Patricia Conor debuta en poesía con un libro lleno de misticismo y belleza. Se trata de un poemario que juega entre la niñez y la adultez, en un tono elegante y lírico, rozando una serie de emociones inevitables del pasar de los años. Y es que “en cada poema de este volumen vive el sonido que hace un cuerpo al caer sobre otro cuerpo, o sobre la nada”.
En Zenda reproducimos cinco poemas de Caer al cielo (Manos de pan), de Patricia Conor.
***
DOS CORAZONES IDÉNTICOS
Nada más
salir del vientre
nos fue prohibida
la soledad. Todo cuanto estoy
dispuesta a descubrir
es en memoria
de esta pulsión compartida.
Es por ti que creo
en el más allá, en los senderos.
Dentro del bosque, con las piernas pequeñas
enseñándome el alfabeto, hablando
con fantasmas
detrás de la ruina, cantándome nanas.
Por las libélulas, el columpio,
el día que me escondiste
de la muerte en el baño.
Tú, que mirabas
conmigo el precipicio
y cambiabas de ruta. Tú, que solo
respuestas amables tienes para el odio
y me señalaste por voluntad
entre todas las opciones.
Tu símbolo
es el océano y el mío
/ es el río,
tu corazón funciona y el mío
le imita.
Por ti, que ganaste
el pulso en mi lugar,
me he pasado la vida celebrando
una ventana en tu nombre, dentro el universo
casi aquí, casi siempre
de nuestra parte. Sin ti me hubiera
perdido la bondad
y el almendro en primavera.
Dime qué sería de mí
si no fuera por ti,
que siempre me guardas
protegida en el puño. Si las hermanas
dejasen un día de sostener
las manos de sus hermanas,
la razón
dónde se agarraría.
Dime, si tus manos
alguna vez desaparecen,
¿dónde caigo?
***
LA HIJA DE LAS HIJAS DE LAS HIJAS
Mi madre corta la cebolla para mí
como mi abuela cortaba la cebolla para ella
como su madre cortaba la cebolla para ella:
es una herencia
ininterrumpida
de lágrimas.
***
CAER AL CIELO
He visto
a tantos chicos
lanzar piedras al sol
como a pájaros batiendo las alas.
Engañosos los bordes. Mentirosas
las luces. A nuestra manera luchamos
contra la gravedad
de los hechos.
No me conformo con la tierra,
soy sincera. No es que pretenda
tocar el cielo con las manos,
aunque en algún punto alguien creyó
que la distancia era tan solo
un problema técnico. Inventó la escalera,
el misil, la aeronáutica,
la religión,
el cariño.
No es que pretenda tocar el cielo
con las manos,
pero si lo hiciera,
¿qué encontraría?
***
Aprendí a escribir antes que a amar.
Se podría considerar que fui
madre mucho antes
que hija.
***
NANA DE LOS ÁRBOLES DORMIDOS
No hay consuelo en el cuerpo del padre,
solo una palma que brota desde el suelo
hasta la primera cama de una hija
que sueña con monstruos visibles,
mundos que no existieron, pesadillas que sí
existieron,
y aguantan. Ella reconoce
las sombras al milímetro.
Ante la imaginación,
nadie quiere la noche.
El padre se acerca para proteger a la hija,
la hija se acerca para proteger
al padre.
Al borde de la oscuridad los dedos
respiran a salvo. El tacto
es el único lugar seguro.
Él también grita en los sueños,
aunque nadie le escucha.
No hay consuelo en el cuerpo del padre,
solo la brutalidad de ser,
de estar sin quererlo,
en la piel de alguien más.
La mano asustada del padre sujeta
la mano asustada
de la hija.
Quién sostiene a quién
es la pregunta.
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Autora: Patricia Conor. Título: Caer al cielo. Editorial: Manos de pan. Venta: Todos tus libros.
BIO
Patricia Conor (España, 2001) trabaja con la imagen simbólica y la palabra escrita. Apasionada por la narración desde niña, concluye en 2024 sus estudios en Guion, Artes Visuales y Cinematografía. Trabaja desde entonces en el ámbito de las narrativas visuales, mayoritariamente como guionista y fotógrafa. Paralelamente, ha mantenido un vínculo íntimo y constante con la literatura, la poesía y la cultura. Ha escrito en revistas y medios digitales como El Sur, El Salto Diario o Sustrato. Caer al cielo es su primer poemario. Actualmente reside en su Málaga natal.



Especialmente hermoso “La hija de las hijas de las hijas”. Brevedad, honda sencillez. Gracias.