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Aguafuertes sudacas: La suya, la mía y la verdad

Aguafuertes sudacas: La suya, la mía y la verdad

Esa delgada línea entre decir lo que se piensa y lo que se piensa esperan los demás que sea dicho. Esa necesidad de decir para ser querido y aceptado. Y, por otro lado, la desobediencia, que creo viene de la certeza de que nadie nunca nos querrá, entonces mandamos al carajo antes de haber sido rechazados, por si acaso. Y si bien con este ejercicio de escribir vengo superando el miedo a ser leída (con perseverar no alcanza, hay que trabajar los miedos), el terror a la exposición, a lo que pueda usted llegar a pensar de mi, a que no me lea ni mi abuela y entonces qué hace una con la vida (seguir escribiendo, ya sé), también me he dado cuenta de que no hay caso, vieja salamera, la lucidez es intransferible y, entre nosotros, mejor para usted pues le confieso desde la más absoluta ausencia de humildad que es bastante aburrido ser un genio, y puedo afirmarlo porque yo verdaderamente lo soy. Cállese. Me he dado cuenta hoy al leer esa genial frase en el libro de Kennedy Toole: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio puede identificársele por este signo: todos los necios conspiran contra él”.

"El problema es que hay como poco tres verdades: la suya, la mía y la verdad. Más luego, para marearnos más viene Chomsky y nos dice que a la verdad nunca la vemos porque está tapada bajo una montaña de mentiras"

Y ya le veo el brillo en los ojos… ¡Si les conoceré! Sé que cada uno de ustedes acaba de sentirse identificado y de llamar a su madre muy entusiasmado para contarle lo que recién acaba de leer sobre su genialidad en internet. Pero no… Lamento decirle que aquí la genio soy yo y la prueba es que no debo hacer nada para probárselo. (Pausa medianamente larga digna de el momento de la Verdad emocional). Todos nos creemos genios. Todos nos creemos atacados por los necios. ¡Absolutamente todos creemos que debemos luchar para defender NUESTRA VERDAD! ¿Y sabe cuál es el problema? (Porque si no hay problema no hay relato que valga, dice el manual). El problema es que hay como poco tres verdades: la suya, la mía y la verdad. Más luego, para marearnos más viene Chomsky y nos dice que a la verdad nunca la vemos porque está tapada bajo una montaña de mentiras. ¿Y quiere que le diga la verdad? La verdad es que muchas veces comenzamos nuestras frases diciendo “La verdad…” y lo más probable es que aunque la sepamos, no lo sabemos, porque mentimos incluso hasta cuando no sabemos que mentimos.

"La realidad es que estos escritos ya estarían siendo un desafío conmigo misma, a ver hasta donde soy capaz de llevarme, con lectores o sin ellos. ¿Será cierto lo de persevera y triunfarás?"

Y le digo más, para ir cerrando porque si no se me duerme, si la supiéramos nadie nos la creería porque la verdad es la mía y no la de usted. Y acá casi que le confieso, a veces me doy cuenta de que la verdad es la suya pero jamás le daría la razón porque tengo orgullo, soy una envidiosa y además, ¿serviría para algo? Le pregunto… ¿Acaso no sufre menos el que menos sabe? (Aquí otra pausa para que usted que tanto ha estudiado se escandalice). Como dijo alguna vez el General Perón, frase que afanara o afanase a Aristóteles: “La única verdad es la realidad». La realidad que, como dice Galeano, te pide bajito: ayudame a cambiar. La realidad que es para el guerrero un desafío y para el temeroso una fatalidad. La realidad es que estos escritos ya estarían siendo un desafío conmigo misma, a ver hasta donde soy capaz de llevarme, con lectores o sin ellos. ¿Será cierto lo de persevera y triunfarás? La realidad es que las palabras se esfuman sin dejar huella, eso pasará con estas, pero con cada reacción suya yo aprendo algo nuevo y la verdad no será siempre bonita, pero el hambre de ella sí. (Y a por más).

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