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Elogio de la filosofía, de Alain Badiou

Elogio de la filosofía, de Alain Badiou

Este ensayo filosófico —o ficción dramatúrgica— es una llamada revolucionaria para cambiar el mundo a través de la Filosofía y al margen de los partidos políticos. Y la forma de hacerlo no puede ser otra que la socrática: a través del diálogo.

En Zenda ofrecemos un fragmento de Elogio de la filosofía (De Conatus), de Alain Badiou.

***

Vivimos así en el interior de un mundo que asume como única posibilidad la continuación del mundo tal como es, mediante algunas pequeñas mejoras, por supuesto, un poco más de respeto al medio ambiente, por ejemplo, mejor esperanza de vida para las ranas y los saltamontes, y una aparente dosis de igualdad entre hombres y mujeres. Esta posición política es, de hecho, la verdadera posición conservadora, mientras que tenemos la costumbre de llamar «conservadora» a la más oscurantista, la que afirma que debemos regresar al mundo de antaño, al de la «familia», las viejas leyes (por ejemplo, las que conciernen a la libertad sexual), regresar a la ley de Dios y al viejo mundo con sus usos y costumbres. Esta nostalgia reaccionaria es, por supuesto, una posición siniestra y peligrosa que debemos combatir. Pero yo diría que nuestro enemigo principal es más bien la posición dominante en la actualidad, la que afirma que es preciso, simple y llanamente, continuar como estamos, nosotros, los occidentales «demócratas», que no hay ninguna otra posibilidad, pues el mundo tal como es garantiza, bajo nuestra dirección, la paz de los negocios, y esto es el primer deber de las civilizaciones.

Amantha se muestra perpleja:

—¡Así que vale más un nuevo tipo de universalidad, incluso sin escrúpulos o deficiente, un mínimo de defensa de principios comunes, una especie de arreglo armónico de las singularidades, que el regreso a los nacionalismos enfrenta­dos, a las religiones locales y a las obligaciones familiares!

—Piensa en ello, querida Amantha, replica Toscerás. Esta postura, que podemos en efecto llamar la universalidad del mundo de los negocios, es la de prácticamente todos los gobiernos de los grandes países de Europa, de los Estados Unidos, pero también la de China o la de Corea… Como siempre, hay discrepancias, diferencias, entre esos Estados; pero lo que fundamentalmente tienen en común es que sostienen que ya nadie querría proponer visiones nuevas de nuestro mundo como alternativas reales, puesto que no son sino ficciones o utopías. Actualmente, la tendencia principal, dominante, consiste en afirmar que el mundo tal y como es no contiene en sí mismo ninguna otra verdadera posibilidad que no sea la de continuar en la vía de la paz democrática de los negocios. El precio que hay que pagar, a veces, es que hace falta imponer su continuidad a través de guerras locales fero­ces. En definitiva, esta es la definición filosófica que podemos dar de la posición conservadora contemporánea, cuyo nom­bre ritual es «democracia».

—¡Pero quienes tienen esta ideología son nuestros ene­migos directos!, interviene en ese momento Rémi Glauque. La discrepancia principal la tenemos nosotros, a los que de manera general se nos puede llamar los socialistas, y ese mundo del individualismo que tiene como única regla el máximo beneficio arrebatado a los obreros. Al lado de esta posición conservadora ya no encontramos hoy sino una posi­ción oscurantista. Por lo demás, en eso reside uno de los peli­gros más graves de nuestra situación. La posición oscurantista consiste no tanto en preconizar la continuación del mundo de la democracia «moderna» como en el retorno a un buen viejo mundo reaccionario, un mundo de antaño, lo que equivale a regresar a una mezcla entre reacción religiosa y nacionalismo agresivo. Es la posición de cierto islamismo, o la del presi­dente Trump en los Estados Unidos, o en algunos aspectos la de nuestro Sarkozy, como a buen seguro la de la hija de Le Pen, así como, en Italia, la de la Liga Norte; o también la de Bolsonaro en Brasil, las camarillas actualmente en el poder en India o Filipinas, sin olvidar al payaso de Zemmour. ¡Es bastante gente! ¿Qué hacemos contra todo eso? ¿Qué lugar le reservamos al antifascismo, entonces?

—En la visión que tengo del mundo político contempo­ráneo, responde Toscerás sonriendo, la pasión oscurantista aparece precisamente como lo aparentemente inverso de la posición liberal conservadora, pero esta se sitúa exactamente en el mismo terreno, a saber, el del odio dirigido hacia cual­quier otra hipótesis estratégica, muy en particular a la hipóte­sis comunista. La posición conservadora dominante afirma la necesidad de continuar con el mundo tal como está, mientras que la posición oscurantista afirma que debemos desear un regreso al mundo del pasado. Como habéis constatado, en los dos casos, no hay un porvenir que pueda afirmarse como un cambio radical de los parámetros dominantes, a saber, la seguridad de los negocios. Todo lo que va en ese sentido se identifica enseguida con una utopía criminal. En cierta medida, el tiempo actual consiste en reducir el tiempo a un puro presente, a la continuación, a la transformación inma­nente del presente, incluso a la resurrección del pasado de ese presente. De ahí es de donde viene el enunciado filosófico de moda, el enunciado que dictamina «el fin de la Historia». Es una idea que, en cierto sentido, es una vieja idea hegeliana: el mundo histórico ha llegado, precisamente con el engranaje del capitalismo con la democracia, a su forma suprema. La filosofía se reduce entonces a ser una constatación de ese fin, y a su justificación. Lo que equivale a decir que podemos pres­cindir de ella, puesto que ya no es más que una vana versión de la ideología dominante. Como dicen los espabilados ideó­logos contemporáneos: «Es más fácil pensar el fin del mundo que pensar el fin del engranaje capitalismo/democracia». En estas condiciones, filosofar es simple charlatanería.

En ese momento, Cléscali está encantado con la coyuntura:

—¡Bien visto! ¿Qué filosofía no es una cháchara? La polí­tica es cólera y acción, pero la filosofía, ¿qué es? ¿Una charla tranquila?

Y Toscerás continúa, haciendo como que no lo ha oído:

—En resumen, si la filosofía puede ser realmente útil hoy es tratando de escapar del falso dilema entre la posición oscu­rantista y la posición conservadora «moderna». Un dilema distorsionado, puesto que los dos términos tienen una cosa en común, a saber, la ausencia de porvenir y la idea de que, entonces, no nos queda sino la continuación del presente, para la cual solo se requiere destreza sin reflexión. En efecto, si el mundo no tiene ninguna otra posibilidad más que sí mismo, entonces no hay porvenir. Y si el mundo no tiene otro deseo más que el regreso al pasado, sigue sin haber porvenir. Podemos pues definir uno de los desafíos de la filosofía, un axioma de su supervivencia, diciendo que, si la filosofía quiere ser algo distinto de un ejercicio académico, debe proponer la posibilidad de un porvenir real o, al menos, examinar las con­diciones para que exista un porvenir real. Ese debe ser nuestro deber estratégico.

[…]

—————————————

Autor: Alain Badiou. Título: Elogio de la filosofía. Traducción: Cristina Rodríguez Marcial y Jordi Massó Castilla. Editorial: De Conatus. Venta: Todos tus libros.

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Mario Raimundo Caimacán
Mario Raimundo Caimacán
1 mes hace

La Democracia es anterior al Capitalismo, nació como un experimento revolucionario de reingeniería social y política en la antigua Atenas a raíz del derrocamiento de un gobierno monárquico. Y esa sociedad era esclavista y continuó esclavista. Y parece que, a pesar del amplio título, la obra se limita a la Filosofía Política.

Laura Benites
Laura Benites
1 mes hace

Ya le preguntaste a los Cubanos, Nicaragüenses, colombianos y Venezolanos como les está yendo con el comunismo.

No estoy a favor de ningún partido porque todos me han decepcionado, pero el comunismo es el más hipócrita.

Antirreligion
Antivalores

A nadie le importamos, sólo cuentan sus intereses