Inicio > Actualidad > Verso&Cuento, la revolución de lo breve

Verso&Cuento, la revolución de lo breve

Verso&Cuento, la revolución de lo breve

«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo».

Ludwig Wittgenstein

Verso&Cuento no solo son dos sustantivos unidos por un conector, también son dos verbos en primera persona del singular. Esto es lo que pensamos cuando, hace dos años, ante la esperanzadora y creciente demanda de poesía, prosa poética, relato y otros textos cortos, le pusimos nombre a nuestra colección. Una colección que nace de una premisa muy concreta, la misma de la que nace la poesía más reciente, la misma de la que nace el lenguaje de estos nuevos textos: de una íntima conexión del «Yo» del poeta o del narrador con el «Yo» de una generación. Hacía mucho tiempo que la poesía y el relato no conectaban de manera eficaz con el lector español de modo cuantitativo salvo en casos muy particulares.

Lo que pensamos es que, al igual que está sucediendo en otros géneros artísticos, el lector actual, sobre todo el lector más joven, se siente atraído por el efectismo, la intensidad. Quizá porque la vida se ha convertido en eso, en algo breve: enamorarse con Tinder, comprar en un click, hablar por wasaps, ver miniseries y vivir en minicasas pagadas con microcréditos. Y no lo digo con una intención crítica, sino como una mera observadora y parte integrante de esta generación y de esta realidad.

"En cuanto a los autores, naturalmente, también beben de las mismas experiencias sociales en muchos casos. Son parte de esa generación de los 80 e incluso los 90."

Por eso y por la influencia de las redes sociales (otro medio de comunicación en formato mini), el lector joven ha redefinido sus gustos literarios, o al menos los ha ampliado, yendo hacia la esencialidad que caracteriza a los géneros breves. Una preciosa noticia para los editores, que antes apenas podíamos mencionarlos sin someter nuestras palabras a largos silencios como única respuesta.

En cuanto a los autores, naturalmente, también beben de las mismas experiencias sociales en muchos casos. Son parte de esa generación de los 80 e incluso los 90 (quizá la última generación analógica que todavía es capaz de recordar su infancia sin vincularla en gran medida a un aparato que no fuera la televisión) que ha visto cambiar drásticamente su realidad y ha tenido que cambiar su lenguaje para adaptarse.

De ahí sale esa poesía «comunicativa», pegada a la piel, a lo urbano, a las redes, al mundo reciente y a la emoción del momento. El tema ya no es tanto la eternidad como el instante. Nada dura, de ahí la nostalgia, muy presente en estos nuevos poetas. Mensaje urgente a mis momentos contigo de Abbey C o Poemas para infancias mal curadas de Luis Ramiro, son dos libros de la colección que ilustran perfectamente esto ya desde sus títulos.

Así también, en el relato «La Red» del libro Los seres que me llenan de Mikel Izal podemos encontrarnos la soledad representada como un agosto en Madrid en el que un hombre recurre a las webs de parejas para paliar su vacío; en Carrete velado Irene G Punto hace una revisión de la infancia con la mirada escéptica del adulto en «Finales de cuento que no pasaron la censura»; Miguel Gane, en su poemario Con tal de verte volar, compara la peculiaridad de una chica en «Madrid es ella» con algo tan urbano y cotidiano como puede ser «el cubo más helado de cerveza de La Sureña» y Zahara nos habla en Trabajo, piso, pareja de las relaciones sentimentales y actuales y de cómo afrontamos el futuro los llamados millennials con un texto plagado de conversaciones por wasap y una protagonista que trabaja para un canal de Youtube.

 

 

"Una sociedad que decide que las voces que salen de las redes o de otras manifestaciones artísticas como la música no son menos prestigiosas que las que salen de los púlpitos y las instituciones convencionales si tienen algo nuevo que contar."

Es decir, seguro que había poesía y relato urbano, cotidiano y de sintaxis sencilla antes de ellos, pero ellos no han llegado a inventar nada, solo a reformular su mundo, a ajustar el lenguaje de la poesía y de los textos cortos a la realidad actual. Este es el motivo por el cual han conseguido conectar e interesar a decenas de miles de lectores.

En nuestra colección, Verso&Cuento, hemos querido unir todas las voces que creemos que tienen estas confluencias y además ponerlas en perspectiva con otras voces de autores reconocidos y de generaciones anteriores que ya construyeron en su momento un lenguaje distinto y que son hoy los referentes fundamentales de todos los nuevos poetas y narradores. Así publicamos en 2017 a Karmelo C. Iribarren con El amor, ese viejo neón y en 2018 publicaremos a Luis Alberto de Cuenca con Se aceptan cheques, flores y mentiras.

Una colección de textos cortos que refleja lo que el público quiere leer, un grito fresco en una sociedad que necesita himnos como el de Patricia Benito en su Primero de poeta diciendo «Vive, joder. Vive». Una sociedad que necesita recuperar el silencio y hacerlo importante, como le sucede al personaje de la historia de Mi silencio habla de ti, de Holden Centeno. Una sociedad que decide que las voces que salen de las redes o de otras manifestaciones artísticas como la música no son menos prestigiosas que las que salen de los púlpitos y las instituciones convencionales si tienen algo nuevo que contar. Pueden ser igual o más interesantes. Una sociedad menos clasista, menos restrictiva, pero no por ello menos exigente.

Sigamos con esta pequeña gran revolución de los textos cortos, de la poesía y de la literatura, comunicando la realidad de la mejor manera que sabemos: dándole valores nuevos a la palabra.

5/5 (1 Puntuación. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios