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Zenda recomienda: Matate, amor, de Ariana Harwicz

Zenda recomienda: Matate, amor, de Ariana Harwicz

Lunes en Zenda. Lunes de narrativa en español. Lunes, en este caso, de Matate, amor, la que fuese la primera novela de la escritora argentina Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977), originalmente aparecida en el año 2012 y recuperada ahora para su catálogo por el sello editorial Anagrama, que ha publicado en España buena parte de la producción reciente de la autora, incluyendo incluso esta breve novela dentro de su Trilogía de la pasión. Recientemente adaptada al cine por la directora británica Lynne Ramsay, nos encontramos ante uno de los ejercicios narrativos más desprejuiciados, a su manera violentos y encomendados a la batalla contra ciertos tabúes contemporáneos de la literatura reciente.

La propia autora apunta, a propósito del libro: “Escribí Matate, amor con ánimo de venganza. No recuerdo nada salvo eso, que una tarde del final de un verano de tormentas eléctricas de 2011 en mi casa en el campo francés, me tiré al pasto, es decir, «me recliné sobre la hierba entre árboles caídos y tuve la impresión de llevar un cuchillo con el que iba a desangrarme de un corte ágil en la yugular». Recuerdo que me levanté del pasto con el cuello ensangrentado, caminé directo a mi cuarto, entré por la ventana y me senté a escribir la primera frase de lo que sería Matate, amor. Pero eso no fue escribir. Eso que llaman escribir es mentira, es algo de lo que hay que dudar, eso que llaman escribir es otra cosa siempre, una guerra, caminar sonámbula, ver enemigos en todos lados, es algo de otra dimensión.

Palabra por palabra, frase por frase, coma por coma, punto por punto, nada fue corregido ni alterado por ningún editor en ninguna edición. No porque sea genial ni por superstición, sino para conservar en esa primera página la música única de esa tarde de fin de verano de 2011. Escribir para hacer perdurar la desaparición. Escribí entonces, como un ajuste de cuentas, como un pacto con la mafia, si no está permitido disparar, incendiar establos o secuestrar vecinos, al menos es otro modo de hacer justicia por mano propia.

Escribí Matate, amor durmiendo con el enloquecedor llanto del bebé encima, mirando a los gatos bajo la escarcha, con roedores desfilando por la casa, con el AJJJAJJJ de una lechuza que escupía los cerebros que no podía deglutir y sin saber que estaba escribiendo una novela, sin ser nada, mucho menos escritora. Qué asco hablar, dice ella, qué asco escribir. Escribir sin saber que se está escribiendo, escribir la antiescritura, el sueño alto de todo escritor.

Pasaron catorce años desde aquella vez en la que me tiré al pasto en un estado demencial, Matate, amor fue llevada a juicio y fue leída en una sentencia por un juez de provincia francés. Soñé que lo esperaba a la salida del Tribunal de provincia y lo mataba, o que lo seguía hasta su casa y lo envenenaba. La novela fue citada en mi contra como: «ejemplo de que una novela en la que el personaje odia la maternidad, vuelve mala madre a la autora». Escribir no es, como se quiere hacer creer hoy, adherir a una ideología, militar por una ideología, someterse a una identidad, escribir es oponerse al mundo”.

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Autora: Ariana Harwicz. Título: Matate, amor. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.

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