En 1998, Aro Sainz de la Maza publicó La mujer de Judas, libro que tuvo una apreciable recepción crítica, pero que no gozó demasiado de las mieles del triunfo entre lectores. Así las cosas, Sainz de la Maza, viendo que algunos lectores seguían trayéndole ejemplares de aquella novela para que se la firmara y escuchando los consejos de su círculo cercano, volvió a leerla y se dio cuenta de que era una novela que mantenía todavía toda su potencia creativa y no solo eso, sino que avanzaba ya entonces una serie de temas que hoy, por desgracia, son totalmente actuales.
En esta novela de Aro Sainz de la Maza se pueden ver los orígenes de su personaje del inspector Milo Malart, pero también los del propio escritor. Una novela perturbadora en la que el miedo y el terror no provienen de la sangre y los cadáveres, sino de las sombras y los silencios: de la potencialidad siempre latente, siempre acechante, siempre dispuesta a herir de Jabo, hombre afanoso en destruir todo aquello que le rodea.
En un chalet prestado, Jabo y su mujer, embarazada de siete meses, esperan a que el dueño de la casa (y amigo íntimo de Jabo) regrese de aquel lugar donde esté (y que ellos no saben). Pero no regresa, y entretanto se reciben en la casa una serie de misteriosas llamadas. Con una tensión creciente, asistimos a la huida alcohólica y desesperada de Jabo, quien espera que se le dé una oportunidad para saber qué hacer en la vida, para afirmarse, para decir que sí a algo. Sucede, no obstante, que ese sí puede traer consecuencias todavía más funestas.
José de Montfort conversa en Barcelona con Aro Sainz de la Maza sobre la idea de maternidad y herencia, la familia, el alcoholismo, la inadaptación vital y las palabras.


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