Diego L. García es un poeta y ensayista nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1983. Es Profesor en Letras, por la Universidad Nacional de La Plata. Ha publicado libros de poesía, ensayo y traducciones en Argentina, Chile, España y Estados Unidos, entre ellos Fin del enigma (Ediber, 2011), Esa trampa de ver (Añosluz, 2016), Una voz hervida (Jámpster, 2017), Una cuestión de diseño (Barnacle, 2018), (Fotografías) (Zindo & Gafuri, 2018; 2da ed. Liliputienses, 2020), Las calles nevadas (Barnacle, 2020), Siluetas hablando porque sí (Casa Vacía, 2022), El lento hacer. Ensayos sobre imagen y escritura (Casa Vacía, 2023), Unos días afuera (Antología, Pixel, 2023) y Un sábado por la mañana (Pequeña fortuna, 2025). Integra numerosas antologías, entre ellas País imaginario: escrituras y transtextos 1980-1992 (Ay del Seis, 2018). Colabora en diversas revistas de Hispanoamérica y Estados Unidos. Se dedica a la docencia. Presentamos una selección de poemas de Un sábado por la mañana, su último libro de poemas, publicado por la editorial Pequeña fortuna en 2025. Una obra en la que que, en palabras de Fran Bariffi, afuera el ruido de las motitos joroba y el vecino se parece a Sergio Denis, donde el barrio es el barrio que es, pero el poeta sueña igual, y las estrellas parecen salidas de una obra de Tenesse Williams. Un mundo de cowboys, yuppies, estrellas de cine y cantantes de jazz, this old and dirty industrial feeling, en el que es posible que no haya nada después, o un desierto de guerras nucleares, pero en cuyos escombros el poeta encuentra algo eterno, un residuo de diamante, “eso que ocurre poco a poco es siempre precioso”, la geometría del cosmos en la capa más profunda del cielo gris.
***
Cassavetes
para usar en otro libro anoté
una frase de John Cassavetes
que claramente
no habla sólo de cine
“la gente no sabe lo que está haciendo
la mayor parte del tiempo”.
quiero registrarlo todo
como en sus películas,
conversaciones disparadas
a sangre fría
(una calle sin aviso, el tumulto
de lo que descarta por sí solo
el proceso de enlatado).
abandonar y cubrir costos
con horas durmiendo en el trabajo,
relatos que siguen un plan
de camarones con salsa
***
6.37
el zumbido de la mañana
los tachos de basura rebalsando
el asfalto brilloso
alguien gritando
“no paran de romper los huevos”
el zumbido de la mañana
el mono con gafas en la parrilla
la luz radiactiva del almacén
al que no entra nadie
volquete con el escudo del club
grafiti verde que dice CNVA
grafiti blanco que dice KELY
el auto chocado en el lavadero
la casa con muérdago en agosto
el zumbido de la mañana
cartel inmobiliario caído
de un sexto pis
doblado el aluminio en una punta
los primeros pájaros
todo lo que ha vencido
***
no había escuchado a esa banda
por qué grita? el vecino en pantuflas (siempre)
corre sobre un beat fresco & liviano mientras llora,
reclama, promete, hace gestos de Sergio Denis
pero con un pantalón amarillo, es la plata
de los que salieron en el último tren a buscar
esas pepitas en una película de sólo buenos.
es la barba sucia que se había puesto de moda,
la campera inflable en el respaldo de mamá,
la papa de frasco, la copa que hace de antena
en tardes mucho más duras y que por eso
no entienden lo que le pasa a este tipo ahora,
ahí, en una vereda que le hace de verdad,
casi como un foco de luz superpoderosa.
son los boleros para entrar en el aromatizante
de limón viejo. nada escueto. un desarrollo
narrativo como empanada gardeliana y acá
ya lo ves lanzarse hacia el cuerpo que encarga,
hacia la boca, lo que dice de la boca, en llanto,
con un amor afiliado y muy poco de diferencia,
todo en tela deportiva para aplaudir
algo hipnótico, algo crónico, algo que
a lo mufado de la pieza no llega, no atina
a deschavar (un poco menos que dos mejor),
pateando sentimientos en cajas de moto
***
rapi
la mortadela nocturna es triste, luciérnagas
curiosas. chicos cinco en patrimonio
de un pizzero matón. la pelambre
cuelga en piecitas descargadas, una app
donde el dedo zozobra.
-aprieta la aurora!
el paño mojado de ron en brazadas
buenas, circulares, maternas,
seca el sobrante de una noche menos
***
double dragon
cerrás con doble llave
persianas metálicas de double dragon,
pintadas como decoración hasta que acribillan
a un vecino por la madrugada. cantás
y las pastillas para la depresión
aumentan de precio
(el corazón de vaca es un plato valorado acá).
está bien que el ruido de las motitos joda
y revientes el parlante para tirar
al alargue
esa botella con pesos, no digo ingenuidad
pero hay mucho de mí mí mí
en la fila de reproducción.
la TV de la sala de espera pasa
videos de Hong Kong
un sábado al mediodía,
nada que detenga la pedrada,
la furia que sale de pantalla
***
un sábado por la mañana
termino un cuento de Jayne Anne Phillips
mientras el invierno desgasta la ropa.
la chica mira películas mudas
de guerras nucleares y amores en picada,
lee revistas de estrellas de televisión
y hay un momento en el que no se podría distinguir
nada de eso de la propia vida.
posiblemente nadie
que llegue al final de esos largometrajes pueda.
es tarde.
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Autor: Diego L. García. Título: Un sábado por la mañana. Editorial: Pequeña fortuna.



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