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Una historia de vergüenza

Una historia de vergüenza

Desde las primeras páginas de Gente muy fría la vergüenza se apodera de Ruthie, su protagonista, que narra en primera persona su atípica infancia en Waitsfield. La nieve, que cubre las calles del frío pueblo, poco tiene de limpia. Es agua con tierra. Así arranca —con esa poderosa imagen— la vergüenza que siente la niña.

Sumida en una infancia acuciada por la pobreza, aguantará la primera de las consecuencias que la carestía ocasiona: la soledad. Rodeada de niños, sufrirá acoso escolar durante sus primeros años de colegio, un acoso que impregnará su vida, que la acompañará siempre, aunque quizá ocasione una fisura menor que el maltrato verbal al que su madre la somete. Las respuestas, gritos, de su progenitora irán oxidando, como con un cuentagotas, su alma de niña consiguiendo que se convierta pronto en una joven taciturna. Ruthie sólo encontrará el abrigo de un puñado de amigas al comenzar el instituto.

"Gente muy fría es también una historia de vergüenza social: la vergüenza que tratan de esconder tras el abuso"

La vergüenza se apodera de Ruthie cada vez que tienen relación (escasa) con sus familiares más pudientes. En pocas ocasiones —a lo largo de esta novela que acaba de publicar Alpha Decay— visitan a su tío Roger y demás parientes. Cada vez que se encuentran la diferencia de clase les oprime la garganta, les hace sentir expuestos e incómodos, les ridiculiza a los ojos de los demás, desparrama la vergüenza… Sin embargo, en esos momentos, la madre de Ruthie no parece sentir lo mismo. Se apropia de ella una felicidad candorosa e infantil cada vez que se tratan e intenta vanamente disfrazar las diferencias, esconder la vergüenza bajo la alfombra del salón.

Gente muy fría es también una historia de vergüenza social: la vergüenza que tratan de esconder tras el abuso. En el instituto todos miran hacia otro lado tras el suicidio del oficial de policía que es descubierto vejando a un alumno. Todos miran hacia otro lado, retando a la vergüenza para que pase de largo, olvidando a la víctima, y ensalzando la figura ejemplar y familiar del agresor. En este fresco de la sociedad americana de finales del siglo XX, Manguso no olvida destapar otras vergüenzas que llevaban décadas apagadas. Y es en las últimas páginas de la novela donde saca lustre con delicado esmero, cuando la narración se precipita y afloran muchas de las razones para tanta vergüenza y tanto silencio.

"Es este estilo tan desahogado el que permite que el lector se adentre en esta terrible historia con ojos inocentes"

Sarah Manguso ha regalado a sus lectores una novela fresca y adictiva, una narración que funciona a golpes, fragmentándose como lo haría el pensamiento de cualquier adolescente. Es este estilo tan desahogado el que permite que el lector se adentre en esta terrible historia con los ojos inocentes de una joven a punto de descubrir el mundo. Es ese prisma de inocencia el que aporta —en esta novela de iniciación— un valor desmesurado a la cotidianeidad y el que magnifica cada detalle haciendo de una infancia común un hecho extraordinario.

Si la vergüenza que se derrama en las últimas páginas de Gente muy fría consigue dañar a Ruthie, destruir su fragilidad o su confianza propia, es algo que el lector tendrá que imaginar tras pasar la última página de la novela pues, como en todas las buenas ficciones, continúa escribiéndose en nuestra imaginación aun días después de haber concluido su lectura.

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Autora: Sarah Manguso. Título: Gente muy fría. Traducción: Julia Osuna Aguilar. Editorial: Alpha Decay. Venta: Todostuslibros.

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