Inicio > Poesía > 4 poemas de Marida, de Alberto Escabias Ampuero

4 poemas de Marida, de Alberto Escabias Ampuero

4 poemas de Marida, de Alberto Escabias Ampuero

El tercer poemario de Alberto Escabias Ampuero abre sus puertas al sol “como los pueblos que mantienen abiertas sus puertas al aire de la mañana y de la tarde”, según apunta la filóloga Sandra Janicijevic. Este libro es, en realidad, una celebración íntima del amor llevada a lugares y tiempos recónditos.

En Zenda ofrecemos cuatro poemas de Marida, de Alberto Escabias Ampuero (El Toro Celeste).

***

MEZQUITA-CATEDRAL

Este escribir es otro escribir, lo sé,
bien sé que soy entre lo vivo,
que mientras regresa a mí
la hora descarnada,
el talar de mi sangre,
puedo hallar un lenguaje más hábil
que el de la muerte, un cántico de sol
donde la vida toda
sea esta poesía que busco
como una incesante prolongación de fe
donde el amor escribe su infinito.
Y yo me entrego a ti, a este vivir exacto,
me entrego con saliva bíblica
a tu luz de septiembre
y a tus ojos de ahora;
tu mirada es un camino de agua,
nunca fue tan camino el agua.
Me entrego a ti toda vez,
todas las veces,
como se entrega el poeta
a la costumbre de inventar la palabra.
Mi palabra
cabe aún más viva en la voz del verso
cuando el verso
lleva tu acento de Catedral
y de Mezquita,
esa palabra,
nacida de un árbol subido a tu boca
se entrega a este poema
de amor cantado,
canto de mis cantos,
al fin entregado al despertar azul.
Quiero ser de tu labio y de tu beso,
de un beso que aún dure
y escribir coplillas nuevas
sobre un pedazo de aire,
y envejecer
sin que se me acabe
la juventud de mirarte.

***

FUENTE DE SANTA MARÍA 

Mis manos tocan las aguas
que bañan de luz la fuente;
su trémula piel, casi quieta,
mira al cielo, hundida en él.

Veo de cerca el rostro dócil
del agua, repitiéndose azul.
Agua que brota por el caño
del olivo con rumor sagrado.

Agua casamentera y divina
que reluce en la sed del novio
una y tantas veces hechizado
por el labio que la prueba.

Y quizá sea cierto el encanto
que las aguas a ti te cedieron,
o tal vez sea solamente el amor
el mayor embrujo de tu labio.

***

CASA DEL CABALLO ANDALUZ 

Mira al abuelo
otra vez dueño del camino del aire
y del sol
y del eco de sus pasos
a solas con su sombra.
Otra vez niño de la tierra,
ángel de los campos
y de los caminitos verdes.
Otra vez joven
como esa flor llena de perfume
que en su tallo advierte
las recobradas
y verdes manos de un niño,
azules otras, cuando al agua
de las fuentes se acercan
y se suman al reflejo,
tan azules
que no hieren las aguas que tocan
ni el aire
ni el sueño iluminado por la memoria.

Mira al abuelo ahí en un agua
y en un aire
y en un sueño
y en todo lo que tiene textura
para el alma,
ahí donde el poema es poderoso
y sabiamente crece
más allá de las manos del poeta,
como un bello acuerdo
entre la luz y el poema.

Mira al abuelo
sobre la piedra menos cansada,
como un hombre puro
con su puro y su perdurable gozo.
Mira cómo se guarda este sol
y este día en lo azul de su alma,
y cómo sella toda ternura
en los establos callados de la noche,
donde los caballos
—secretamente enamorados del aire—
muestran las crines del verano
a quien conoce ya el fondo
de todos los paisajes.

***

2/10

[TODO EL AMOR]

Llevo en los ojos la costumbre
de quererte,
y quizá sea por eso, que no te miro,
que no te abrazo como antes,
como juré, ante Dios, que haría.

De ti quiero decir lo hermoso
deteniéndome en lo hermoso
y maridar mi lenguaje
con tu labio de tierra y uva,
y sembrarme solamente
en las palabras del querer,
y decirte toda
con la voz trayéndome semillas.

De ti quiero decir lo hermoso
deteniéndome en lo hermoso,
decirte entre lo vivo
y, también, ahora,
vestida de negro tu luz.

El abuelo duerme y duerme,
y no diré cuánto
para que a la abuela no la hiera
ni una palabra sola.

Mira a la abuela en tu abrazo tierno
y pujante, tan amada.
Mira cómo hunde su queja cantora
sobre tu hombro de atalaya.

Mira a la abuela en tu abrazo de pena;
pena tuya y pena mía,
pena unitiva pero sola,
pena propia de mí
de la que no has necesitado apropiarte
porque también es la tuya
como lo es tu incontable lágrima,
tan bella, tan purísima.

Y es ahora, llenos de vacío
y vestida de negro tu luz,
es ahora
cuando más marida te siento.

Aunque lleve en los ojos
la costumbre de quererte,
de ti quiero decir lo hermoso
deteniéndome en lo hermoso,
y sobre tu beso poner mi cante
y abrazar tu riqueza, toda,
como un niño hambriento
y gentil
que alegremente toca
los pliegues del aire.
Y quiero decir todo el amor
en un momento
porque del amor
creo saber lo mismo que un niño:
que es para siempre.

—————————————

Autor: Alberto Escabias Ampuero. Título: Marida. Editorial: El Toro Celeste. Venta: Todos tus libros.

BIO

Alberto Escabias Ampuero (1989) es un poeta nacido en Madrid y renacido en Alhaurín de la Torre (Málaga). Disparo de nieve (Ediciones En Huida, 2016), finalista del Premio Andalucía de la Crítica; Alas vividas (Editorial Independiente, 2019); Marida (El Toro Celeste, 2023). Ha participado en colectivos como Shukran. Espectros, zombis y otros enamorados (Imagine Ediciones, 2012); Quaderni Mediterranei. Poeti Traduttori in Viaggio (La Piave Editore, 2018); Yo y mi sombra, libro abierto. Antología de jóvenes poetas malagueños (Monosabio, 2020) o Cornvcopia (Antología poética) (El Toro Celeste, 2021).

4.1/5 (58 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios