La primera vez que fotografié a Álex Sanz fue en 2014, en la pelea de su debut como luchador profesional de MMA.
Aprovechamos el reencuentro para hacer algunas fotos y charlar sobre su nueva vida, y también sobre el papel que juega la creatividad en su deporte.
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—¿En qué ha cambiado tu vida en esta última década?
—Bueno… la verdad es que diez años dan para mucho, y más en esa etapa. Cuando nos conocimos yo tenía 22 años, empezaba mi carrera profesional en el deporte, y mi vida giraba en torno a ello. Vivía en Madrid y mis días se resumían en entrenar, aprender todo lo posible sobre entrenamiento, sobre mi deporte, y enlazar trabajos de media jornada y fines de semana para poder seguir llevando esa vida de atleta.
Ahora mi vida es bastante diferente. Volví a mi tierra: Gandía, en Valencia, me retiré del deporte profesional con una carrera satisfactoria, consiguiendo dos títulos nacionales, y mis prioridades han cambiado mucho. Llevo una vida más tranquila, vivo a veinte metros de la playa y tengo la fortuna de poder tener mucho tiempo libre para dedicarlo a disfrutar de la gente que quiero. Invierto mucho en pasar tiempo de calidad con mis padres, mi pareja y mis amigos cercanos. También, gracias a mi trabajo, puedo viajar, disfrutar de la naturaleza y, por supuesto, entrenar, que sigue siendo lo que más me gusta, aunque ahora disfruto de practicar diferentes deportes.
—A pesar de las lesiones, ¿sigue intacta tu pasión por los deportes de contacto?
—Si, totalmente. Es cierto que no puedo practicarlos como antes. La lesión que más me limita es un desgaste muy significativo de la cadera, que me imposibilita muchas partes del deporte, como la lucha, el grappling o las patadas. Ahora practico boxeo, lo disfruto mucho e intento superarme, como he hecho siempre. Y aunque no pueda practicarlas, vivo las MMA desde otro lado, como espectador y aportando mis conocimientos.


—¿Cómo se gestiona una derrota? ¿Y una victoria?
—Bueno… Supongo que hay tantas formas de gestionar ambas como personalidades existen. Puedo decirte cómo lo he hecho yo, y te adelanto que no siempre lo he hecho igual. Pienso que la mejor forma de gestionar una derrota es intentar aceptarla lo antes posible, entender que no es posible cambiar lo que ya ha ocurrido. Aunque después lo hubieras hecho de otra forma, en ese momento fue como fue. Toca aprender e intentar hacerlo mejor a la próxima.
Muchas veces, cuando ves las cosas desde la distancia, te das cuenta de que nada es tan importante. Es un privilegio haber podido luchar por tus sueños, aunque el resultado no fuera el esperado. Las victorias pienso que hay que saber disfrutarlas. Y aquí creo que hay dos cosas importantes. La primera es conseguir saborear el momento sin saltar rápidamente a querer conseguir otra cosa. Hay que saber ser agradecido y no dar por hecho los triunfos ni quitarles importancia. Lo segundo es ser humilde siempre. Lo que has ganado es el derecho a sentirte satisfecho de tu logro, pero no de creerte mejor que los demás.
—¿Qué papel juega la creatividad en los deportes de contacto?
—Creo que es una cualidad buena, pero no siempre necesaria. Hay luchadores que son creativos, que son artistas y se expresan de una forma diferente y natural. Eso les da carisma dentro de la jaula y también fuera a la hora de crear su marca, pero también hay luchadores exitosos que son meros ejecutores: repiten lo que han aprendido sin cuestionarse, con mucha confianza y de forma agresiva. No tienen esa parte, pero en este deporte ese perfil también puede ser muy exitoso.


—¿Cuál es la pelea más dura a la que te has enfrentado?
—Sin duda la pelea por el campeonato de España WKL profesional. Fueron cinco asaltos de cinco minutos en los que mi rival y yo dimos todo. Fue todo el combate de pie, hubo derribos en todos los asaltos y volvimos a levantarnos… Muy duro físicamente, y el público enloqueció. Acabé con la nariz como una berenjena y tuvieron que ponerme cuatro puntos. Recuerdo que cuando llegué al hotel oriné sangre del esfuerzo, pero una vez comprobaron que todo estaba bien, me di cuenta de que nunca me había sentido tan satisfecho de hacer un buen trabajo.
—Cuéntame cómo es tu rutina diaria.
—Depende un poco del día, ya que ninguno es igual al otro. Me levanto alrededor de las 7:30, me lavo la cara, los dientes y suelo empezar el día con un baño de unos diez minutos en el mar, o si está muy revuelto, en la piscina, da igual la fecha del año. Después me tomo mi tiempo para tomar mi café filtrado y desayunar. Algunos días a primera hora entreno a mi mejor amigo y después a mi madre. Es algo que me encanta poder hacer, porque les ayudo a tener una buena salud y además paso tiempo de calidad con ellos. Luego hago mi entrenamiento de fuerza y como. Después suelo hacer una siesta de 20-30 minutos, trabajo en lo que me toque ese día, ya sea crear contenido, mandar propuestas, atender a clientes, y a eso de las 19:00 o 20:00 voy a hacer mi entrenamiento de boxeo. Después de ducharme suelo recoger a mi pareja del trabajo, paso tiempo con ella, cenamos, paseamos por la playa y me acuesto a leer. Bastante chill. También es cierto que a veces estoy viajando diez días o trabajo días enteros, y algunos días no puedo entrenar. Pero esto es un día de los tranquilos.
—Tyson dijo: “Todo el mundo tiene un plan hasta que le sueltan la primera hostia”. ¿Cómo fue tu primera hostia? ¿Te cambió los planes?
—[Risas]. Me los cambió, y mucho. Tú estuviste presente, porque fue en mi debut profesional de MMA. Hasta ese día pensaba que si eras el que más te esforzabas, el que más trabajabas y el que más se sacrificaba, innegablemente conseguirías todo lo que te propusieras. Era la época en que empezaba YouTube y había un montón de videos motivacionales con ese mensaje. Yo tenía 22 años, ya sabes…
La verdad es que fue una preparación muy muy dura. Estaba muy emocionado por mi debut profesional, y me llevé a tal extremo que evolucioné mucho como luchador. Pero no fue suficiente. Al final del segundo asalto mi rival me noqueó, y después de ese combate me replanteé todas mis creencias sobre el deporte. Lo cual agradezco, porque gracias a eso me obsesioné con estudiar la parte del striking en MMA, a los mejores luchadores y boxeadores de la historia. Cambié por completo mi juego y sembré la semilla de lo que después acabaría convirtiéndose en el libro que he escrito.

—¿Por qué decidiste publicar este libro?
—Este libro es una guía paso a paso de todo lo que me habría gustado saber cuándo empecé mi carrera. Decidí condensar mis conocimientos en un libro porque quería aportar lo que yo aprendí con mi experiencia al mundo de las artes marciales mixtas. Es una forma de documentar mis conocimientos, dejar un legado y cerrar una etapa. Si os apetece echarle un vistazo puedes verlo aquí.
—¿En qué nuevos proyectos estas trabajando?
—Pues la verdad es que ahora mismo estoy en un periodo de transición. He trabajado mucho como entrenador personal, he abierto dos gimnasios, que terminé cerrando, empecé un pódcast, he escrito un libro… y bastantes cosas más. Me he dado cuenta de la vida que me gusta llevar: el deporte, la salud, la naturaleza, las relaciones cercanas… Es algo que mucha gente busca conseguir. Así que mi proyecto ahora mismo es ser una figura que represente esos valores y estilo de vida para poder influir, en la manera que pueda, a que la gente viva más saludablemente. Lo hago a través de las redes sociales y todavía estoy buscando el vehículo para llevarlo a cabo. No he encontrado aún el formato, pero tengo algo que todavía conservo de mi etapa como luchador profesional, y es mucha determinación, así que daré con ello [risas].





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