Acojonado me tienen. Cada vez que veo un telediario o escucho la radio antes de salir de casa me asomo a la calle con precaución, poniendo un pie fuera como quien lo mete en el agua para comprobar si está demasiado caliente. Cual si, emboscado en una terraza, acechase un francotirador serbio. Y no es para menos. Si corre el invierno, porque la borrasca Conchita trae un frente de aguaceros y nieve que aconseja no salir de casa; y si sales, hacerlo con forro polar, gorro de lana, calzado no resbaladizo, impermeable, paraguas, el depósito del coche lleno y el teléfono móvil cargado a tope. Lo que nos decían las madres de mi época cuando íbamos al colegio, pero adaptado a los tiempos que corren: abrígate con la bufanda y no vayas pisando los charcos.
Me asombra, aunque a mi edad cada vez se asombra uno menos de todo, el afán protector que para lo obvio despliegan ahora gobiernos, ministerios e instituciones varias. Esas ansias por advertir de lo que nadie ignora, mientras los verdaderos desastres, las amenazas serias, suelen gestionarse tarde y mal —ahí está lo de Valencia, donde el siniestro Mazón sigue siendo presidente—. Así que o los ciudadanos nos hemos vuelto imbéciles, que no es descartable, o las autoridades competentes, como resultado de su propia y siempre reciente incompetencia, extreman el celo preventivo fácil para después eludir el marrón gordo. No será porque no advertimos, concluyen: caminen por las aceras, crucen por los pasos de peatones, abran paraguas si llueve, protéjanse del frío, no estén bajo árboles si hay tormenta. Sentido común de toda la vida, pero dicho con mucha gravedad y un toquecito apropiado de alarmismo: alerta amarilla, verde, naranja, roja, azul. Inmersión, inmersión. Luego no digan que no advertimos de que iba a llover.
Han conseguido, con tanto gritar que viene el lobo —cuando llega, estamos tan hartos de oírlo que nos pilla descuidados—, dar cierta emoción a nuestras vidas. Lo que siempre fueron precauciones habituales son ahora consejos de vida o muerte. Logran que nos sintamos en tiempos heroicos de entereza ciudadana, de gestas morales y peligros domesticados; y que cuando caen tres copos de nieve, todo cristo, como un solo hombre y una sola mujer, corra a comprar papel higiénico y pilas para el transistor. En la nueva épica ciudadana ya no hace falta acudir al foro ni enfrentarse a los bárbaros; basta con bajar la basura sin resbalar en la acera mojada o mirar los tejados si sopla viento. Cuidado, mucho ojo. No se asome al balcón sin barandilla, no beba lejía por muy fresquita que parezca en su botella, no meta los dedos en los enchufes, no haga el pino cuando baje por la escalera. Etcétera.
Y estos días, por supuesto, tenemos el verano. Ocasión excelente para que radios y telediarios machaquen la misma murga: ola de calor, alerta roja, temperaturas extremas, busquen la sombra, beban mucha agua. En julio, oigan. En Córdoba, en la playa. Menuda sorpresa. Cuando camine a las cuatro de la tarde por la calle Sierpes, con los treinta y ocho grados de toda la vida a la sombra —si es que hay sombra gratis en las ciudades, que ésa es otra—, haga como si cruzase el Sáhara: botella de agua, sombrero cordobés, gafas de sol, crema solar, abanico. Y si nota efectos climáticos negativos, o sea, lo que antes llamábamos sudar, llame al 112. Por si acaso.
Estos días los telediarios ofrecen piezas maravillosas. Advertimos, dicen, que las siguientes imágenes pueden herir sensibilidades. Y acto seguido sale un macario sudoroso mientras levanta un botijo, o una maruja abanicándose. Y si pese a todo conservas cierta lucidez y no han logrado volverte completamente gilipollas, piensas que la sensibilidad hace tiempo te la hicieron bicarbonato. No por el calor ni el frío, sino por la infantilización idiota del mundo en que vives. Por ese paternalismo empeñado en recordarnos cómo debemos vivir y respirar. Hasta hace nada, eras único responsable de tus actos: si corrías en agosto bajo el sol y te daba un jamacuco, pues te jodías y tomabas nota. Lo peor es que hoy descargamos en el boletín meteorológico, el ministerio y la tele el resultado de nuestra imprevisión y estupidez, culpándolos de no explicar lo suficiente que la lluvia moja y el sol hace sudar.
Y aquí seguimos: frágiles de cuerpo y espíritu pero hiperconscientes, a diferencia de nuestros abuelos —inquieta imaginar cómo pudieron sobrevivir sin alertas naranjas—, del riesgo de tener calor o frío. Y al cabo nos preocupan menos los incendios forestales, el paro juvenil o que los críos salgan del cole sin saber quién era Quevedo ni dónde queda Teruel, que no llevar una botella de agua —con tapón inseparable, naturalmente— cuando salimos a comprar el pan en el mes de agosto.
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Publicado el 24 de julio de 2025 en XL Semanal.


Pues sí, una vez más, don Arturo, tengo que decir que lleva usted razón y que comparto su perspectiva, que se la puede calificar bastante de sociológica, de psicológica e incluso de filosófica. Esto lo digo a riesgo, por supuesto, de que darle a usted la razón cause que me caigan innumerables críticas e incluso insultos y descalificaciones de determinados especímenes que entran a leer estos comentarios no se sabe bien si con espíritu masoquista o para tener un chute de adrenalina causado por el intenso sentimiento de odio. Digo esto, distinguiendo claramente esta penosa actitud de la sana y útil discrepancia de opiniones y de pareceres.
Y, para confirmar que mi postura implica criticar a todo cristo que creo que se lo merece y ya que usted ha mencionado al señor Mazón, decir que este fulano, mengano o citano, debería ya haber caído en el olvido, habiendo hecho bien lo único que le hubiera correspondido: dimitir e irse a su casa y a sus quehaceres, en lugar de intentar ligar con periodistas con invitaciones a comer a costa del erario público, desatendiendo las funciones inherentes a su cargo. También zafia y errónea postura de un partido cuyas figuras más representativas no son precisamente para echar cohetes. Esta dilación, este agarrarse con uñas y dientes al sillón, ha dado tiempo para que algunos intenten de nuevo que les paguen los trajes. Triste país donde dimitir a la menor duda de seriedad, honradez o incumplimiento es sana costumbre en las democracias avanzadas.
El infantilismo social. Quizás esa actitud, no sé si inconsciente o no, de buenismo, en la que está instalada la sociedad actual, sea la culpable de él. Ahora no se sabe en qué equipo de futbol juega Quevedo o si Teruel es un modelo de coche. Es este aspecto, hay de todo, gentes que han viajado a Bora-Bora (no sé para qué cojones) y no saben dónde está Jaén, o si es una provincia gallega.
También el infantilismo social se refleja en una general idea de que el Estado es todopoderoso y tiene necesariamente que atender cualquier requerimiento. Por ello, la gente sale a correr con 40 grados, se hace selfies en los bordes de los precipicios, salta al mar o a los ríos de los acantilados haciéndose una tortilla de gónadas, viaja a países conflictivos para que los rescaten, se pierden en parajes montañosos sin conocimiento y sin sentido de la orientación, compra sellos o criptomonedas creyendo hacerse ricos… El Estado siempre debe de estar, por obligación, al rescate de todas las imbecilidades posibles.
Lo de los tapones inseparables parece que lo haya diseñado un sádico. Debería venir cada botella con un manual de instrucciones. Yo, no sé si soy muy torpe. Quizás. No solamente que si hoy vas a beber a morro de una botella sea misión imposible y haya que llamar a Tom Cruise, si no quieres terminar empapado. También si intentas echar el líquido en un vaso, si el puto tapón gira sin control por alguna causa, la mesa, encimera o el suelo, terminan recibiendo en su seno el líquido que ansiábamos beber. No. Seguro que ustedes han tenido la experiencia de esas botellas que, después del einsteniano tapón, llevan un precinto creo que de aluminio. La lengüeta del precinto que antes era fácil tirar de ella para descubrir la boca de la botella, ahora está por debajo del anillo del einsteniano tapón y, por lo menos en mi caso, necesito un cuchillo en punta para sacar esta lengüeta de debajo del anillo. Ya digo, quizás es que sea yo muy torpe. Ante tales retos, dignos de superar por un Odiseo, y muriéndome de sed en algunos casos, he optado por coger la tijera y cortar la unión del einsteniano tapón con el anillo.
Al que inventó el artilugio le metía, el tapón, el anillo y la botella por sus higienizados esfínteres anales, después de rociarle el cuerpo entero de batido de chocolate o de vainilla.
¡A ver qué inventan con las botellas de cerveza! Están en ello…
Eso sí, cuando termino el líquido de la botella, enrosco el tapón antes de desecharla, como he hecho siempre y creo que la mayoría de la gente ha hecho toda la vida.
Quizás los inseparables tapones sean, en esta sociedad, el símbolo del buenismo y del infantilismo que nos aqueja.
Saludos a todos.
Y con tanta advertencia inútil resulta que cada vez somos menos cívicos: intermitentes sin uso, carritos de la compra diseminados sin llevar a su aparca-carros, conductores de patinete sin ningún respeto por las normas… pero “beba agua sin hace calor”.
Acertado como sienpre don Arturo.
¡Uy, tenemos temazo: Gestión de riesgos y publicidad pública!
Cada hijo de vecino entenderá el artículo como le convenga y todos alabarán a don Arturo como defensor del pueblo, pero cuestionémonos un momento.
Los riesgos son matemáticos. Qué probabilidad de cascarla si no llevas cinturón cuando te sales de la calzada. Qué riesgo de invasión de los rusos a EE. UU. durante la guerra fría (cf. C. Sagan). Qué periodo de retorno de un sismo catastrófico.
La publicidad es en cambio humana. Cómo meternos en la mollera el memento mori cuando el mono desnudo (cf. P. Prieto) que somos maneja máquinas de tonelada media a 120 km/h en su burbuja de aire acondicionado.
Harina de otro costal sería la amiga política de la publicidad: la propaganga, o cómo inducir actos de las masas terjiversando más o menos descaradamente la información.
¿Por qué los protocolos frente a incendios son inmediatos, pero ante unas inundaciones colosales todo queda en suspenso a la espera del placet político?
¿Por qué ante un apagón general (casi caída a cero), la reacción es automática (saltan los fusibles de labconexió) y empezamos la árdua tarea de reflotar la onda, sin interpelarnos un segundo?
Resulta paradójico que cuanto menos nos relacionamos con el exterior (sin dejar de depender de él), más pendientes estamos del parte del tiempo. Cuentan de aquel arquitecto australiano: “mi cliente duerme con aire acondicionado, conduce con a/a, pasa el día en la oficina climatizada y cuando regresa a casa enciende la tele para ver el parte del tiempo”.
Por qué no apreciamos los nuevos riesgos que nos acechan en un mundo a la deriva, empezando por el indice de Kairós (cf. www). A quién le importará hoy cómo es posible nuestro universo de comodidades; quién se interesa por el coste que nos impone y el lastre para el porvenir.
Y entretanto ha llegado la era del acopio, acaparamiento y pillaje del fuerte, sin diplomacia ni disimulos.
Gracias una vez más por su entrega.
Y sin embargo se olvidan de la principal advertencia -todo tiempo- cuando vas a acercarte a cualquier administración pública, que debería aparecer en caracteres destacados y en tamaño de letra no inferior a cinco centímetros: “Atención posibles políticos en las cercanías, cuide su cartera y su credulidad”.
Hablando del artículo de don Arturo, creo que el otro día leyendo la prensa diaria, en su parte rosa, y por su reiteración, descubrí el mal de nuestros días: hablaban de una señora o señorita que se había medio despelotado para darse énfasis y tronío y decía el titular que doña fulanita se había puesto tal vestido… “que no dejaba nada a la imaginación”. La expresión desde entonces la he leído casi a diario, y tal vez ese es el problema de nuestra sociedad, que ya no quiere dejar nada a la imaginación, ni al pensamiento, ni al raciocinio y, ya puestos, tampoco a la opinión. Quieren hechos ante los que no protestemos, no pidamos cambios, no pongamos en duda, no sea que nos acostumbremos y exijamos una verdadera democracia y no este teatrillo del “y tú más” en que nos quieren encorsetar para mejor servir a sus espúreos fines. Que les den a todos los políticos y les deseo buen verano, a ver si se pierden y se olvidan de volver. Por favor denle a la tecla de la imaginación, ahora que tienen tiempo.
Magistral su cartel de “PELIGRO POLITICOS EN LAS CERCANIAS”. Quizás a cuidar la cartera y la credulidad le falte también la salud mental.
Respecto a que se olviden de volver… ¡no caerá esa breva!
La breva hay que envolverla para que piquen casi todos los políticos españoles. Había pensado en una fundación en las Seychelles de la que dependan -todo gratis total- una marisquería a tutiplén, una casa de lenocinio con zorritos y zorritas, y también una permanente puerta giratoria con las empresas financieras, de medios de comunicación y energéticas. Así cubrimos casi todo el espectro de sus veleidades y deseos; bueno y también alguna universidad que expida títulos falsos como churros. A lo mejor cuela y se quedan por allí….
Y aún nos saldría mas barato que tenerlos por España tratando de convencernos de que arreglan algo.
Un abrazo.
Yo me apunto al viaje, pero que sea en la República… Dominicana.
Un saludo.
Jejeje. Lo siento, está vedado a las personas de bien..
pues fijese, yo tambien me uno al viaje! un viaje risueño desde luego!! jejeje , que tengais un buen dia, que os bendiga jesucristo y el hermano josu!
Se le ha olvidado incluir alguna empresa constructora, que estos listos necesitan adjudicar obra pública sin parar, son muy trabajadores todos ellos. Saludos señor B.
Buenos días doña Irene. No incluí a esas empresas pues, en mi opinión, además de las posibles corruptelas, comisiones y mordidas a que pueden dar origen las obras públicas, cumplen por si mismas una condición imprescindible del poder: la del “ser recordado” del político en cuestión, a costa del dinero público del resto de ciudadanos, esquilmado a los mismos vía impuestos, tasas, contribuciones y demás figuras tributarias.
La clásica plaquita con su nombre, o la cinta a cortar por el político en la inauguración les encanta y perpetua en el recuerdo (oh, cuanto honor en verle en persona y tocarle y magrearle un poquito. Eso, además de la consabida entrevista periodística semi preparada) y les hace un poquito humanos y asequibles, cuando en verdad se ciscan en toda la ciudadanía y la desprecian por su ego desmesurado.
Un saludo.
Ya lo dice el refrán. Y si no lo dice me lo acabo de inventar:
Obras públicas, placeres privados.
Un abrazo.
Me encanta jajaja con su permiso me lo apunto y seguro se lo plagio, un abrazo y disfrute del fin de semana, ánimo que ya queda un poco menos para que acabe la canícula. Yo es que no soporto el calor…
Cuánta razón lleva usted, qué bonito tiene que ser inaugurar aeropuertos que luego no se usan, auditorios en los que la primera vez que llueve se descubre que hay goteras, por no hablar de esos cientos o miles de rotondas que invitan a quedarse dando vueltas con el coche para poder admirarlas bien. Ay Valle Inclán, por qué no naciste un siglo más tarde, la de esperpentos gloriosos que hubiésemos disfrutado. Feliz fin de semana.
Doña Irene, las rotondas tienen su enjundia. Se han multiplicado por todo el territorio. Los ayuntamientos se evitan una pasta eliminando los semáforos y los costosísimos controles informáticos para gestionarlos. Una instalación de este tipo es muy cara de mantener y no produce cincos por ciento. Son mejores las obras puntuales.
Ademas, si se fija, en el centro de cada rotonda suelen plantificar unos engendros horribles llamados eufemísticamente esculturas, ya que toda corporación municipal tiene hijos o parientes “artistas” que se embolsan una pasta por vomitar sus “creaciones”. Uno de dichos “mumentos” preferidos suele ser un conjunto de hierros retorcidos echados de cualquier manera y representando las alucinaciones porrísticas del “artista” de turno.
Alguna vez he pensado en documentar todo esto, pasando por todas las rotondas de España y fotografiando los engendros para componer un libro sobre estos desechos.
Rotondas. También llamadas tontódromos.
Saludos cordiales.
La mayor enjundia de las rotondas, estimado señor Ricarrob y señora o señorita Irene, es jurídica: hace trasladar la responsabiidad de un posible accidente de la administración pública (normalmente ayuntamientos) que lo sería si hubiese semáforos que funcionasen mal, a los conductores que son responsables de tomar mal las rotondas, o cruces o adelantamientos imprudentes o salidas mal señalizadas por los intermitentes del vehículo. Así, además de ahorrarse los gastos de instalación, control y mantenimientos de semáforos o del sueldo de agentes de policía sustitutivos, se ahorran millones en seguros e indemnizaciones por responsabilidad en accidentes por un mal funcionamiento de un servicio público y el sueldo de funcionarios por la tramitación de expedientes de responsabilidad patrimonial iniciados por ciudadanos por dicho motivo. La pela es la pela (hoy euro).
La contención de gasto y ahorro consecuente, en perjuicio de los ciudadanos que ven menguada su seguridad en la circulación, llega al punto en que ya las rotondas ni se construyen y simplemente algunas se las pinta (normalmente de azul) en la calzada, como en mi ciudad en la Comunidad de Madrid. Mi esposa estuvo a punto de empotrarse en una de esas, pintadas de un día para otro.
En fin, más dinero para las arcas públicas para gastárselas en comilonas, mariscadas y en putitos y putitas de toda índole, y no sólo sexuales.
No conocía esa versión jurídica de este asunto, estimado. Si, realmente gastar no les importa, siempre que quede el 5 por ciento. Los gastos que no lo dejan se eliminan,
Las corporaciones y autonómicas locales son todo un mundo. Mejor dicho un universo de corruptelas, pesebres, clientelismos de toda índole. Poco trabajo o nada y comilonas con periodistas (y a ver que cae después de la comida), mientras el personal se ahoga.
Hace falta una regeneración completa de esta mini democracia. Uno de los aspectos de esta regeneración es la intervención, por parte de una entidad independiente de partidos, quizás desde Europa, y la auditoría de todas las cuentas, contratos, precios, análisis de los resultados de la obra pública y aprobación o no de las “esculturas” de las rotondas, antes de ser colocadas y de hacer sufrir al ya sufrido contribuyente con ese golpe, ese ataque a la estética. Además, el dinero de estas esculturas se lo gastan en porros.
Sí, estimado sr. B., todo un sector de nuestra estructura económica, quizás el más boyante, el que más participa en porcentaje en el P.I.B.: el de las meretrices. Sus principales clientes: los señores que alardean de feminismo.
Un abrazo.
Pero…..si es que, al maestro Reverte, esta sociedad se lo pone a huevo. Sin negar la originalidad ehhhh.
Al campo tan de mañana…
Amor mío no me lleves
Al campo tan de mañana,
Que hace frío, truena y llueve
Y está lejos la cabaña. Jota popular.
Don Arturo, haga caso ¡por favor!
Que usted no debe exponerse así, ¡pardiez¡
A su edad ha de pensar con lucidez
Y ahora viene el “tiempo” con mucho rigor.
Si nos dicen que no debemos salir
Es porque por nosotros mira el felón…
Y no como ese “fascista” de Mazón
Que en la DANA nos tiene que resarcir.
Por el Jucar y su confederación
Olvidaron dar aviso al personal,
Eso a todos nos parecerá fatal
Mas no entraba dentro de su obligación.
Pues la culpa siempre la tiene el PP
Con el vuelo entretenido del charrán…
Sin embargo, los del puño en el rosal
Nunca dejan de mirar por tu interés.
Y, sin más, me tengo yo que despedir,
Se está haciendo ya muy larga esta canción.
Pensaremos que “pa” la jubilación
También se preocuparán… es un decir.
PD:
Era una
DANA, DANA, con mucha lluvia y muy pocas ganas…
Comiendo pilló a Mazón y en China estaba el felón.
DANA, DANA, poquita cosa por la mañana…
Pero de pronto cambió y aquello ya era un follón.
Yo hace años que no veo la tele, a mi no me la cuelan con lo del timo climático y teniendo en cuenta que en Enero hace frio y en Agosto calor, pues como que no ha cambiado el panorama demasiado. Recuerdo que en Tele Madrid, en los 90,s, decían que en diez años desaparecerían la mayor parte de estaciones de esquí, todo demostrable por expertos y científicos, unas cuantas décadas mas tarde, aquí seguimos y que yo sepa, no se ha cerrado ninguna estación por falta de nieve. Total, desde que los imbéciles sacan a pasear a sus perritos en carros de bebés y les dan potitos con cucharilla, me espero cualquier cosa.
Le pasó un enlace para que vea lo que piensa Patrick Moore, ex activista climático canadiense y no de los fundadores de greenpeace.
Patrick Moore, expresidente de Greenpeace: “El calentamiento global es la mayor estafa de la historia” https://share.google/TQ3qfPLdc6iibwcxM
hola señor cuervo! su opinion y forma de pensar me fascina plenamente. pero pensandolo con una mente fría, no estoy de acuerdo. no me gusta para nada lo que usted ha escrito, de hecho me disgusta, me da asco, por favor, cambie un poco la manera en la que piensa porque es horripilante.
un no tan amistoso abrazo
peru.
El objetivo de todo esto no es otro que hacer del miedo la noneda de uso corriente de cada día.
El objetivo es que no piense, ya piensa el político por usted.
En los mandriles, el simpático, dicharachero y lenguaraz alcalde, cierra los parques publicos cuando la temperatura supera lo 38°, eso en verano, en invierno cuando la velocidad del viento supera los 65 km/h, o llueve, también los cierra. El motivo responde a la emergencia climática, según nos cuentan. El caso es que en la ciudad de Madrid, los muertos victimas de caída de ramas lo son fuera de los parques publicos, no dentro de ellos. Hay que tener en cuenta, que el bueno de don José Luis, además de bailar el chotis que te mueres, a la antigua, en el perímetro de una baldosa, es liberal en economía, y por tanto partidario de poner el servicio publico en manos privadas, en vez de gestionarlo adecuadamente.
La AEMET, ha bajado el baremo a la hora de medir la temperatura, en lo que a olas de calor se refiere. A las gotas frías se les llama DANAs. (¿A qué acojona el nombrecito?).
En resumen, se está utilizando la meteorología para hacer política. Los datos son manipulados descaradamente para culpar al hombre del supuesto cambio climático, con un objetivo geopolítico y económico.
Así pues, mi consejo, a usted, Don Arturo, y a ustedes, compañeros de barra en este bar de Zenda: arranquen el cable blanco que hay tras el televisor, escuchen radio Clasica de RNE, y ganarán en calidad de vida
javiiiii!!!!!! usted se acuerda de cuando ibamos a pescar a la ria sin ropa ninguna. soliamos cazar lubinas y doradas. ay que recuerdos!!! le deseo lo mejor pero debo comentar que su opinion no me satisface
Gracias Maestro, me hace gracia lo de Idiotas y el Jamacuco, lo primero…. estamos rodeados y creo que siempre ha sido recurrente, segundo, Soponcio, Unqueseyó, Sirimba o Flojera de Estación, eso sí viene con la modernidad y Dios no lo quiera, salír a la calle a montar Chibichana( unos palos con rolletes por ruedas loma abajo, sustituto de los pobres a la carriola) sin casco u otra protección y que no te viera la Vieja que ahí si se armaba. Gracias
Don Arturo, lo creas o no esos avisos no los dicen por ti. En esta sociedad liquida con semejante tránsito de personas de forma internacional y siendo tan variable el clima de una zona geografica a otra, unas claras comunicaciones en los medios en un lenguaje claro y conciso, son necesarias.
Excelente como siempre!
Acá en mi país Uruguay pasa exactamente lo mismo!
Pierden hermosos minutos de tiempo en TV, por iguales motivos
Estaba pensando, leyendo otra vez a don Arturo, en el papel higiénico. Tremenda obsesión que nos distingue de los foráneos.
Hay gente que en el Covid almacenó paquetones de rollos para diez años. Por supuesto rollos de los de tres o cuatro capas.
Choca esto en un país que, cuando yo era pequeño casi no existía el papel higiénico. En los lavabos púbicos, bares, colegios, etc. Como mucho, colgados de un gancho, había hojas de periódico o revistas. Se compatibilizaba la lectura y la higiene, mientras se efectuaban las arduas tareas de la defecación. Que yo recuerde, habìa unos rollos, individuales, no los paquetones de ahora, de marca “El Elefante”, que era como limpiarse con papel de lija. Y casi no había dermatólogos.
Hemos pasado de la humildad extrema a la sofisticación extrema.
Pero, bueno, si el desastre nos pilla, que nos pille con el culo limpio…
Muy bueno, qué recuerdos del elefante!
La Trinca cantaba:
… jamás usaré
Las ásperas hojas del ABC…
Qué tiempos!
Un saludo.
La verdades que aquello servía un tanto de desahogo social hacia los gerifaltes del régimen falangista o hacia los mindongos y mindongas de la prensa del corazón de entonces. Digo, lo de usar hojas de periódico o revistas.
Hoy, sería lo mismo si renunciáramos al papel higiénico. Podríamos llenar la cara de mierda a políticos de toda índole españoles, a Putin, a Trump, a Maduro, a Kin Jong-un, a Netanyahu, a Jinping, etc. También a las faranduleras y a las influencers.
Pero, no. No va a poder ser. Los periódicos y revistas en papel han ido a menos, van a desaparecer, y limpiarse el culo con la pantalla del móvil o de la tablet puede resultar un tanto incómodo.
En una gran crisis de subsistencias, por un virus chino, por un gran tsunami, un volcan monstruoso, por la 3GM, por un meteorito o porque Cerdan vomite todo lo que oculta dentro, sin papel del culo, sin periódicos, nos tocaría limpiarnos con una piedra o con las hojas de las plantas como en el paleolítico. Pero, bueno, los animales tampoco se limpian y no les pasa nada.
Mis disculpas por esta filosofía escatológica.
Saludos.
Tiene usted más razón que un santo, por eso yo miro el tiempo y la temperatura antes de salir de casa.
O la joden a todos la vida con cuarentenas típicas del medioevo pero actualizadas al siglo XXI: no poder salir de tú casa aún cuando te quedas sin un céntimo – mueres de hambre y lo peor, se te agotó el salvador papel higiénico; usar el sano barbijo en todo momento- el dióxido carbono es más saludable que el oxígeno y por las dudad taparte con corchos de cavernet todos los agujeros corporales; esperar cómo un pendejo de pañales la ayuda monetaria – te han prohibido trabajar- escribir miles de cartas por ordenador pidiendo el IFE para que a último segundo del tramite patearte los testículos y vuelta a empezar… en fin muchachos, me cuido sólo, gracias…¡ váyanse a cuidar a la cancha nueva de sus hermanas.
Don Arturo , da gusto leer sus reflexiones , sencillas pero con hondo calado. Ya sabemos que las noticias que leemos o escuchamos … andan filtradas por ideas políticas y que interesa que el españolito de a pie ( que según ellos nunca conocerá los entresijos de la realidad y tenemos pocas luces …) tenga en su mente SOLAMENTE lo que ellos quieren que sepamos… o sea .. cuanto menos mejor y noticias que sorprendan… para que nos quedemos en casa ajilipollados …..“como les jode que un currito lea , aprenda y tenga visión propia de la realidad “, interesa que la ignorancia sea la protagonista, así seremos tan lerdos de volver a votarles , aunque nos oculten la verdad, aunque nos hablen en la tele de influenzers y DJ sin estudios pero millonarios , aunque nunca sea noticia de la TV del gobierno los abusos de poder y su mafioso comportamiento. Yo ya no veo TV y leo a través de mis filtros , pero veo como mueven sus hilos a placer desde el oscuro mundo mafioso de la política-prensa amañada. Un aplauso para su mente cada día más aguda y despejada..! Bravo maestro..!
En mi opinión, el centro de esta cuestión, la información alarmista que nos satura, es la necesidad imperiosa de entretener al público para poder venderle cualquier cosa: camisetas, pantalones, bufandas, autos, computadoras, heladeras, incluso libros, y películas. Si, la cultura también se comercializa.
Nos bombardean con noticias de todo tipo, con una intención precisa, atraparnos en las redes del comercio.
Ocurre con las noticias catastróficas. Por ejemplo, dice el titulo: “Un meteorito del tamaño de la luna se aproxima a la tierra a una velocidad de mil kilómetros por segundo”…después, al final de una historia de cientos de palabras que incluyen indefectiblemente a la participación de la NASA, se informa que las posibilidades de chocar con nuestro conflictivo y único lugar del universo que aún a desgano nos admite, es de una en mil millones.
Pero en realidad, debemos saber, que la posibilidad de que algún día algo catastrófico ocurra se puede dar. Quizás el día menos pensado ocurra y por descuido, o porque no se incluyó en el presupuesto la reparación del telescopio; una gigantesca piedra de diez millones de toneladas impacte sin que podamos subirnos a los botes, porque los océanos se evaporarán en un segundo sin dejarnos siquiera decir ¡agua va!.
Por esto, deberíamos hacer un ejercicio y escribir en un hoja de papel de que debemos preocuparnos y de que no.
Hace poco me encontré con un amigo que lo operaron del corazón, lo vi saludable, pero cuando nos despedimos, me dijo:
—Espero poder vivir un año más.
Esto me tomó por sorpresa, vivir con una expectativa de tan solo un año es muy difícil de sobrellevar.
Obviamente nadie puede ponerse en los zapatos de otro si estos aprietan, al menos yo no puedo.
Entonces le dije algo que es verdad, pero no sé si alcanza para mitigar una situación crítica:
—No digas tonterías, a cualquiera le puede pasar cualquier cosa en cualquier momento.
Esto último es verdad, pero también es cierto que pensamos que a nosotros no nos pasará nada por un largo tiempo.
En fin, tal vez me fui por las ramas, y el razonamiento de este tema pasa por otro lado.
Pero pienso que la vida hoy se mueve entre dos situaciones, una de ellas es nuestra salud, la otra nuestros recursos para vivir, o sobrevivir. Necesitamos ambas cosas y esto nos puede convertir en personas desesperadas o egoístas.
Afrontar ambas cosas al mismo tiempo si son desfavorables, pueden tornar nuestros días en un calvario.
Cordial saludo
Estimado sr. Brun. Sus comentarios siempre me hacen reflexionar. Por supuesto, esta vez también.
Leyéndole, me ha entrado de nuevo la nostalgia, ese estado anímico en el que suelo estar instalado, no sé si por desgracia, con los ataques de ansiedad correspondientes, o por fortuna, por un íntimo placer en el que me regodeo buceando en recuerdos, vivencias, personas…
Quizás es la edad. Quizás si siempre fuéramos conscientes de que la vida humana es tremendamente frágil y de que cada día esperásemos vivir un año más, poniendo en orden nuestro interior y nuestro exterior, nuestros recuerdos, nuestras decepciones y nuestras alegrías y apurando cada minuto que pasa, sintiéndolo como si no pasase y apreciando de nuevo el azul del cielo y el sonido del viento al agitar las hojas de los árboles, apreciando el silencio si somos capaces de conseguirlo en esta sociedad súper ruidosa, cruzándonos por cualquier sitio con el resto de humanos y admirando sus ojos, su mirada, unas veces, quizás las más, triste, pero también alegre, confiada, expectante; un año más es mucho tiempo si nos proponemos ser felices, dejando que el tiempo fluya lentamente e incluso, en algunas ocasiones privilegiadas, hacer que se detenga para nosotros.
Un año más.
Saludos.
El tiempo estimado señor Ricarrob, es esa materia extraña que no sabemos bien qué es pero nuestras rodillas la sienten.
La vida en cambio son el cúmulo de sensaciones buenas, malas, alegres y tristes.
El fin de la vida, eso que nadie quiere nombrar; la muerte. En mi opinión es solo parte de la vida.
Cuando por fin lo entendemos, quiere decir que hemos madurado bien, que hicimos las cosas bien. Que hemos cumplido con todos y con todo, y que tal vez seremos recordados por alguien de la mejor forma.
Un fuerte abrazo señor.
no me gusta su opinion
La estupidez hecha institución.
Y las instituciones hechas de estupidez.
Pues qué vas a recibir si pones a las charos a cargo de todo, desde política a los colegios, las empresas, la casa, parir, lo tuyo lo de ella y lo mío. La madre devoradora se comía a los niños por exceso de protección. Por protegerte te quedas en casa con lo del COVID, por el clima o lo que sea. ¿Cómo es vivir en una tiranía feminista? Pues esto que estamos viendo. Una distópica y loca jaula de grillos. Ni en el campo apartado de todo se está ya tranquilo. Tienes que registrar a las gallinas. La charocracia puede con todo.