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Las mujeres que siempre estuvieron aquí

Las mujeres que siempre estuvieron aquí

“Españolas, vamos a la conquista de todos nuestros derechos; vamos en pos de nuestra total dignificación”. Esta frase, una especie de grito de guerra contra la ignorancia y el analfabetismo, extraída del último libro del historiador Francisco Cánovas, Siempre estuvimos aquí, y que podría de nuevo pronunciarse hoy sin que resultara anacrónica, formaba parte del manifiesto de la Liga Española para el Progreso de la Mujer —primera organización feminista de ámbito estatal en nuestro país—, que firmaron en 1918 Ana y Amalia Carvia junto a otras doscientas mujeres en defensa de sus derechos y el sufragio femenino.

Miles de datos, fechas, nombres y acontecimientos se apretujan en las páginas de este necesario documento memorialista prologado por Manuela Carmena, que reivindica el lugar que les corresponde a veintiséis mujeres como Ana y Amalia, desconocidas para el gran público, que abrieron caminos a la igualdad; pero lo que queda al final, cuando se cierra el epílogo, es el regusto de lo personal, lo íntimo y lo apasionado de esas veintiséis rebeldes que desafiaron al sistema patriarcal y que la pluma del investigador saca de la penumbra que los tiempos les adjudicó.

"Cánovas levanta las persianas de cocinas, alcobas y salones, de cada uno de los rincones domésticos en los que se intentaba recluir a esas mujeres"

Los tiempos son los dos últimos siglos de la Historia de España, durante los que las mujeres vagaron interminablemente, generación tras generación, en una agónica lucha de trincheras por salir a la luz desde detrás de sus visillos, condenadas a la dependencia del hombre como seres incompletos, destinados a lo doméstico y sin derecho a la educación, a desarrollarse como personas o a participar en lo público.

Ellas, las protagonistas de Siempre estuvimos aquí, persiguieron la emancipación y el reconocimiento a sus capacidades, tarea que lamentablemente perdura a día de hoy, aun enmarcada en tomo de cuero del 78, transitando trabajosamente el agotador camino a pie hacia la incierta victoria, saltando zancadillas y brincando sobre abismos en los escenarios del modelo decimonónico primero y de la dictadura después.

Al respecto de aquel retroceso sufrido tras el golpe de estado del 36 reflexiona en el prólogo la exalcaldesa de Madrid: “El mundo real que habían empezado a construir no encajaba en la pacata sociedad sobrevenida”.

El concienzudo relato de esos avances —lentísimos y dolorosos— y posteriores retrocesos —como hachazos que dejan en astillas una cabaña construida por miles de manos— no deja en el tintero un solo detalle.

"Pinta el autor el retrato de cada una en el marco del momento histórico en el que nació y se desenvolvió; a cada una le reconoce el reto emprendido frente a la hostilidad de los sectores conservadores de sus épocas"

Cánovas levanta las persianas de cocinas, alcobas y salones, de cada uno de los rincones domésticos en los que se intentaba recluir a esas mujeres que, como repite el autor, dan “pasos adelante” de puntillas, entre minas, reivindicando lo obvio y sufriendo las consecuencias: sobre todo, el olvido.

Estas admirables féminas, nacidas en distintas cunas y ámbitos sociales, cabalgaron sobre el rechazo, la mofa y el insulto. Silenciadas, detenidas, repudiadas, menospreciadas, exiliadas, encarceladas, represaliadas o fusiladas, como María Domínguez, la primera alcaldesa de la II República, se nos presentan como muestra de otras muchas, de todas las que rasgaron aquellos visillos y se lanzaron a ser la primera médica, arquitecta o arqueóloga, la poeta rebelde, la periodista indómita o la cómplice de la revolución contra el absolutismo.

El historiador le devuelve la estela perdida a Josefa Amor, que en 1786, un siglo y medio antes de Campoamor y Kent, escribió para los honorables miembros de la Sociedad Económica Matritense su Discurso en defensa del talento de las mujeres; y su relato se extiende hasta la cineasta leonesa Margarita Alexandre, que falleció hace solo una década, rotos los roles tradicionales durante la época franquista.

"Al finalizar el larguísimo capítulo de la bibliografía, el autor lanza un último mensaje a las generaciones presentes y venideras"

Cánovas pone en su lugar, entre otras muchas, a la anarquista Teresa Claramunt, a la feminista Rosario de Acuña, a la que se llegó a calificar de “bruja” y “degenerada”, a la escritora María Lejárraga, que cedía la firma de sus obras al esposo, y a la futbolista Ana Carmona, que vendaba prieto su pecho para pasar desapercibida en el equipo en el que se le prohibía jugar por ser mujer.

Pinta el autor el retrato de cada una en el marco del momento histórico en el que nació y se desenvolvió; a cada una le reconoce el reto emprendido frente a la hostilidad de los sectores conservadores de sus épocas, y es imposible no imaginar nítidamente sus miradas al día a día, escuchar aún retumbar sus palabras, sus rápidas carreras por las calles o los desaires a sus plumas insurrectas de aquellas audiencias obtusas.

"Aún hoy en día son millones las que lo siguen haciendo, amenazadas por una reaccionaria ola mundial que vuelve a lanzar sus andanadas sobre ellas y sobre nosotras"

Al finalizar el larguísimo capítulo de la bibliografía, el autor lanza un último mensaje a las generaciones presentes y venideras. El libro, concluye, se imprimió a finales de 2024, “un día más en la lucha de las mujeres por la igualdad, cuando Narges Mohhamadi seguía encarcelada y se cumplían 91 años de las primeras elecciones en las que las mujeres pudieron votar en España”.

Esas mujeres que siempre estuvieron aquí hicieron lo que se suponía que no podían hacer. Esa fue su condena, pero también el principio de la liberación femenina.

Aún hoy en día son millones las que lo siguen haciendo, amenazadas por una reaccionaria ola mundial que vuelve a lanzar sus andanadas sobre ellas y sobre nosotras. No puede, por tanto, dejar de repetirse esa manida sentencia sobre lo mucho que queda por hacer para extraer el término “feminismo” del baúl de lo peyorativo en el que intenta sumirlo, una vez más, el arcaico ojo censor.

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Autor: Francisco Cánovas. Título: Siempre estuvimos aquí. Editorial: Alianza. Venta: Todos tus libros.

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