplar plasmación del asunto del mal caballero que se relata en “La cruz del diablo”; los tópicos antisemitas que afectan a “La rosa de pasión”, y que Joan Estruch Tobella no duda en calificar como burdos; la cercanía al cuento de hadas que muestra “El gnomo”; el carácter de poema en prosa que tiene “El rayo de luna”; la más que probable descripción de una pieza musical, tal vez de Johann Sebastian Bach, que se ofrece en “Maese Pérez el organista”; la relación con la pintura que el propio autor manifestó en “Los ojos verdes” al definir el texto como “boceto de un cuadro que pintaré algún día”; el contundente reflejo de la descorazonadora ironía posromántica que se muestra en “El Cristo de la calavera”; y la consideración alcanzada por “El monte de las ánimas” de ser seguramente el más logrado relato de terror de la literatura española.

Asociada esta leyenda soriana al Día de Difuntos, en varios de sus momentos supo exprimir el narrador el potencial poético que se alberga en diversos ingredientes literarios hábilmente escogidos para construir una parapsicología del miedo. El relato se presta muy bien para aplicarle recursos de tecnología inmersiva virtual, como ya se ha propuesto. El pavor lo encarna el personaje de Beatriz, a la que Bécquer hace sentir de manera admirable los poderosos y sobrecogedores terrores nocturnos que la acongojan, la agarrotan y que le son suscitados por

…un murmullo monótono de agua distante, lejanos ladridos de perros, ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve, y que, no obstante, se nota su aproximación en la oscuridad. (34)

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Autor: Gustavo Adolfo Bécquer. Título: Leyendas. Editorial: Real Academia Española/Espasa. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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