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Begoña Valero: “El Cervantes de mi novela es un joven soldado de los tercios que enamora por su honestidad”

Begoña Valero: “El Cervantes de mi novela es un joven soldado de los tercios que enamora por su honestidad”

Es bien sabido que Miguel de Cervantes sufrió cautiverio durante cinco años en Argel y que tras ser rescatado pasó una temporada en Valencia, ciudad que se encontraba en su apogeo, cuya pujanza ensalzó en sus escritos. Lo que hasta hace poco se ignoraba es que durante su estancia en la capital del Turia el joven Cervantes participó como testigo en un juicio muy sonado que dividió en dos bandos la población. A partir de ese hecho la escritora valenciana Begoña Valero compuso Un testigo llamado Cervantes (Sargantana, 2024), un relato que entrelaza, con amenidad y rigor histórico, las peripecias de Cervantes en Argel con el citado proceso judicial. Su relato recibió el Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2025 en la modalidad de narrativa, que se suma al Premio ODILO 2024. Begoña Valero es licenciada en Medicina y Cirugía, funcionaria de la Generalitat Valenciana y una apasionada contadora de historias pretéritas.

***** 

—¿Qué ha significado ganar dos premios con tu tercera novela?

—Para mí es el espaldarazo definitivo como escritora. Desde que editorial Sargantana publicó en enero de 2024 Un testigo llamado Cervantes se ha producido un cambio significativo en mi carrera literaria. Prueba de ello son las siete ediciones que esta novela ha reunido en poco más de un año, además de dos premios: el premio ODILO 2024 a la mejor autora de novela histórica que otorga el certamen pionero en España de este género, la Semana de Novela Histórica de Cartagena, así como el premio de la Crítica Literaria Valenciana 2025 en la modalidad de narrativa. No puedo manifestar mayor satisfacción por estos premios si su función es contribuir a que el mejor Cervantes siga más vivo que nunca.

—¿Cómo descubriste que el autor del Quijote intervino en un juicio celebrado en Valencia, y qué te impulsó a novelar ese episodio inédito?

"El hallazgo se publicó en la prensa, despertando mi curiosidad. Se trataba de algo único que nadie antes conocía sobre la vida de Cervantes"

—Lo descubrí cuando el investigador Jesús Villalmanzo encontró en 2016 su firma en el Archivo del Reino de Valencia, que rubricaba su declaración en un juicio por un asunto criminal, y que es la más antigua que de él se conserva. El hallazgo se publicó en la prensa, despertando mi curiosidad. Se trataba de algo único que nadie antes conocía sobre la vida de Cervantes. La joya más preciada para un escritor. No podía dejarlo pasar. Pensé que otros autores se interesarían y esperé cruzando los dedos hasta reunir toda la información para comenzar a escribir. Pronto me di cuenta de que necesitaba remontarme a los cinco años que Cervantes estuvo cautivo en Argel para construir bien esta historia. Ambas tramas se complementaban a la perfección y me permitían ofrecer una imagen más completa sobre la personalidad de nuestro insigne escritor.

—Sobre el cautiverio de Cervantes en Argel y también sobre su breve paso por Valencia hay mucha información. Sin embargo, nada se sabía del mentado juicio. ¿Cómo te has documentado sobre él?

—En el Archivo del Reino de Valencia constan todas las declaraciones del proceso criminal que se juzgó en Valencia por la muerte de un pescador en 1580. Durante casi un año se fueron acumulando toda una serie de documentos, entre instancias, autos, testificaciones, etcétera, que llegaron a sumar más de cuatrocientos folios. Tocar algunos de estos documentos resulta fascinante. Es sentir las vidas de otras personas olvidadas del tiempo, que he resucitado para regocijo de los apasionados de la lectura, con sus nombres y apellidos verdaderos para volver a darles voz.

—Parece que aquel juicio fue un acontecimiento mediático, diríamos hoy, y no por la presencia de Cervantes, que entonces solo era uno más de los soldados rescatados de Berbería.

"Después de cinco años en Argel no deseaba perder su libertad, y no fue todo lo sincero que debía"

—Sin duda fue un acontecimiento extraordinario, hasta el punto de ser recogido por el cronista de la época, tras la declaración de Miguel de Cervantes en el juicio. Todo comienza con la aparición de un cadáver descuartizado en una acequia de Valencia, y los testigos declaran que se trata de Jeroni Planelles, un joven pescador desaparecido. Entonces se desata la locura en la ciudad del Turia. Varios hombres son acusados, detenidos y encarcelados. Cuando sus vidas penden de un hilo llega Cervantes de Argel. Acababa de ser rescatado de su cautiverio y su declaración en el juicio levanta una serie de increíbles apuestas que movilizan a la población. El motivo no se puede desvelar porque ahí reside el misterio de todo lo que ocurrió después. Solo puedo contar que Cervantes fue muy valiente y osado al declarar, porque quienes lo hacían en una determinada dirección acababan en la cárcel. Después de cinco años en Argel no deseaba perder su libertad, y no fue todo lo sincero que debía. Sin embargo, tampoco deseaba que enviasen a la horca a personas inocentes. Lo asombroso de este momento es cómo consigue eludir la cárcel y ayudar con su declaración a personas que no consideraba culpables.

—Además de frecuentar a los literatos valencianos, Cervantes visita el famoso burdel en todo el orbe cristiano, la pobla de les fembres pecadrius, que funcionaba en la capital del Turia. Háblanos de este singular establecimiento.

—La pobla de les fembres pecadrius era un barrio de la ciudad de Valencia que en el siglo XVI estaba destinado a ejercer la prostitución. Se trataba de un recinto amurallado para controlar a todos los hombres que querían acceder al famoso burdel valenciano. Un vigilante controlaba la entrada y custodiaba la bolsa de los clientes. También confiscaba las armas para evitar altercados. El horario era muy riguroso. Al cerrar, algunos parroquianos no satisfechos, desde el exterior, se subían a los árboles y saltaban el muro para continuar con sus escarceos amorosos. En su apogeo, un siglo atrás, más de trescientas mujeres públicas habitaron este prostíbulo, el más popular de Europa. Vestían de blanco impoluto con delantal azul, una marca obligada para distinguirlas de las mujeres «honradas» cuando salían del burdel donde vivían. Al enfermar eran atendidas por un cirujano sin tardanza para que no trasladasen el mal a sus parroquianos. Si la mujer era contagiosa la enviaba al hospital. Si allí no se curaba, tenía prohibido volver a trabajar como prostituta. La pobla era una fuente de riqueza para la Corona, con tabernas, hostales y una maquinaria fiscal bien engrasada por los veinte hostaleros que gestionaban el negocio. Es muy curioso observar este capítulo de la historia para sorprendernos de cómo se hacían las cosas en el siglo XVI en el reino de Valencia. Incluso descubrir cómo los religiosos les proporcionaban a estas mujeres una salida piadosa para redimirlas mediante la búsqueda de un esposo o el ofrecimiento de la vida religiosa como opción.

—Después de ahondar en la figura de Cervantes, ¿qué idea te has hecho de ese personaje de vida tan novelesca?

"Estoy segura de que si fuera inglés conoceríamos a través del cine y de la literatura cada detalle de su existencia"

—Sin duda el protagonista de Un testigo llamado Cervantes no refleja la imagen retenida en la memoria del imaginario popular. En mi novela es un joven soldado de los tercios, valiente y desafiante, que enamora por su forma de ser y por su honestidad. Al observar la portada de Un testigo llamado Cervantes podemos hacernos una idea. Se trata del lienzo de Augusto Ferrer-Dalmau Cervantes en Lepanto, una imagen probablemente muy aproximada del hombre que fue. Solo hay que comprobar la opinión de sus compañeros de cautiverio en la Información de Argel para saber que arriesgaba su vida para tratar de huir del infierno argelino y cuando lo capturaban se atribuía la culpa para salvar a sus amigos, a pesar de saber que el castigo era la muerte. Resulta curioso que se hayan escrito múltiples ensayos sobre su obra y escasas novelas sobre su vida. Espero que Un testigo llamado Cervantes sirva para despertar de nuevo el interés por nuestro escritor más universal. Estoy segura de que si fuera inglés conoceríamos a través del cine y de la literatura cada detalle de su existencia. En octubre llegará a la gran pantalla la película El cautivo, de Alejandro Amenábar, sobre sus años de cautiverio en Argel. Tal vez sea una llamada de atención para demostrar que Cervantes, como persona, no solo como escritor, está más vivo que nunca.

—Todas tus novelas son históricas, y además perteneces a varias asociaciones de escritores afines. ¿A qué se debe tu fascinación por el pasado?

—Siempre me ha gustado la historia, pero los libros de texto no suelen ser muy amenos. También considero que es necesario conocerla para no cometer los mismos errores que nuestros antepasados, y la novela histórica me permite contar los hechos acaecidos en otros tiempos de una forma atractiva para cualquier lector. Además, me documento de forma rigurosa para ofrecer una imagen objetiva de los acontecimientos. Ese es el motivo de pertenecer a Escritores con la Historia, ya que persiguen la misma meta.

—Baroja también estudió Medicina y casi no la practicó. ¿Por qué cambiaste el bisturí por la pluma?

—Quizá la respuesta sea poco poética. El trabajo en el sector sanitario con horarios irregulares me habría impedido escribir y, pese a mi gusto por la ciencia médica, no estaba dispuesta a prescindir de la pasión por contar historias. Tanto Un testigo llamado Cervantes (Sargantana, 2024) como mi anterior novela, La casa del compás de oro (Grijalbo, 2017), trabajos muy documentados, han requerido entre tres y cuatro años cada una de ellas para plasmarlas en el papel. Una vida dedicada a la Medicina me lo habría impedido. No me arrepiento de la decisión que tomé.

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Jaime
Jaime
5 meses hace

Cervantes es mi mayor héroe. Con las lecturas del Quijote -que no sé cuántas llevaré ya, ni las que me quedan, pues lo leo y lo releeo y a veces hasta escribo como si yo mismo fuera él- he aprendido a escribir, a llorar, a reírme de mi propia muerte y un sinfín de cosas que los jóvenes de hoy no sé si entienden muy bien, pues van a lo fácil, a los resúmenes, sin tomarse el tiempo de pararse (que también significa otra cosa aparte de leer) a observar todos los detalles curiosos de la más inmortal novela. La de el hombre que inventó la comedia en unos tiempos muy oscuros cuando la inquisición estaba por todas partes. Y dicho esto, amen.

Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
2 meses hace

Felicitaciones a Bel Carrasco por éste excelente artículo y más felicitaciones a la laureada e ingeniosa escritora Begoña Valero por su novela sobre el joven Miguel de Cervantes, cuya vida y obra siguen iluminando e inspirando a escritores de España, de Hispanoamérica y del mundo, aunque algunos pretendan negar sus extraordinarias influencias literarias, que Cervantes ejerce desde hace más de cuatro siglos, 420 años para ser más exactos, contados desde la publicación en 1605 de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”.

ELEGÍA A CERVANTES INMORTAL

(1547-1616-Eternidad)

Cervantes, llegaste a viejo y te sentiste solo y derrotado,

En tu vida de tanto esfuerzo, de ilusiones y desengaños,

De muchos afanes y trajines, de calamidades y fracasos.

De joven ambicionaste fama,

Vencer la pobreza, que siempre te cercaba,

Vencerla con la pluma o con la espada.

De tu arriesgada vida de soldado,

Lograste, no el ascenso merecido,

Ser “Capitán”, como estaba prometido,

Para ser cautivo cinco años largos, esperando tu rescate,

Esclavo prisionero del musulmán enemigo,

Que fallaron todos tus planes de escape.

Por tus cartas de recomendación

Cuatro veces la vida salvaste,

A cambio mucho creció el monto de tu rescate,

La extorsión criminal que imponía el musulmán

A los cristianos apresados en sus piratas correrías.

Y no sufriste tormentos ni a muerte te condenaron

Ante tus fugas frustradas, por tu temeraria valentía,

Entendió tu falso dueño que matarte, mutilarte

O con otro grave maltrato castigarte,

Lo condenaría a la más infame cobardía,

Y era el oro por tu costoso canje,

Lo que el moro más quería.

Tiempo sobró para ver toda barbarie

Por los sarracenos cometidas,

Y al regresar a tu tierra amada,

A tu España añorada y querida,

Sin contar a los tuyos, olvidado ya estabas.

¿Plaza de Capitán? ¿A un soldado de una mano tullido?

Muertos eran ya quienes firmaron tus cartas

Por todo tu valor probado ante el enemigo:

Un duque español, Virrey en Nápoles,

Y Don Juan de Austria, Jefe de la Cristiana Flota

Contra el Imperio Turco agresivo,

Vencedor en Lepanto, Gloria de España por siglos,

Hermano del mismo Rey,

A quien pediste Gracia y Merced en vano.

Ser Mensajero Real, espía u otra comisión a destajo,

Esas tus recompensas a tantos desvelos y trabajos.

Perdieron toda importancia

Tus servicios de soldado aventajado

En Lepanto, Navarino, Corfú, Bizerta y Túnez,

En todo el Mediterráneo, mar de los antiguos romanos;

Sin importar a la Corona que estabas endeudado,

Por los préstamos tomados para pagar al moro rescate.

Y decidiste no ir a Flandes a luchar contra cristianos,

Como mandó el Rey Felipe, nombrado El Rey Prudente,

Rey Papelero, Rey Burócrata, comparado con su hermano

Don Juan de Austria, gran capitán en guerra,

Muerto temprano, víctima de fiebres y engaños,

O con su padre mismo, Carlos Quinto,

Emperador y de la Guerra el Rayo.

Para hacer guerra entre cristianos

En la Europa dividida,

El Rey Felipe pactó tregua

Con los musulmanes otomanos,

Apartado del camino que su propio padre,

Emperador y moribundo, le tenía señalado.

Ya antes Venecia firmó acuerdo con el Sultán Otomano,

Le entregó Chipre, olvidando el gran triunfo de Lepanto.

Y en otros tiempos pasados, hasta el Rey de Francia,

Génova, Milán y el mismo Papado,

Del Imperio Turco contra España fueron sus aliados.

Tanto error te encaminó, Cervantes desengañado,

A negar tu espada antes que matar cristianos.

Del Rey olvidaste sus Ejércitos, por tí tan amados,

Para continuar combatiendo al enemigo desalmado,

Al verdadero enemigo, que sólo en Argel tenía

Veinte mil cristianos cautivados,

Sometidos a perpetuos sufrimientos y martirios,

Tormentos y torturas. Eran muchos los forzados,

Violadas las mujeres, los hombres sodomizados.

Allí morían esclavos los nazarenos

Sí nadie acudía a rescatarlos;

Morían con cadenas, de hambre, a garrote,

A latigazos o empalados,

De trabajos forzados, ahorcados,

Decapitados, destripados, mutilados,

Descuartizados, desmembrados

O con los huesos por mazos de hierros quebrantados;

Que no es igual luchar, herir y matar en batalla,

Que humillar, torturar y matar impunemente,

Con toda crueldad, saña y vesanía,

A gente indefensa, inerme y maniatada.

Con candentes hierros los marcaban

Como sí fueran animales o ganado,

Igual que a los hombres negros africanos,

Que por racismo y codicia brutales,

Esclavizaban los musulmanes. Y contra Cristo,

Muchos que se llamaron a sí mismos “cristianos”,

Por ignorancia o por cinismo,

Que nunca será de hombres de bien

Hacer daño al inocente ni al indefenso fuerza alguna,

Que lo castigará Dios sin olvidar ofensa alguna.

Tantas atrocidades juraste nunca olvidarlas.

Y tu familia, pobre y errante, se endeudó

Y todo hizo para reunir los ducados,

Para liberarlos de la esclavitud sarracena

A tí y a tu hermano, dos humildes y jóvenes soldados.

Se reunió primero el rescate de Rodrigo, menos elevado,

Que cartas no le quitaron, no se las otorgaron;

Años después murió en el frente, Alférez bravo en batalla,

En la mala guerra de Flandes, guerra cruelísima y larga,

Guerra entre cristianos, regocijo de otomanos,

Mala guerra provocada por el terco Rey Felipe,

Que arrogante olvidó que Flandes era reino heredado,

No ganado en batalla o país conquistado.

De sarracenos fuiste esclavo, cinco años pasados,

Y al fin fuiste rescatado de tanta brutalidad y miseria

Por tu familia incansable y la caridad de frailes Trinitarios.

Desengañado ya del Rey Felipe, tu pluma sería tu espada,

Los versos, tu arcabuz, tus huestes el Teatro,

Y con los frailes en tu ayuda, con las obras que montaste

Caridad cristiana pediste, limosnas,

Para los cautivos de rescate.

Así nació tu pieza tan sentida, El Trato de Argel conocida

Y cada representación del Trato de Argel terminaba

Con tu recia petición al sordo Rey:

“¡Libertad para los cristianos cautivos!

¡Expedición Libertadora de los Ejércitos de España

Contra el enemigo musulmán, los piratas berberiscos

Y sus nidos en Argel!”, pero nada movió al Rey.

Allí inició tu carrera de escritor popular,

Que tiempo atrás en Madrid, tu maestro recordado,

En letras humanas y divinas,

Juan López de Hoyos ejemplar,

Te profetizó contento un día,

Cuando unos juveniles versos tuyos

Tanto alabó como fértiles semillas

De un árbol, que cuidado, podía crecer descomunal,

De frondoso ramaje tupido y a todos sombra y frutos dar,

Verdad y Sabiduría.

Por eso escribiste El Quijote al ocaso de tus días;

Quisiste dejar tu Legado a toda la Humanidad,

Lo más importante aprendido en tu vida acontecida,

Larga, aventurera y sufrida.

Querías desterrar de las mentes de los hombres,

Las supersticiones, los prejuicios y las supercherías,

La ignorancia, los errores, los sofismas

Y todas las embustes y mentiras,

Y mostrarles un camino

A la Libertad, la Justicia y la Hermandad.

Mario Raimundo Caimacán

Miguel de Cervantes es Orgullo de España, de Hispanoamérica y del mundo.

Esta elegía en homenaje al inmortal Miguel de Cervantes forma parte de mi poemario “Poemas de un Mundo Salvaje” y es el epílogo de mi ensayo “Cervantes, Su Propuesta de Novela Psicológica, Influencias del Quijote en El Ulises de James Joyce y Otras Notas”, ambos publicados el año 2023 (disponibles en Amazon). Estoy escribiendo el ensayo “El Misterio Resuelto de las Novelas Ejemplares” y tengo en preparación otros dos ensayos sobre Cervantes.