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Isabel San Sebastián: «La Reconquista es para mí una epopeya enormemente inspiradora»

Isabel San Sebastián: «La Reconquista es para mí una epopeya enormemente inspiradora»

Es una de las periodistas más conocidas del panorama nacional y también una escritora de éxito, autora de novelas históricas con más de 500.000 ejemplares vendidos hasta la fecha. Hoy Isabel San Sebastián nos espera en el Hotel Palace para hablar sobre La Dueña (Plaza & Janés), su último libro. Una novela que, como casi todas, empezó a urdirse en la cabeza de la periodista en Asturias, paseando por el bosque y las playas cántabras de invierno, y que luego escribió en Madrid, donde vive y ejerce activamente el periodismo político en prensa, radio y televisión.

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—¿Es la novela ambientada en el pasado una vía de escape a la inmediatez que exigen el periodismo y la política?

"La política actual es la entronización de todo lo que yo considero vil"

—La política actual es burda, gris y deprimente. De hecho, es la entronización de todo lo que yo considero vil: la mentira, la cobardía, la deslealtad y la traición, la falta de palabra y de honor. Todo aquello que detesto preside la política actual. Entonces me voy al pasado porque con sus luces y sombras y su brutalidad, fue un momento en el que el honor se apreciaba, la traición se señalaba, la valentía se premiaba. Valores y actitudes que hoy están desfasados, desde luego.  La actualidad para mí no es estimulante, pero en la historia, en particular la época medieval, yo encuentro épica y heroísmo, elementos evocadores en términos literarios.

—Mujeres fuertes, decididas, admirables. ¿Es esta una novela feminista?

—En absoluto. Yo llevo 20 años haciendo novelas y siempre sobre mujeres, pero no por reivindicar nada, aunque también, sino sobre todo por recuperar el papel de unas mujeres a las que la historiografía, más que la historia, despreció y olvidó casi por completo, sobre todo en un momento, la Alta Edad Media, donde las mujeres jugaron un papel fundamental.

—¿Es La Dueña  una novela histórica en clave de presente?

"Los momentos más misóginos y de mayor irrelevancia de la mujer no fueron los de la Edad Media, sino los siglos de la Edad Moderna"

—Bueno, a ver. Quisiera dejar claro que esta es una novela construida con muchísima documentación, cuyos personajes femeninos son plausibles en su contexto. No he transportado mujeres del siglo XXI al siglo XI, mis personajes femeninos son verosímiles en un momento histórico concreto, en este caso la temprana Edad Media, cuando estas mujeres de frontera y reconquista jugaron en nuestro país un tremendo papel social, político y cultural. Y es que, lejos de lo que se tiende a creer, los momentos más misóginos y de mayor irrelevancia de la mujer no fueron los de la Edad Media, sino los siglos de la Edad Moderna, sobre todo el S.XVIII y el S.XIX.

La Visigoda, La Peregrina, La Cátara, La Dueña… son ellas las protagonistas indiscutibles de un territorio propio que ya es muy reconocible.

—Sí, sí, desde luego. Pero es que yo escribo básicamente de mujeres por la sencilla razón de que es lo que mejor conozco. La novela es un artefacto difícil que se tiene que manejar con cuidado y siempre adentrándose en terrenos que uno conoce y domina. Yo soy mujer, y me resulta legítimo y útil recurrir a mi propia naturaleza, con todos los matices posibles de memoria, emociones y mirada, a la hora de definir a mis personajes.

—Hablemos de La Dueña, y de esas mujeres de frontera a las que hacías alusión.

"He sabido demasiado bien, por mi propia biografía, lo que siente una mujer rodeada constantemente por el peligro"

—La Dueña narra la historia de una mujer de frontera porque el contexto de la novela así lo pedía, ya que se desarrolla en el siglo XI, en la Península Ibérica, un momento clave de la repoblación y movimiento de fronteras. Esa Dueña y todas las demás mujeres de la novela arrastraron, como aquellas otras cuya memoria se ha perdido, grandes y constantes peligros. Eso es algo con lo que yo he podido identificarme al escribir pues he sabido demasiado bien, por mi propia biografía durante los años de plomo, lo que siente una mujer rodeada constantemente por el peligro y  amenazada de muerte, con el agravante de saber que también pones en peligro a los tuyos y que tienes que cargar con el peso de defenderte, y la responsabilidad de defenderlos.

Decías en alguna reciente declaración que la Dueña, Auriola, es un híbrido entre tu madre y tú.

Mi madre era navarra, muy alta. Realmente poseía una presencia imponente, de ojos azules y pelo rubio, con los pies grandes como mi protagonista. También como ella solía llamar a su nieto “mocete” o “mocetico”. Además, era una mujer brava, recia, heredera de la estirpe de esas reinas del norte, y en ella me inspiro claramente para construir a la Dueña. Por otra parte, yo soy una mujer fuerte de carácter, quizás en ocasiones demasiado fuerte (risas). Eso también le ocurre a Auriola.

 

¿Es una novela de acción o de emoción?

Es una novela en la que hay mucha acción, pues el S.XI es un momento de continuas batallas, choques, idas y venidas, enfrentamientos crueles entre hermanos de sangre. Sin embargo, es también una novela en la que he puesto mucha emoción, mucho cariño, mucho sentimiento, mucha esperanza. Para describir la época, escenarios y acontecimientos, conté con las crónicas, estudiando y releyendo a los historiadores que más me interesan, pero en el aspecto sentimental y humano me he inspirado en mi propia naturaleza y en las personas que he tenido cerca.

España, además, es un país con una larguísima tradición matriarcal.

"La mujer española de este momento y estas fronteras, tuvo un papel protagonista y muy activo"

Exacto. Es que date cuenta de que toda la cornisa cantábrica ibérica procede de culturas precristianas matriarcales: un legado que inevitablemente determinó la personalidad de esas mujeres norteñas que fueron repoblando el resto de España a medida que avanzaba la Reconquista. Además, como le ocurre a Auriola, en un mundo donde los hombres se encuentran ausentes, batallando o muertos, son ellas las que tienen que hacerse cargo de sus familias, cultivos y haciendas. Esto necesariamente tuvo que dar lugar a mujeres fuertes, a “dueñas”, como se las llamaba, capaces de hacer frente a esa gran responsabilidad. Más adelante, en los siglos siguientes, fueron paulatinamente relegadas al ámbito del hogar, marginadas de la vida pública. Pero la mujer española de este momento y estas fronteras, tuvo un papel protagonista y muy activo.

Algo de eso se puede atisbar en las crónicas de época cuando hacen referencia a aquellas reinas batalladoras.

De hecho, las pocas reinas de las que tenemos noticia como la reina Toda de Navarra, la reina Sancha de León o la reina Urraca hija de Alfonso VI que será la protagonista de mi próxima novela fueron reinas de pleno derecho, que se subieron a caballo y combatieron, y se las vieron con nobles, obispos, príncipes de la Iglesia, reyes, y con quien se les pusiera por delante. Y ni ellas, ni las que ocupaban escalones inmediatamente inferiores, fueron nunca seres desvalidos como se ha presentado en la iconografía posterior: damas delicadas metidas en una torre tirando la trenza para que el caballero viniera a salvarlas, ni mucho menos.  Fueron mujeres que tuvieron que sobrevivir en una época muy dura y que lo hicieron estoy segura a base de inteligencia, fortaleza y también de mucho amor, porque en las mujeres una cosa nunca ha estado reñida con la otra.

En esta novela se trata el tema del amor de una manera, digamos, tradicional: el amor familiar.

"La Reconquista fue una epopeya por la que tendríamos que dar gracias todos los días, especialmente las mujeres"

Exacto. El amor familiar. Me interesaba describir el amor entre cónyuges y con sus hijos, por supuesto con sus líos y sus broncas, pero efectivamente, mi novela se desarrolla en eso que el feminismo llama despectivamente amor romántico. Nunca he entendido el sentido despectivo de ese romanticismo. Tal y como yo lo entiendo, el amor romántico es un amor imbuido de respeto, de lealtad, de fidelidad: un amor que se proyecta en los hijos y los nietos y que trasciende a la muerte…  en fin. Valores que sé que no están precisamente de moda, pero son los sentimientos en los que me educaron. Son redes de amor que se tejen en las familias y, desde mi punto de vista, son también los hilos que nos han traído hasta hoy, hasta lo que somos. Es que para sobrevivir en el siglo XI o en cualquier siglo, donde no había redes de protección social ni gubernamental, era imprescindible ese tejido familiar.

La novela transcurre en plena Reconquista, un periodo aún muy desconocido y hoy, políticamente incorrecto. ¿Narrar parte de nuestros orígenes es uno de los motivos para centrarte en ella?

Sí. Y también el desafío personal de la documentación rigurosa para poner en valor nuestra memoria frente a la estupidez actual. La Reconquista es la etapa crucial de la historia de España. Gracias a ella somos europeos y tenemos un país democrático, plenamente integrado en la cultura occidental que además supuso su culminación, pues se pudo proseguir la aventura hacia occidente y América. Es una época que sigue siendo tan desconocida como denostada. Sostienen hoy que “hay que pedir perdón por haber reconquistado España para la Cristiandad, ya que la cultura musulmana era mucho más avanzada”, lo cual es absolutamente falso y absurdo. La Reconquista fue una epopeya por la que tendríamos que dar gracias todos los días, especialmente las mujeres: mira cómo están hoy las tunecinas, las marroquíes, o las libias. Todas esas regiones al sur del Mediterráneo eran tan romanas y tan occidentales como España. ¿Qué marcó la diferencia entre cómo están esos países hoy y cómo está España? Pues exactamente la Reconquista. La oleada islamizadora alcanzó España y la conquistó, pero luego España se desislamizó, el sur del Mediterráneo no, y mira cómo están. Reivindico la cristianización y europeización iniciadas en la Reconquista sin ningún complejo, en mis novelas y fuera de ellas.

¿De dónde crees que nace ese complejo?

Pues es una muy buena pregunta. Yo no puedo entender por qué en España buena parte de la izquierda que se autodenomina progresista considera que es más progresista el islam que el cristianismo. Y yo soy agnóstica, por no decir atea. No profeso ninguna religión, ni mucho menos la practico, pero objetivamente, cualquiera puede ver dónde está el mundo cristiano y dónde el musulmán, y no hay mucho más que hablar.

Dices que tu siguiente novela es sobre la reina Urraca…

"Somos una de las pocas naciones que han contribuido decisivamente a darle forma al mundo tal y como lo conocemos hoy"

Sí, pero no la Urraca navarra, sino la hija del rey Alfonso VI, que es un personaje fascinante. Bueno, es que La Dueña  termina en Uclés, con la muerte del infante Sancho y el nombramiento de Urraca como sucesora. Yo me he propuesto novelar toda la Reconquista, por lo que la siguiente novela gira en torno a ese momento, aunque la reina no será la protagonista. Como siempre, será un personaje de ficción, descendiente de Auriola, quien lleve el peso del protagonismo. En realidad, me propongo con esta serie recuperar nuestra raíz medieval, aunque sin dejar de emocionar y entretener al lector. Es que la Reconquista es para mí una epopeya enormemente inspiradora que da pie a organizar viajes fascinantes en la máquina del tiempo, que es como yo concibo la novela histórica.

¿Dónde reside el éxito de la asociación «Escritores con la Historia” creada por Chani Pérez Henares a la que perteneces desde sus orígenes?

Cada vez más gente está harta de tener que avergonzarse por ser español. La historia de España tiene luces y sombras, como todas, pero somos una de las pocas naciones que han contribuido decisivamente a darle forma al mundo tal y como lo conocemos hoy. El éxito de la novela histórica es imparable, es el género más leído porque la gente quiere conocer su historia. Los ciclos de conferencias y otras actividades que organizamos desde la asociación son un éxito, porque hay un interés evidente por escuchar hablar de manera amena, documentada y objetiva sobre nuestra historia.

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Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Una mujer a quien leo. Sus excelentes libros. Una mujer que habla claro. En contra de lo que nos es habitual. Una mujer que no se averguenza de decir que su verdadera naturaleza es ser mujer. Ser y decir lo que se es. Ontología pura y no ontología despistada.

Y como referente España y su historia. La de verdad. No la postespaña, que no es nada, la de los progres. Y provenimos de donde provenimos, sin afeites, sin posverdades, sin relatos relativistas, con nuestros héroes, nuestros hechos, nuestras hazañas; en fin, nuestro pasado, ese que ahora quieren dejar de enseñar a los niños.

Y alguien que también habla claro de la política actual deleznable, escatológica.

Defender la Reconquista y defender el Romanticismo, en estos tiempos, es de héroes. El amor romántico, no el actual amor líquido y fatuo de portada de revista. El amor de verdad siempre ha sido privado, recogido, sin alharacas, sin pago de exclusivas. La Reconquista, esa obra excepcional que llevaron a cabo nuestros ancestros, construyendo lo que ahora somos. No renunciemos a ello. No seamos víctimas de la ingeniería social zapaterosanchista.

Otro excelente libro de esta escepcional mujer que es obligado leer para conocernos mejor, conocernos de verdad. No cambiemos nuestros verdaderos orígenes por otros inventados.

Como siempre, muy buena entrevista sra, Solano.

Josey Wales
Josey Wales
1 año hace

El hombre moderno no tiene la capacidad de entender al hombre medieval, porque ni siquiera cree realmente que va a morir, y mucho menos a enfrentarse a un juicio ajustadísimo de sus actos. Vive como un animal (hombre animal, le llama San Pablo) nace, crece, se reproduce con permiso de la ministra, y desaparece. Sus operaciones se dirigen a satisfacer sus quimeras. En este sentido, es un hombre mucho más perdido que los musulmanes, que al menos tienen su propio sentido del honor, lealtad y, hasta cierto punto, conocen la coherencia. Rs como comparar a Sancho el Fuerte, o a Doña Urraca, con Eduardo Casanova.

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace
Responder a  Josey Wales

Mucho que hablar sobre eso. Largo y tendido. Hoy no se convive con la muerte y su posibilidad. Hoy estamos en la cultura de la ficticia inmortalidad. En la Edad Media la muerte era una posibilidad real y presente. Y los valores, la familia, la ciudad y el honor eran más importantes que la vida. Hoy, el disfrute permanente, el hedonismo, el placer sin fin, se publicitan y se extienden sin medida y sustituyen a los valores. Hoy se intenta prolongar la vida para el dusfrute. Quizás habría que comparar también a doña Urraca con la Falcó. Personas con valores contra personajes líquidos. Pero aún quedan personas con valores como la propia Isabel S. Sebastián.

Josey Wales
Josey Wales
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Largo y tendido, sí. Este formato de diálogo a veces oscurece lo que queremos decir, más que expresarlo. El hombre medieval era un hombre. Se aferraba a la vida, amaba el vino y las mozas rollizas, la música y las vajillas de plata labrada, pero veía las cosas desde arriba, o desde dentro, si lo prefiere. Esto de hoy no sé qué es.

Jekyll
Jekyll
1 año hace

Sorprende la idealización de la Edad Media, un período muy violento de la historia humana, aunque es verdad que no más que otros. Esto, no obstante, no justifica esa especie de añoranza que destilan algunos hacia los casi mil años en que la existencia de los hombres ha sido caracterizada por algunos historiadores con las contundentes palabras de Hobbes: pobre, brutal y breve. La mísera condición de la inmensa mayoría de la población se manifestaba en un sórdido ambiente de cruzadas, guerras civiles, pogromos, epidemias y servidumbres.
El Renacimiento no supuso un gran cambio en la vida de las clases populares, pero al menos propició el acceso de los más pudientes a la cultura, gracias a la imprenta, y difundió las ideas del humanismo. Por su parte, la Reforma introdujo el Libre Examen, que supuso un estímulo a la autonomía personal.
En cuanto a la Reconquista, término de uso relativamente reciente (no se menciona en ningún documento medieval) y que despertaba la incredulidad de Ortega y Gasset («no entiendo cómo se puede llamar reconquista a algo que duró ocho siglos»), cualquier estudioso advierte que no se puede calificar de ese modo la acción de los reinos cristianos, salvo quizás algún monarca o noble a título personal. Castilla, Aragón, Navarra tenían sus propias preocupaciones y objetivos, que por lo general no pasaban (o no era prevalente) por el restablecimiento de la religión cristiana en la Península.
Así que recomiendo el estudio de la Historia acudiendo a fuentes primarias, cuando sea posible, y secundarias solventes, para lo que disponemos de grandes obras de reconocidos y ecuánimes especialistas, lejos de historietas divertidas, sorprendentes, tradicionales y muchas veces… falsas.