1954

En 1954 falleció el general Millán Astray, el Semíramis llegó a Barcelona y un escritor norteamericano cruzó la frontera española por Le Perthus. No sabía una palabra de nuestro idioma y tenía una noticia vaga del país. Se llamaba Richard Wright.

«Un autor interesante», sentencia Brandon Morgan, titular de literatura inglesa contemporánea en Cahill, cuando lo abordo a la hora del lunch. Me entero así de que Wright fue el primer afro-americano que se ganó la vida escribiendo; nacido nieto de esclavos en el Deep South de Faulkner, deduzco que hasta alcanzar el estatus de escritor profesional debió de luchar con las limitaciones que le impondría su condición de negro pobre. Brandon, untuoso londinense de Chelsea, sorbe su té y me habla lo mismo que a un alumno aventajado. «Harto de pelear con la segregación y ya consagrado, lo mandó todo a paseo y después de la II Guerra Mundial se instaló en París con su mujer —blanca— y una hija». Harto de pelear con la segregación, me digo, y tal vez preocupado por el Comité de Actividades Antinorteamericanas.

Wright era un tío “rarito”.

"Los viajes literarios por España de escritores extranjeros son tantos que bien pueden tenerse por género"

Mi interés por su historia se desató cuando mi amigo Walter Lansqueneti de Vidales me envió el pasado otoño un libro que había pillado «de pura chamba» en un conventillo de San Telmo. «Es tremendo, viejo. Todos los días salen miles de libros usados al desguace». Editado en Baires en 1970, le había costado 45 céntimos de peso, lo leyó y juzgó que me interesaría. Se titula España pagana y es la traducción de un original publicado en los USA a finales de los años 50, Pagan Spain: el relato del viaje a España de Mr Wright.

Richard Wright con los también escritores Peter Matthiessen (1927-2014) y Max Steele (1922-2005) ante la fachada sur de Notre-Dame (París) hacia 1950

Wright en primer término en la célebre librería parisina Shakespeare and Company hacia 1950

Los viajes literarios por España de escritores extranjeros son tantos que bien pueden tenerse por género. La nómina abarca desde Washington Irving, antes de la Primera Guerra Carlista, hasta el periodista estadounidense James Michener, que en 1968 puso en circulación Iberia: Spanish Travels and Reflections, un libro que en los USA debió de leerse mucho. A mí me aburrió. Richard Wright (1908-1960), que también era norteamericano, aunque menos conocido, tiene prejuicios más originales que los de un americano convencional dedicado a “cocinar” best sellers en los años cincuenta: no sólo era negro, sino que en su juventud había coqueteado con el comunismo. Wright se sumergió en la cotidianeidad hispánica sin escafandra para dibujar un país vertiginosamente distinto al actual, o no tanto: al final muestra una sociedad atormentada como la de hoy, aunque por razones diferentes. En todo caso forma ya entre los mejores relatos que he leído del género: lo de Irving, la Carmen de Merimée, el viaje por España del danés HC Andersen, lo de Borrow con sus Biblias y las aventuras de Brenan. Bueno, y uno muy divertido de Gibson, Fire in the Blood: The New Spain (1993), que aquí se tituló España, sin más, y que levantó ampollas.

"En el curso de su largo periplo Richard Wright trató con chuloputas, currantes, industriales, guardiaciviles, flamencos, chupatintas, algún cura y un largo etcétera"

Si incluyo el relato de Wright se debe al esfuerzo que realiza para contextualizar lo mejor posible las impresiones personales. Pese a asumir sin complejos una franca subjetividad, el autor siempre intenta proporcionar datos objetivos sobre el entorno, historia y circunstancia de los personajes que menciona y no pocas veces hace constar también su propia incapacidad para acabar de comprender cabalmente lo que ve. Al mezclarse con su subjetividad, sus datos, nunca gratuitos, conforman un atractivo cóctel literario, además de un personal fresco de aquella España deprimida económicamente por la autarquía y encerrada en sí misma por el franquismo. Wright suplió la barrera del idioma, severa barrera, echándole fantasía y, desde luego, aferrándose a quienes hablaban, o chapurreaban, inglés o francés. Con tan pobres mimbres, compensados por una audacia, una humanidad y una curiosidad infrecuentes, se movió por Barcelona y alrededores, Madrid y alrededores, Andalucía —Granada y Sevilla, básicamente—, más un anecdótico salto a Tánger, entonces todavía bajo condominio internacional.

España pagana, B Aires 1970

Pagan Spain, 1957

La actriz Eartha Kitt, que fue Catwoman en la serie televisiva Batman de la época, fotografiada por Isaac Sutton leyendo ‘Pagan Spain’ a finales de los 50

En el curso de su largo periplo trató con chuloputas, currantes, industriales, guardiaciviles, flamencos, chupatintas, algún cura y un largo etcétera. También asistió en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona a su primera, y hasta donde sé, única corrida. La experiencia le fascinó y horrorizó a partes iguales: relatarla le llevó tres capítulos. Aunque no hizo constar la fecha del acontecimiento, corridas así dejan huella en la historia de la tauromaquia, y me he entretenido huroneando por Internet sin otro dato que el apodo del diestro autor del milagro, Chamaco, y la certeza de que la revelación tuvo lugar en la Monumental de Barcelona el verano de 1954.

Y la he encontrado.

"Del encuentro de Mr Wright con la tauromaquia salen páginas luminosas"

El onubense Antonio Borrero Morano, alias “Chamaco” (1935-2009), es una figura bastante olvidada, pese a haber sido el ídolo de Barcelona en los cincuenta y sesenta (hay que ver cómo cambian los tiempos). Lo cuenta el sabio especialista en tauromaquia catalana Antoni González Moreno-Navarro en dos libros. El primero, Bous, toros i braus, en catalán, traza la densa historia de la tauromaquia en la esquina nordeste y ofrece una relación de ganaderías, plazas, festejos y toreros; además rescata la terminología catalana de la Fiesta, condenada al olvido por decreto oficial, en un extenso vocabulario que sorprende por rico y variado. El segundo libro, Chamaco, un heterodoxo sin causa, en castellano, se consagra a la figura del diestro que realizó la faena que conmovió a Wright; entonces era sólo un novillero de 19 años que, gracias precisamente a sus éxitos en la Monumental, saltó de Barcelona a toda España. Antoni González explica que la corrida de Wright fue una novillada que tuvo lugar el 26 de agosto de 1954. Y, oh sorpresa, que también él estaba allí. Como sólo era un niño de diez u once años, cita la crónica que publicó la revista El Ruedo, que habla de “una de las más rotundas faenas de Chamaco”. Servidor ha localizado la de La Vanguardia, periódico del que Antoni González, por cierto, llegaría a ser prestigioso crítico muchos años después, y encuentra adjetivos como “inverosímil”, “soberano”, “espeluznante” o “asombroso”. Pero más asombroso que el entrelazamiento del joven Chamaco con el novillo-toro Pomposo, infrecuente fenómeno cósmico, es el encuentro de Mr Wright con la tauromaquia, del que salen páginas luminosas. Y es que cuando toro y torero se entregan, se conmueven hasta las piedras.

Anuncio de la corrida del día en ‘La Vanguardia’ del 26 de agosto de 1954

España pagana es una particular visión de la España aislada y empobrecida que emergió de la Guerra Civil y que estaba a punto de dar el salto económico que la llevaría a un incipiente desarrollo en poco tiempo. La huella brutal de una guerra, ya lejana al cabo de quince años, sigue ahí, pese al triunfalismo oficial, y planea sobre el relato y sus protagonistas como una herida supurante. Si el libro trata de penetrar con sincera frialdad de entomólogo en la sociedad de los años cincuenta, acaba retratando a su autor sin él pretenderlo, como todos los libros escritos con sinceridad, oficio y pasión. Buscando la “auténtica” entraña del país más allá de la gruesa capa del catolicismo, España pagana rezuma cierto “psicologismo” que juzgo propio de la época, así como una especie de prevención hacia “lo católico” derivada, digo yo, de la formación protestante de Wright, baptista tal vez, pese a que a aquellas alturas fuese ya un perfecto ateo. El libro, en todo caso, posee valor documental para los que deseen saber quiénes somos y de dónde venimos los españoles de hoy. Vistos por el marciano-explorador que es Wright, los personajes que discurren por el libro parecen a su vez marcianos cuando en realidad son sólo nuestros abuelos.

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Bibliografía incompleta de Richard Wright (confeccionada por servidor de ustedes a base de retales encontrados en Internet)

Uncle Tom’s Children, 1938

Native Son, 1940 (novela adaptada dos veces al cine, la última en 1986 con unos jovencísimos Matt Dillon y Elizabeth McGovern y nombres tan sonoros en el reparto como Geraldine Page, Oprah Winfrey o Carroll Baker).

Black Boy, 1945

Black Power, 1945

The Outsider, 1953

The Color Curtain, 1956

Pagan Spain, 1957 (hay dos traducciones al español. La porteña de 1970, firmada por Aníbal Leal, que es la que conozco, y otra española de Salvador Guerra editada por Orígenes, de Madrid, con depósito legal de 1989)

Fish Belly, 1960

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