El autor extremeño Francisco Serrano ha ganado la XXI edición del Premio Tusquets Editores de Novela con la obra El corazón revolucionario del mundo, el hipnótico relato de una célula anticapitalista en los años setenta que el propio autor ha definido como “una historia de terroristas enamorados”.
Francisco Serrano (Guareña, Badajoz, 1982) es autor de las novelas Perros del desierto (2012), Hajira (2018) y En la costa desaparecida (2020) y ha participado en el volumen colectivo de relatos titulado Prosa inmortal. En la actualidad forma parte de la asociación cultural HUL (Hostia Un Libro), que organiza el festival homónimo “sobre microedición y guantazos”, y codirige además el pódcast Rancho Drácula, sobre cultura popular.
Serrano, que se considera “un humilde escritor de terror y fantástico”, ha confesado tras darse a conocer el fallo que siempre ha tenido “un gran fascinación por los forajidos”, figura que ya trató en obras anteriores, en la que le interesa “explorar la tensión entre su romanticismo y la realidad, mucho más cruda, de la que se extrae el mito”. La gente, ha añadido el autor extremeño, siempre siente afinidad o una simpatía natural por el ladrón de bancos, por el bandolero, por cualquier iteración del rebelde que se niega a vivir bajo las normas de un sistema opresivo. “Sin embargo, una vez desvanecido el halo romántico, lo que queda es mucho más oscuro, mucho más turbio”.
En El corazón revolucionario del mundo vuelve el escritor sobre esa idea, tomando como referente el terrorismo en los años 70 del siglo XX y sus contradicciones fundamentales, inspirándose en personajes como Carlos el Chacal o la banda armada Baader-Meinhof, “epítomes de un complejo y violento momento histórico, tan fáciles de romantizar como de abominar”. Este contexto le brinda asimismo la posibilidad de explorar otros temas que le interesan profundamente, como “los mundos encerrados en sí mismos, herméticos, clandestinos, ya sea por extremismo político o sencilla y llana criminalidad, y los particulares estados mentales de autoengaño y radicalización que generan, no muy diferentes de ciertas disciplinas esotéricas y sectas destructivas”.
Partiendo de la idea de que la protagonista es hija de exiliados españoles que se queda huérfana y es captada por una secta dominada por el culto al líder, Serrano desestimó la tentación de llevar la acción a la España franquista: “Eso me habría alejado de la idea original, porque me interesaba además la idea del internacionalismo de esos grupos, obsesionados, por ejemplo, con el panarabismo en Oriente Medio, tenían una vocación global”.
Libra, de Don Delillo, Thomas Pynchon o Clark Ashton Smith son algunos de los referentes literarios en los que Serrano ha bebido para esta novela, ha confesado. En nombre del jurado, Antonio Orejudo ha subrayado “la poderosa inventiva” del autor, que escribe “personajes que no tienen ningún parecido con la realidad”, y no se trata de una novela de fantasía, de dragones, es “no irrealista, que es más que realista”. Para Orejudo, la novela es “una refutación del idealismo revolucionario” que aborda el fenómeno del terrorismo de los años 70 en Europa desde un lado “cómico, surrealista, absurdo y trágico”.



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