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‘Un tablao en otro mundo’ o cómo ser profeta en otra tierra

‘Un tablao en otro mundo’ o cómo ser profeta en otra tierra

Entro a la planta superior del mercado de Antón Martín, situado en el barrio de Lavapiés, donde se encuentra Amor de Dios, el emblemático templo del flamenco en el que se han formado la gran mayoría de los grandes artistas, y pensando que es uno de los pocos lugares de Madrid donde a día de hoy una puede encontrar ­—en medio de una extraña sensación de pureza, ese duende que dicen algunos— una conversación sobre La Argentina y La Argentinita al fondo de un pasillo. Entre todos los carteles promocionales de funciones, conciertos, clases de cajón, guitarra, baile y cante, encuentro la portada de un libro. Un tablao en otro mundo: La asombrosa historia de cómo el flamenco conquistó Japón, de David López Canales, un ensayo que promete contarnos este curioso viaje cultural de España a Asia Oriental.

¿Cómo pudo llegar el flamenco a conquistar a partir de los años cincuenta un lugar como Japón, tan lejano a nuestro país y tan diferente culturalmente? En este ensayo el autor busca dar paso a las historias y anécdotas de artistas flamencos que tuvieron contacto con el mundo japonés, ya sea porque viajaron allí o mediante los japoneses que se atrevieron a recorrer kilómetros y kilómetros para desentrañar un arte ancestralmente nuestro. En el capítulo introductorio, López Canales confiesa que en España no se valora el flamenco porque no se entiende (o, más bien, no se busca entender), cayendo en el error de reducirlo a una simple improvisación en forma de quejidos en la que parece que «todo vale». Sin embargo, tal y como afirma después, en Japón cuanto más complejo resulta algo, más interés genera: ahí tenemos la clave. Los flamencos japoneses se desvivieron por descodificar palos y compases midiéndolos al milímetro. Porque, efectivamente, para ser capaz de improvisar primero es necesario estudiarlos todos, aunque esa formación haya sido para sus ídolos de origen popular, de oído y no de partitura.

Fueron muchos los flamencos españoles que pusieron sus pies en el suelo de Japón: en el libro se habla desde Chiquito de la Calzada a Antonio Gades, Cristina Hoyos y Paco de Lucía. Todos se quedaron boquiabiertos al ver cómo una parte de esa sociedad se interesaba por ellos con tal respeto que llegaban hasta al punto de mitificarles, tratándoles como si fuesen dioses e imitándoles, incluso apropiándose de sus nombres; de ahí el título del capítulo «El día que Pepe Habichuela conoció a Pepe Habichuela», refiriéndose a la anécdota de un japonés que había adoptado el nombre del guitarrista. Este fetichismo también llegaba al punto de que buscasen comprarles cualquier objeto considerado «flamenco» —desde un mantón o una guitarra, a incluso un puñado de tierra de la Plaza de Toros de Las Ventas—.

Pero no fue todo oro lo que relució: también llegó la picaresca, arena que no venía de las Ventas sino del parque de al lado, esa manía española de llegar tarde a todos sitios o ponerse a cantar en cualquier vagón de metro, de tomárselo todo «a la torera» mediante una sucesión de características rezagadas que rompían los esquemas tan cuadriculados de la personalidad japonesa. Sin embargo, para los españoles tampoco fue fácil pasar largas temporadas allí; a pesar de que las condiciones de trabajo eran mucho mejores, cuanto más tiempo pasaban fuera, menos conocidos eran en España. Y ya sabemos que todo artista en el fondo busca ser profeta en su tierra antes que en la del vecino.

Me parece de especial interés que David López Canales haya resaltado en este ensayo el peso que tiene el budismo sobre el fanatismo japonés hacia el flamenco, pues es una doctrina en la que se enseña aceptar el sufrimiento y su existencia, a diferencia de las occidentales. Y el flamenco en la raíz de su filosofía es eso, expresar sentimientos de dolor y sufrimiento y no contenerse ante ellos, perfecto para la actitud reservada generalizada de las sociedades orientales. Además, el hecho de que este libro juegue a «hablar solo» mediante el retrato de historias y experiencias personales lo hace más humano; no es sólo una relación cultural, sino también amorosa, donde flamencos españoles se enamoran de japonesas y no vuelven a España. De hecho, en el último capítulo el guitarrista Emilio Maya, que sigue a día de hoy viviendo en Japón, nos habla en primera persona y nos cuenta su propio relato de amor y flamenco, justificando el proverbio japonés que el autor del libro menciona algunas páginas antes: «Haz todo lo que puedas, lo demás déjaselo al destino».

Sin embargo, el flamenco en Japón a día de hoy ya no es lo que era; también se habla de cómo en la sociedad japonesa cuando dejas de servir para algo dejas de tener importancia. Y los japoneses supieron profesionalizarse y comenzar a valerse por sí solos, prescindiendo cada vez más del trabajo de los artistas españoles, mostrando así que el venerarlos era algo necesario, pero también transitorio. De igual forma, estamos ante un ensayo correcto y original por su forma pues, más que teorizar la relación entre el flamenco y Japón, lo que consigue es dar paso a distintas voces implicadas en esa unión y así priorizar las anécdotas y testimonios personales para retratarlo, y así empujarnos también a una reflexión sobre las diferencias entre la apreciación y el respeto hacia el flamenco por parte de nuestra tierra en contraste con la ajena.

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Autor: David López Canales. Título: Un tablao en otro mundo. Editorial: Alianza. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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