Hablar de Sfhir es hacerlo de un artista todoterreno.
Con motivo de su próxima exposición individual, que se inaugurará el 13 de septiembre, visité su estudio para poder charlar con él y realizar algunos retratos en su lugar de trabajo.
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—¿Cómo es tu proceso creativo?
—En mi proceso creativo le doy mucha importancia al maridaje con el soporte. Intento documentarme lo máximo posible para ver dónde puedo encontrar puntos en común con mis ideas. Respecto a la composición pura y dura, trato también de jugar con el soporte para que parezca que siempre estuvo ahí, esperando ser complementado con mi diseño. Una vez tengo la idea clara trato de plasmarla gráficamente para tener como resultado un boceto. Este proceso ha ido evolucionando a lo largo de los años desde el lápiz y papel hasta las tabletas gráficas pasando por el Photoshop. Para obtener recursos gráficos tuve que aprender la técnica de la fotografía y la iluminación, aunque a día de hoy tomo gran parte de los recursos de aplicaciones como la inteligencia artificial generadora de imágenes. Una vez tengo el boceto definitivo lo que resta es técnicamente resolver el trabajo lo más minuciosamente posible sobre la superficie. En cuanto a la conceptualización, desde hace un tiempo vengo desarrollando una línea de trabajo muy ligada a los códigos estilísticos y conceptuales del Barroco, que es lo que podrá verse en la obra plástica en la exposición de este año. Por ello, he vuelto a visitar museos como el Prado o el Thyssen en búsqueda de inspiración y soluciones.
—¿Cómo es tu método a la hora de realizar un mural de grandes dimensiones?
—La primero es preparar los materiales acordes con el boceto y elegir las herramientas que voy a utilizar, puesto que a lo largo de mi carrera he ido experimentando con todas las que he ido conociendo para poder tener una gran versatilidad a la hora de resolver técnicamente el mural. Para la parte de encaje del dibujo sobre la superficie he pasado por muchas técnicas diferentes: mis inicios fueron las cuadrículas, después descubrí que marcando las líneas maestras del dibujo sobre un acetato y poniéndolo delante de mi campo de visión, entre mis ojos y la superficie, resolvía más rápido y sin manchar la pared. Otro método que descubrí a partir de dominar el Photoshop fue que si sacaba una foto de la pared siempre tenemos referencias tales como ladrillos, baldosas o manchas en la propia pared, líneas arquitectónicas, etc. Todo eso, generando una transparencia de capa con mi boceto, hace que tenga identificado dónde va cada elemento. Por último, con la llegada del abaratamiento y popularización de tecnologías tales como proyectores o gafas de realidad aumentada, se ha simplificado enormemente este proceso. El siguiente proceso es la preparación del muro, si es que lo requiere, para pasar al rellenado de grandes superficies. Es otro proceso que ha evolucionado muchísimo con las herramientas eléctricas. Un gran ejemplo de estos avances fue el comenzar a usar el airless, que para fachadas de edificios de gran envergadura reduce en varias jornadas esta fase, puesto que esta herramienta puede llegar a tener un trazo de un metro de ancho. Otra gran revolución la estamos viviendo ahora mismo con las herramientas de batería que nos permiten una versatilidad increíble para pulverizar pintura sin tener que depender de tomas eléctricas. Para este proceso me he ido rodeando de asistentes que facilitan el trabajo y hacen que la aventura de pintar un muro, en resumidas cuentas, sea mucho más productiva y también más divertida. La última fase es la de detallado y la que más disfruto, puesto que se empiezan a ver los resultados de todo el trabajo invertido en el proyecto. Esta fase me gusta terminarla sin prisas porque ahí es donde se nota realmente la excelencia.
—¿Qué papel juega la creatividad en tu vida?
—Juega un papel totalmente protagonista. De hecho, si me remonto al año en que dejé mi trabajo de informático para dedicarme por completo al arte, noté cómo mi forma de pensar cambiaba, e incluso la forma de resolver problemas en la vida cotidiana se volvía más original. Creo que gracias al uso cotidiano de la creatividad activas determinadas áreas del cerebro que con trabajos alienantes o una vida cuadriculada se encuentran dormidas.
—¿Tienes alguna manía, rutina o ritual a la hora de empezar una obra?
—Mi manía o ritual es tener presente la imagen de la pared, el muro en sí, y verla cada cierto tiempo para dejar que la inspiración surja en el momento que elija, porque pienso que es así de caprichosa y puede aparecer en cualquier momento de tu vida cotidiana. Llevo este proceso de una forma muy intuitiva y visceral, y como tal tengo claro en el momento en el que has tocado la tecla y todo cuadra. Lo que hago lo interpreto como una especie de ritual para invocar ese momento, ese contacto místico con las musas, ese acceso al registro akáshico, como describen en otras culturas.
—En que ha cambiado el escritor de graffiti de mediados de los años 90 al artista actual?
—Este sector ha evolucionado muchísimo, y los propios artistas también. Pasamos de tener nuestros black books llenos de fotografías empalmadas con celo a postear en redes sociales una imagen que va a depender de la validación social. Hemos pasado de pelear en la clandestinidad por lugares donde pintar a ser cotizados y demandados por marcas y ayuntamientos. Esa municipalidad que antaño te multaba por realizar conductas antisociales, hoy en día te retribuye económicamente por hacerlo, y esa sociedad que te veía como un delincuente hoy te ve como un artista con habilidades únicas. En resumidas cuentas, el sector no tiene nada que ver a cuando empezamos. Es tan distinto que yo te diría que cuando empezamos era una afición, una pasión, y hoy en día se ha convertido en una industria.
—¿Cómo superas el bloqueo creativo?
—Simplemente dejando pasar el tiempo. Las ideas surgen tarde o temprano. Esto no sería un problema si no viviéramos en la sociedad de la inmediatez, que para todo tenemos prisa, y creo que el mundo de la creatividad y las ideas no se rige por los mismos valores ni se habla con el mismo lenguaje de nuestra sociedad materialista y capitalista.
—¿De qué trabajo te sientes más orgulloso?
—De la serpiente que realicé en Portugal. En primer lugar, porque estuve caliente de medios y fue literalmente como recorrer la odisea de Ulises con todas sus fases incluidas dentro de aquel proceso. Después el resultado se hizo popular a nivel internacional, creo que porque parte de mi alma quedó en aquella obra. Y lógicamente tengo que mencionar la violonchelista de Fene, que fue la culminación de un año de saturación de trabajo. El boceto lo fui preparando de camino al festival, así que fue totalmente azar que surgiera una idea tan buena en tan poco tiempo. La realización del mural también fue una locura: problemas climatológicos, cogimos covid y estuvimos enfermos varios días. Para que te hagas una idea del apretón final que supuso ese mural, estuve sin bajarme de la grúa 23 horas seguidas, solo para comerme un bocata, pero el resultado fue totalmente orgásmico y la repercusión internacional llegó hasta tal punto que la plataforma Street Art Cities, mediante votación popular, me otorgó el premio del mejor mural del mundo del año 2023.
—¿Cómo compaginas ser artista y galerista?
—En este caso no sería posible sin la ayuda de los grandes profesionales de los que me rodeo, como Inés y Manu. Son el combustible que hace que este proyecto funcione, porque ser artista en un alto nivel requiere una dedicación y un esfuerzo titánico, y como consecuencia de ello necesito delegar la gestión de un proyecto tan ambicioso en estas dos figuras tan importantes para mí.
—Cuéntame sobre tu próxima exposición. ¿Qué podremos ver en ella?
—En la próxima exposición podrá verse ese estilo del mural plasmado en pequeño y mediano formato, manteniendo el hormigón como soporte, aunando toda esa línea argumental del trabajo que vengo desarrollando desde el mural de Fene. Es un maridaje entre la arquitectura y la música a través de figuras de otra época. Para representar la arquitectura en el pequeño formato he tratado de crear la ilusión óptica de llevarnos físicamente un trozo de muro de la calle, y para la parte gráfica me he inspirado en el estilo barroco del XVII y XVIII, que es la época que más me ha influenciado a mí como artista, generando una interacción en la que los dos elementos conviven a partes iguales, llevándose el protagonismo de la escena y realizando una danza entre ambos que nos producen sensaciones sinestésicas que nos hacen casi escuchar dichas obras.Como en el barroco, estas obras representan la complejidad de la sociedad y cultura actuales, una diversidad que converge en las grandes ciudades que habitamos y algunos ornamentamos. En nuestra actualidad se repiten las características de un estilo artístico que marcó gran parte de nuestra historia y cultura visual: figuras como Velázquez o Zurbarán, influenciados por la pintura italiana y barroca, plasman con un característico dramatismo de fuertes claroscuros la decadencia de una sociedad a la que buscan emocionar a través de la pintura. El tenebrismo baila con el romanticismo, reflejando esa dualidad entre la desgracia y la grandeza, casi teatral. Como artista bebo de este imaginario colectivo para crear bellísimas figuras que nos miran desde las alturas, embelleciendo la cotidianeidad con la nostalgia de tiempos pasados para recuperarlos durante unos instantes.
—¿En qué nuevos proyectos estás trabajando?
—Siempre tuve la espina clavada de no haberme dedicado a la música, puesto que en mi época de instituto dediqué mucho tiempo a ir a pinchar vinilos a casas de amigos y producir fiestas de música electrónica, pero en un momento dado de mi carrera me decanté por la pintura. Creo que no es casual haberme centrado en temáticas musicales, puesto que hace unos cinco años retomé mi pasión por la música, realizando actuaciones en directo con música electrónica, y cada vez esta vertiente de mi creatividad va a ir teniendo más importancia. Es algo que complementa mi pintura, que me inspira y con lo que voy a seguir tratando de buscar puntos en común entre ambas disciplinas, con nuevos proyectos muy ambiciosos e ilusionantes.
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La exposición podrá visitarse en:
SFHIR – SOLO SHOW a partir del 13 de septiembre en 95 Art Gallery (@95artgallery) en Calle Álvarez Abellán 23, Carabanchel, en horario de viernes de 16:00 a 20:00 y sábados de 11:30 a 14:30.










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