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De qué hablamos cuando hablamos de amor, libros para San Valentín

De qué hablamos cuando hablamos de amor, libros para San Valentín

San Valentín llega de nuevo a nuestras vidas. En Zenda queremos celebrarlo también; con libros, por supuesto. Hemos propuesto a varios de nuestros autores y colaboradores participar en este artículo respondiendo a dos preguntas: ¿Qué libro de amor recomendarías en San Valentín? ¿Y por qué?

También os recordamos que hasta el domingo 19 de febrero podéis participar en el concurso #historiasdeamorpatrocinado por Iberdrola y dotado con 2.000 euros para el ganador y 1.000 euros para el finalista.

A continuación podéis leer las respuestas.

Arturo Pérez-Reverte

el diablo enamoradoEl diablo enamorado, de Jacques Cazotte

Porque tiene el encanto de un texto del siglo XVIII, porque el personaje Biondetta es subyugante, y porque la idea del diablo enamorado de un mortal me parece extraordinaria. Es un libro que produce un inmenso placer leer, y que influyó mucho en mi personaje femenino Irene Adler, de El club Dumas”. 

 

Lorenzo Silva

la invencion de morelSolaris, de Stanislav Lem, y La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

Recomiendo dos por el precio de uno.  Dos joyas de la literatura fantástica que versan sobre cómo el amante inventa a la amada, o por decirlo de forma algo más amplia, de cómo el amor se inventa y se alimenta a sí mismo, y más que la realidad de lo que se ama, cuenta y prevalece la voluntad de amar.

Óscar Esquivias

mauriceMaurice, de E. M. Forster.

Siento debilidad por esta novela. Aparte de sus valores literarios, me interesa porque retrata una sociedad y un tiempo en los que no se daba el nombre de «amor» a una tentación homosexual (era un vicio, una enfermedad, algo vergonzante, una debilidad pasajera en el mejor de los casos, pero nunca «amor»). Forster quiso que su protagonista no fuera un desgraciado, ni un pervertido: el final feliz de la novela, con su protagonista conviviendo conyugalmente (diríamos hoy) con Alec, como una pareja corriente, era tan subversivo que su autor no quiso publicarla en vida. Apareció en 1971, su influencia fue enorme y hoy es ya un clásico.

María José Solano

en grand central stationEn Grand Central Station me senté y lloré, de Elizabeth Smart.

Porque cuenta de manera singular y en lúcida primera persona cómo el amor en la mujer es un hecho existencial, no vivencial, para lo cual no duda en ensuciarse mientras escribe, con el fango triste de la desilusión, utilizando la literatura no para redimirse o ajustar cuentas, sino para revelar ante los ojos del mundo que, cuando un héroe pierde la mirada de admiración de La Mujer vuelve a ser de nuevo un hombre al que tan solo le quedan el recuerdo de lo que fue, la miserable vejez y el olvido. Gracias a Elizabeth Smart, muchos reconocemos su desproporcionado, valiente, absoluto amor; casi nadie al poeta olvidado.

Karina Sainz Borgo

intimidadIntimidad de Hanif Kureishi.

En nombre del amor se han confeccionado artefactos literarios de primera. Pero, ya se sabe, el desamor siempre será más jugoso, pueden dar fe de ello Ofelia, Julieta, Humbert Humbert,  Philip Pirrip… Hay verdaderas catedrales del desamor, por ejemplo la que levanta Hanif Kureishi en Intimidad (Anagrama). La situación de partida es sencilla, o lo parece. Es de noche y el narrador, un hombre de unos cuarenta años, escritor y guionista cinematográfico, decide que por la mañana va a abandonar a su mujer y a sus hijos tras seis años de convivencia. De esa novela extrajeron Jonás Trueba y Daniel Gascón el espectacular monólogo de Bárbara Lennie en la película Todas las canciones hablan de mí:

“He estado intentando convencerme de que abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro…, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores”.

Que las cosas acaben rotas no siempre es malo. Todo lo que se estropea embellece, redime. Este libro sin duda lo consigue.

Agustín Fernández Mallo

Ross POldarkRoss Poldark, de Winston Graham.

Recomiendo el primer libro de la saga Poldark. Escrito por Winston Graham, ambientado en las acantiladas tierras de Cornualles, en la Inglaterra del siglo XVIII, lo tiene todo del género romántico: aventura política, aventura social, aventura económica, intrigas de poder, y sobre todo aventura sentimental de amores tortuosos, cuando no imposibles.

Juan Gómez-Jurado

el-amor-en-los-tiempos-del-colera-1El Amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez.

Mi libro de amor favorito es El Amor en los tiempos del cólera, porque es un amor basado en las palabras. Lectura imprescindible.

 

 

 

César Pérez Gellida

zoe en horizontalZoe en horizontal, de Zoe Swinger.

Yo, que soy poco amigo del amor en prosa, y, consecuentemente poco asiduo al género, me voy a atrever a recomendar una que, no obstante, tiene mucho que ver con la pareja. Concretamente con el intercambio de parejas. Zoe en horizontal es una novela que trata el desconocido, aunque no tan minoritario como uno piensa, universo swinger. Y lo hace, además, desde la fresca y cálida mirada de una autora que lo ha vivido en primera persona. El amor es cosa de dos. ¿Y el sexo?

Lara Siscar

elamorduratresac3b1osEl amor dura tres años, de Frédéric Beigbeder. 

El protagonista, Marc Marronier, repasa su vida sentimental empezando por la historia de amor y desamor con su esposa, de la que se acaba de separar. Una novela escrita con agudeza, ironía y acidez y que describe las ilusiones y decepciones del enamoramiento, los entendimientos y disensiones con las distintas parejas, y todo con esa convicción que da título a la historia. El amor dura tres años; lo que viene después, es rutina.

Marta Sanz

paris austerlitzParis-Austerlitz, de Rafael Chirbes.

Recomiendo Paris-Austerlitz de Rafael Chirbes porque en él se cuenta la historia de un amor que es literariamente interesante:  el amor literariamente interesante es el que subvierte los tabúes y se basa en la superación de la distancia y las contradicciones: un hombre joven, artista, español y sano mantiene una relación sentimental con otro hombre maduro, obrero, francés y enfermo. Al final, el amor se pudre por cuestiones como la propiedad de un piso. Al final, la única diferencia realmente insalvable es la de clase. Al final, a los lectores —y a las lectoras— nos sigue gustando leer La cenicienta, Lolita, Romeo y Julieta o Love Story… La mítica de que lo insalvable se puede superar gracias al amor. Me parece que Chirbes nos aleja de esos cantos de sirena y de esas sombras de Grey.

Paula Izquierdo

rojo y negroRojo y Negro, de Stendhal.

La felicidad se escribe con tinta transparente. No conozco ninguna novela donde el amor triunfe. En El hombre que perdió su sombra (Max Vernont), el protagonista se da cuenta de que ha perdido su sombra y la busca por todas partes. Por la noche queda con una prostituta y cuando entra en el cuarto ve reflejada su sombra que lo mata. La relación del protagonista con su sombra es «te amo porque te necesito».

La pasión proviene de la palabra pathos, es decir, patológico. La pasión es un exceso de deseo, es una enfermedad. La pasión no se puede relacionar con el orden.

El deseo es el deseo de lo que no se tiene. La pasión amorosa ha sintetizado todos los deseos en uno. La necesidad de alcanzar al otro, de poseer al otro, es más tangible que cualquier aspecto material que imaginemos. El sentimiento de incompletud surge a través de la cultura. Este hecho se manifiesta muy claramente en Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. Heathcliff a pesar de que sabe que si ve a Catalina ella morirá, no puede evitarlo. Al principio es su deseo por Catalina, pero en el fondo, lo que realmente siente y le mueve es el deseo de venganza. En esta novela como en tantas otras novelas de amor, éste resulta imposible, no correspondido, traicionado, las relaciones suelen ser infieles y traicionadas, sobre todo por parte del hombre. De ahí que los lectores tengamos la conciencia absoluta de que no existe la felicidad en el amor.

En Stendhal, en su libro Rojo y Negro se lee otro deseo y es que el deseo, en este caso, es algo adquirido, inducido (se ama lo que tienen otros). Julian Sorel, aunque él incluso se engañe, no ama a su amante sino lo que ella representa y posee. Busca cambiar de clase social, convertirse en un señor y dejarse querer. La forma de alcanzar su objetivo es a través de su rica y engañada enamorada.

El deseo parece estar relacionado estrechamente con la necesidad y la experiencia de satisfacción. Pero, más que la necesidad, es tal vez la ausencia, la anticipación, o simulación de la necesidad.

Marta Querol

orgullo y prejuicioOrgullo y Prejuicio de Jane Austen.

No sé si puede considerarse un libro de amor, es mucho más que eso, pero a mí me remueve los sentimientos más románticos. Por eso lo recomiendo, porque es una historia en la que participas de la construcción del amor entre Elisabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy, no es un amor instantáneo, ni un flechazo, ni una de esas historias de mujeres sin carácter fascinadas por machos alfa millonarios. Es un amor maduro, labrado, reconocido con dificultad y que se sobrepone a, como el título indica, el orgullo y los prejuicios. Un amor auténtico, que es mucho más que un enamoramiento. Además, la narración a mí me mece como si bailara en un hermoso vals e, irremediablemente, siempre acabo un poquito enamorada de Darcy.

Blas Ruiz Grau

CicatrizCicatriz de Juan Gómez-Jurado.

Es una historia de amor y desamor fuera de todo lo común. Y a eso, precisamente, ayuda a que sea así lo real de la propia relación. Tan maravillosa y tormentosa como la puta vida misma.

Miguel Barrero

como la sombra que se vaComo la sombra que se va (Seix Barral), de Antonio Muñoz Molina.

De todas las novelas que he leído últimamente en las que el amor juega un papel, digamos, esencial, quiero destacar Como la sombra que se va (Seix Barral), de Antonio Muñoz Molina. Se trata de un libro que parte de una indagación casi detectivesca —la de las huellas que dejó por las calles de Lisboa James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King— que da pie a otras dos historias que se van entrecruzando con la principal hasta convertirse en tramas paralelas o en asuntos plenamente vinculados al que se presenta como tema principal. Una de ellas es la del propio autor cuando, casi tres décadas atrás, viajó por primera vez a la capital portuguesa para documentar su novela El invierno en Lisboa. A partir de este hilo, va surgiendo poco a poco la evocación del momento en el que conoció a la que se acabaría convirtiendo en su actual mujer, la escritora Elvira Lindo, quien le acompaña precisamente en el viaje a Lisboa en el que, desde el presente, busca el rastro de Ray. Es un juego de espejos en el que el amor se erige en protagonista principal y que propicia páginas que brillan por el trato que en ellas se da a los sentimientos, cosa muy difícil y no siempre común en nuestra literatura, y que se revelan imprescindibles para comprender el núcleo esencial de la novela.

Susana Rizo

don el corazon te lleveDonde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro.

Y la razón, es porque es muy tierno, y despierta muchas cosas. Recuerdos. Es una larga carta de amor de una abuela hacia su nieta, que ha visto crecer. De hecho, es como una carta de despedida en la que le recuerda cómo era de pequeña, y cómo se fueron instalando esos silencios que pesan y que ella pretende llenar con esta carta, porque, como dice en la novela (si no recuerdo mal) «Los muertos pesan, no por su ausencia, sino por lo que entre ellos y nosotros quedó por decir».

Raquel Jiménez

amy fosterAmy Foster, relato de Joseph Conrad.

Hace ya veinte años de su única adaptación al cine, pero este relato tiene cada vez que lo leo algo nuevo. Lo leí, adolescente y permeable, y su peculiar historia de amor marcada por la dificultad de comunicación entre sus protagonistas me atrapó.

Amy, una joven sirvienta, se enamora de Yanko, un emigrante europeo superviviente de un naufragio. Me resulta fascinante el enamoramiento de dos personas que viven un desarraigo continuo. Hace unas semanas homenajeé este texto con un relato de ficción en el blog: Marino sin barco.

Ulises Adrados

ligeaLigeia, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa

(Solo para caballeros, preferentemente dados a las letras clásicas)

Porque a la cima de la pasión no te llevarán cándidas muchachas, ni maduras interesantes, esposas entregadas, amantes clandestinas, rendidas adoradoras o estrictas gobernantas. El verdadero amor sólo te lo puede dar una sirena. Quien lo ha probado lo sabe.

Palmira Márquez

cumbres borrascosasCumbres borrascosas, de Emily Brontë. Para mí es una lectura imprescindible. Es una de esas novelas que releo cada cierto tiempo. La tormentosa, intensa y apasionada historia de amor entre Heathcliff y Catherine es una de las más grandes de la literatura universal. Su lectura no decepcionará.

David Bowman
Cumbres borrascosas, de Emily Brontë

Sobre novelas de amor puedo nombrar Cumbres borrascosas, que eso es amor y lo demás, caldo de sobre. Los amores literarios, o son amour-fou, o como que no. También La Regenta es una gran novela de amor, ya que amor es el desamor ¿no? Y sin que salga de España, de eso va mi Juanita, al fin y al cabo: de desamor. O de la imposibilidad del amor. Cuando lo buscas, no lo encuentras y cuando no lo buscas, no lo ves. Total, que lo comido por servido y la casa sin barrer.

Miguel Ángel Santamarina

reflejos-en-tus-ojos-dorados-carson-mccullersReflejos en un ojo dorado, Carson McCullers.

Elegir por tercera vez a Cumbres borrascosas en este artículo me parecía excesivo, por mucho que admire esta magnifica historia. Tampoco hablaré de otro de mis «must» en cuestiones románticas, Rojo y Negro; Paula Izquierdo ya lo ha hecho estupendamente, imposible añadir una sola coma.

Es el turno entonces para el amor imposible. Hay muchos personajes de mi adorada Carson McCullers que me encantan, como el atormentado Penderton de Reflejos en un ojo dorado, pero ella en sí misma es «el gran personaje». Su relación con Reeves —marido, exmarido, amante, nuevo marido, cómplice; siempre compañero— es extrema, pura, morbosa, hiriente y maravillosa. Dos personas que se aman, pero que se hacen daño cuando están juntos. Muchas veces el amor es eso: dolor, pero dolor necesario.

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