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Mitoteca (VIIII): El rapto de Europa, o Zeus, ese torito guapo

Mitoteca (VIIII): El rapto de Europa, o Zeus, ese torito guapo

A mi amigo Miguel Ángel Santamarina, quien me sugirió este texto

Europa, ese continente bastardeado al que gañanes sin humanidad, empatía ni cultura, como Trump y Putin, tratan como barragana; ese pedazo de tierra al cual algunos de sus dirigentes, meros palanganeros de los anteriores, no se achantan a la hora de traicionar en sus valores. Europa, que fue faro y ahora es vertedero. Europa, por la que muchos de los ancestros de Trump y Putin dieron la vida y hoy se revuelven en sus tumbas escupiendo bilis negra al ver cómo sus descendientes han elegido a semejantes cenutrios.

Europa y su moneda, el euro, no serían las que son ni se llamarían así si no fuera por los griegos. En griego el adjetivo εὐρύς significa ancho, amplio, mientras que el sustantivo ὄψ (óps), viene a decir cara o mirada: es decir, “la de ancha cara o la de amplia mirada”.

Ay, el griego, esa lengua y esa civilización mancilladas, vilipendiadas hasta la humillación por unos alfalfabetos más burros que un arao, que huyen de la educación y de la cultura como gatos escaldados ante una jofaina de agua. Alfalfabetos que son legión, apabullante mayoría, de quien salen los dirigentes que denigran las instituciones y la sociedad que los elige.

Otra vez son los mitos griegos los que acuden en nuestro auxilio para conocer el origen del nombre del continente que hollamos: Europa, buena moza, de rubicundas mejillas y prietas carnes, era, además, princesa. Hija de Agénor, un egipcio de sangre griega que llega a Tiro y se hace su rey, tal vez matrimoniando con Telefasa, de quien engendra  además a tres mozalbetes (Cadmo, Cílix y Fénix).

"Hallábase un buen día la chica en una playa jugando con sus amigas. A cientos de millas de distancia, en la otra orilla del mar, solazábase Zeus"

Hallábase un buen día la chica en una playa jugando con sus amigas. A cientos de millas de distancia, en la otra orilla del mar, solazábase Zeus, el amontonador de nubes, catando en su trono uno de los caldos que le habían traído precisamente unos comerciantes tirios. Éstos, los más avezados marinos de su época, surcaban las aguas embarcando ánforas de aceite y vino y, lo que es más importante, el secreto para cultivar las plantas de las que obtenían semejantes tesoros.

Extasiado por la calidad del mosto cananeo, Zeus dirigió su mirada hacia la capital de aquel reino. Ya sabemos que el animal totémico del dios es el águila, por lo que su vista debía de ser de idem. A pesar de la mucha distancia que separa el Olimpo de las arenas líbicas, el Cronida se fijó en un grupo de muchahuelas que holgaban cabe el mar. Fijóse en especial en una de anchos mofletes y lozanas anatomías. Un dulce estremecimiento recorrió su espalda. Donde Zeus pone su ojo clava su “pico”. Puede que mientras libaba el kylix, el coro de sus hijas, las Musas, le estuviera cantando al son de las liras y cítaras, con mucho repiques de crótalos y címbalos, los últimos éxitos del Fary. El caso es que, a la vez que le venían ardores de yacer con la susodicha, el Señor del Rayo, quien, amén de un galán empedernido, era un cachondo mental, tuvo el antojo de travestirse en morlaco para montar a la incauta.

Cruzó el mar cabalgando las nubes con la banda sonora del Fary de fondo.

Que se lleven aquel toro del agua…
Pero aquel de la fuente que nadie lo toque.
Que lo dejen tranquilo y no lo provoquen.
Ese toro bonito ya nació pa’ semental.
Las vaquillas lo siguen, no lo dejan descansar.
Y además de bravura, tiene pinta de Don Juan.

Llegado a la playa, ocultóse tras una frondosa mata de adelfas y convirtióse en toro. Pero no en uno cualquiera.

Vaya torito, ay, torito guapo.
Tiene botines y no va descalzo.
Vaya torito, ay, torito guapo.
Tiene botines y no va descalzo.

En trapío aventajaba a cualquier congénere nacido y por nacer. Su pelaje, de un blancura semejante a las cimas del Olimpo cubiertas de nieve. Su cornamenta eclipsaba a los ebúrneos colmillos de indianos o africanos elefantes. Azabache en sus ojos, que se inflamaban cuales brasas incandescentes al entrever la anatomía de su deseada.

"Europa, hechizada, salió de su escondite tras el tronco y tendió su mano hacia el astado, la que, taimado, lamió, dulce, con su áspera lengua, anticipando otras lamidas"

Decidióse a salir de su escondrijo no sin antes cuidarse de que quedaran en su cornamenta algunas ramas de adelfas para parecer más apuesto. Espantáronse un tanto las mozas y, cuales zuritas arracimadas ante el ataque del gavilán, se refugiaron tras una higuera. Zeus remoloneó entre narcisos, rosas y violetas. Al cabo trotó pizpireto hacia Europa, a quien insufló valor en el ánimo: mientras sus compañeras pugnaban por encaramarse a las ramas más altas, ella permaneció pie a tierra.

Júpiter fingió pacer la dulce yerba que tapizaba el soto sin dejar de acercarse a la incauta emitiendo calmos mugidos, que a la princesa sonaban enternecedores.

Pero aquel de la fuente que nadie lo toque.
Que lo dejen tranquilo y no lo provoquen.
Yo sabía que no me defraudaba.
Y las lleva detrás todas las hembras.
Las quisiera montar todas a un tiempo.
A pesar de tener solo dos hierbas.
Ese toro bonito ya nació pa’ semental.
Las vaquillas lo siguen, no lo dejan descansar.
Y además de bravura, tiene pinta de Don Juan.
Vaya torito, ay, torito guapo.
Tiene botines y no va descalzo.

Europa, hechizada, salió de su escondite tras el tronco y tendió su mano hacia el astado, la que, taimado, lamió, dulce, con su áspera lengua, anticipando otras lamidas. Ante la candidez de la tórtola, sentíase el dios palomo, hinchaba el pecho y zureaba entre mugidos.

"Algunas osaron acercarse al animal y acariciarlo. Europa recogió flores y con ellas hizo una guirnalda que colocó en el cuello del dios entorado"

Las compañeras de la princesa fueron dejando sus grititos de advertencia, vista la mansedumbre de la bestia. Algunas osaron acercarse al animal y acariciarlo. Europa recogió flores y con ellas hizo una guirnalda que colocó en el cuello del dios entorado. Éste miró su reflejo en las calmas aguas de un estanque y mugió extasiado mientras cubría de lametones manos y rostro de la rapaza.

La cual, al fin, se subió a los lomos del cornúpeta agarrándose con la diestra a uno de sus cuernos. Zeus dio un par de vueltas en torno a la higuera trotando apacible, mas, en cuanto sintió confiada a la muchacha, corrió hacia el mar y se introdujo en él.

Vaya torito, ay, torito guapo.
Tiene botines y no va descalzo.
Una hembra que no lo camelaba
se dejó babear bajo una encina.
Y después se negó a la parada.
Cuando quiso escapar, ya estaba encima.
Ese toro bonito ya nació pa’ semental.
Las vaquillas lo siguen, no lo dejan descansar.
Y además de bravura, tiene pinta de Don Juan.

Europa, aferrada al cuerno, se retorcía pidiendo auxilio hacia sus compañeras, quienes asistían impotentes al evento. El galán transportó a su conquista durante casi 300 millas náuticas, arribando a la isla de Creta, donde había pasado su infancia y mocedad, escondido en las entrañas de la montaña para no ser devorado por su padre Cronos / Saturno, que ya se había tragado a sus cinco hermanos.

Los cronistas no cuentan si Zeus recuperó su forma humana para yacer con su amada o si lo hizo a lo toro. Lo cierto es que de esta pasión nacieron tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón.

En esta sociedad hodierna hay algunos hombres casados que llevan doble vida y, si son de posibles, les ponen un pisito a su coima. Zeus fue mucho más espléndido: cuando ya dejaron de serle atractivos los revolcones con la rolliza fenicia, la casó con el rey de Creta y le puso todo un continente a su nombre: Europa. Quedó tan contento de su apostura como toro que creó una constelación con esa figura: la de Tauro.

Agénor mandó a sus tres hijos en busca de su hermana. Ninguno la halló pero todos aportaron grandes cosas a la Humanidad: Fénix engendró la raza de la que procederían los fenicios, pueblo navegante por excelencia; Cílix fundó la región de Cilicia (actual Armenia); Cadmo llegó hasta Grecia y puso los cimientos de Tebas, solar donde nacerían el dios Dioniso y los héroes Edipo y Heracles. Pero su aportación mayor fue el alfabeto: con él trajo el sistema de escritura fenicio. Los helenos quedaron extasiados ante este código, lo llamaron letras cadmeas en su honor y a partir de él idearon su alfabeto, que, a su vez, sirvió de base a los romanos para su abecedario.

O sea, a través de este mito podemos conocer el por qué del nombre de nuestro continente y el nacimiento de nuestras actuales letras. Para que luego digan que el griego no sirve de nada.

"Entre 1628 y 1629 Rubens visitó España por segunda ocasión. Aprovechó para copiar alguna de las obras de su admirado Tiziano, entre las que destaca el rapto de Europa"

Entre 1560 y 1562 Tiziano pintó para el monarca español Felipe II El rapto de Europa. Formaba parte de la serie a la que llamaron Poesías: seis obras con temática mitológica en las que aparecía siempre un desnudo femenino. Se ve que nuestro Felipe no era tan recatado como lo retratan y le gustaba darse un homenaje de vez en cuando admirando unas buenas carnes femeniles. Por cierto, de las seis Poesías, sólo una (Venus y Adonis) la hemos sabido mantener en España. Otro ejemplo de la importancia que en este país de mis dolores les damos a la Cultura y al Arte.

Dicen que el maestro veneciano se inspiró en el Libro II de las Metamorfosis, en el que Ovidio canta el mito, pero otros señalan que se basó en la novela de Aquiles Tacio, autor del siglo II, Leucipa y Clitofonte. Una traducción de la misma fue publicada en Venecia en 1546 y en uno de sus pasajes se narran los amores de Zeus y Europa, ya que la acción se desarrolla, entre otros lugares, en Tiro.

El pintor representa a la princesa tendida hacia atrás, las ropas desordenadas, el terror dibujado en sus ojos: signos de que estamos ante una violación. Un chal rojo que agita llamando la atención de sus compañeras recalca la situación de peligro. En cambio la expresión del morlaco es serena. Dos erotes, amorcillos o putti, con carcaj y arco, insinúan que ahí “hay tomate”: es una escena con carnaza erótica. Un tercer erote cabalga un delfín intentando imitar la pose de Europa.

Entre 1628 y 1629 Rubens visitó España por segunda ocasión. Aprovechó para copiar alguna de las obras de su admirado Tiziano, entre las que destaca el rapto de Europa. El pintor se llevó consigo esta copia a Amberes, pero años después Felipe IV la compró para su colección real.

"Hoy en día decenas de institutos carecen de profesor de griego con lo que, sensu stricto, sus alumnos salen de la educación obligatoria siendo unos completos analfabetos"

En el arco que abarca desde 1655 a 1660 Velázquez creó La fábula de Aracne, más conocida como Las hilanderas. En segundo plano se bosqueja el desenlace del reto que la mortal Aracne, sin saberlo, hizo a Palas Atenea, la diosa protectora de las artes manuales: se desafiaron para ver quien tejía el mejor tapiz. Aracne osó hilar sobre los amores de Zeus: concretamente el que vemos es el rapto de Europa. Velázquez homenajea así tanto a Rubens como a Tiziano. Cuando el jurado dictaminó que la que ellos creían que era una anciana hiló mejor que Aracne, la vieja abandonó su disfraz y apareció ataviada como Minerva (casco y armadura). Ofendida por la blasfemia de la mortal (se burló de los amores de un dios) y por su osadía, la diosa la castigó convirtiéndola en araña y condenándola a tejer por toda la eternidad.

En el Museo del Prado tenemos la fortuna de honrar las creaciones de Rubens y Velázquez. La de Tiziano llora la pérdida de sus hermanas en Boston, Massachusetts.

Tiziano se inspiraría en el comienzo de la novela Leucipa y Clitofonte, de Aquiles Tacio, escrita en griego. Rubens y Velázquez consultaron también a Ovidio, cuyas Metamorfosis han servido de manantial a muchos artistas que han trabajado alguna temática mitológica. Ovidio escribió en latín.

Hoy en día decenas de institutos carecen de profesor de griego con lo que, sensu stricto, sus alumnos salen de la educación obligatoria siendo unos completos analfabetos. El estudio del latín cada vez es más residual. Las autoridades políticas han emprendido desde hace decenios una infame cruzada para desterrar las lenguas clásicas en particular y las humanidades en general de las aulas españolas. Esto crea una aberrante mutilación cultural en las nuevas generaciones. Son incapaces de interpretar obras de arte como las arriba mencionadas y de gozarlas en plenitud. Además, si consiguen exiliar definitivamente al griego y al latín de la enseñanza hispana, ¿quiénes serán capaces de extraer todos los matices de los textos de Aquiles Tacio y Ovidio y adaptarlos en traducciones a sus respectivos idiomas en el futuro?

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Juan
Juan
4 meses hace

Buenas tardes:
De verdad que me gusta lo que escribe y me lo lelo con admiración y agrado.
Pero. Siempre puede haber un “pero”.

¿”Mitoteca (VIIII)”? ¿VIIII?…¿Dónde quedó IX?

Vamos, vamos.

Arístides Mínguez
Arístides Mínguez
4 meses hace
Responder a  Juan

Ave, amice: en época clásica se escribía más el numeral nueve de esta forma: VIIII. También se usaba IX, pero menos. Lo de que no se podían poner cuatro números romanos juntos es de la Edad Media. Yo he visto más inscripciones con XXXX que con XL.
Gracias por su lectura.

Juan
Juan
4 meses hace

Quise escribir “leo”, no “lelo.
Pero ese afán de colaborar…