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Antoine de Saint-Exupéry, el escritor aviador (II)

Antoine de Saint-Exupéry, el escritor aviador (II)

Tras sus dos primeras novelas, Saint-Exupéry deja a un lado la ficción y nos ofrece dos impresionantes relatos en primera persona, testigos de un humanismo siempre presente en su obra. Estos escritos autobiográficos no se limitan a narrar una experiencia personal, sino que aportan una valiosa enseñanza universal.

Tierra de hombres (Terre des hommes, 1939) obtuvo el premio de novela de la Academia Francesa y nos dejó un buen puñado de frases célebres e intemporales. Empezando por las primeras: “La tierra nos enseña más sobre nosotros mismos que todos los libros. Porque ella se nos resiste. El hombre se descubre cuando se mide con el obstáculo”. Con semejante despegue, ya sabemos que el vuelo nos depara más de una turbulencia. Además de su propia experiencia, Saint-Exupéry narra las hazañas de pilotos célebres de su tiempo, como Henri Guillaumet y Jean Mermoz. Utilizando poéticos pasajes, nos cuenta la importancia de reconocer el terreno para anticipar cualquier aterrizaje forzoso, como el que le dejó en una alta meseta en medio del Sáhara, rodeada por precipicios verticales que le aseguraron ser la primera criatura que pisaba aquel lugar en millones de años. Cuando se agachó para tocar la tierra virgen, se sintió como el primer visitante de un nuevo mundo. Como el Principito que, unos años después, realizaría un fantástico viaje por el universo.

"Gracias a la visión desde las alturas de una tierra sin fronteras, reconoció a la Humanidad como colectivo, en el que ninguna cultura es mejor que las demás"

No todas sus experiencias en el desierto fueron agradables, pues Saint-Exupéry estuvo a punto de perder la vida, junto con su compañero André Prévot, tras un accidente que destrozó su avión y les dejó sin provisiones. Tres días de agonía después, fueron salvados por la milagrosa aparición de un beduino. Y en esos momentos en que se enfrentó a la muerte, encontró lo que realmente le retenía a este mundo y le impulsó a luchar hasta el final: el verdadero valor de una sonrisa o de un gesto de fraternidad. Simples detalles que no valoramos en la vida cotidiana, pero que una situación extrema permite remarcar.

Gracias a la visión desde las alturas de una tierra sin fronteras, reconoció a la Humanidad como colectivo, en el que ninguna cultura es mejor que las demás. “Unidos a nuestros hermanos por un objetivo común que se encuentra fuera de nosotros, solo entonces respiramos, y la experiencia nos enseña que amar no significa mirarnos el uno al otro, sino mirar juntos en una misma dirección”. Saint-Exupéry quiere mirar más allá de la sociedad industrial, que ha reducido al hombre a un mero engranaje y le priva de las condiciones necesarias para su desarrollo personal. Es la crisis de una civilización que ha sido transformada brutalmente por la modernidad, sin reconstruir la complicidad que la sociedad tradicional conservaba entre el hombre y el planeta, entre el individuo y la comunidad. El resultado es la yuxtaposición de desligados “hombres-islas”, para los que el mundo ha perdido su sentido. Si la utilización del avión anticipó la sociedad de la inmediatez, Saint-Exupéry no pudo imaginar cuán profética llegaría a ser su visión de la humanidad en la era de internet. Hoy seguimos quejándonos de los mismos problemas, y los heroicos relatos de Tierra de hombres, que pretendían servir de inspiración a la sociedad y devolver la confianza en la civilización, han caído en el olvido.

"El desgarrador relato intercala las escenas de acción del vuelo con los recuerdos de la feliz infancia de Saint-Exupéry"

Piloto de guerra (Pilote de guerre, 1942) aporta una nueva vuelta de tuerca al papel del hombre dentro de la colectividad. Como Fabien en Vuelo nocturno, el capitán Saint-Exupéry (miembro del grupo de reconocimiento aéreo II/33) acepta una arriesgada misión, casi suicida, que le lleva a sobrevolar a baja altura la ciudad francesa de Arrás durante la Segunda Guerra Mundial, en la zona de ocupación alemana, incluso cuando su comandante, sabiendo que era un reconocido escritor, le propuso renunciar a ella. Acepta porque sabe que pertenece a algo superior a él mismo y que ese acto de resistencia frente al enemigo llamará a otros. El texto pone en evidencia la absurdidad de la guerra, reducida a un conjunto de órdenes sin sentido. Saint-Exupéry ve el pánico en el rostro de la población que huye de sus hogares y recuerda que participar en el conflicto no es ninguna aventura. El heroísmo de sus anteriores relatos no cabe aquí: los pilotos que tienen la suerte de regresar vivos es porque no tienen nada que contar. No será el caso del escritor, cuya pericia le permite esquivar el fuego enemigo, resolver una situación límite y regresar ileso, para sorpresa de sus compañeros. El desgarrador relato intercala las escenas de acción del vuelo con los recuerdos de la feliz infancia de Saint-Exupéry, que le acompañan en todo momento y le aportan la calma necesaria para tomar las decisiones adecuadas.

"Su estancia en Nueva York le permitirá escribir también una melancólica fábula para tiempos de guerra, disfrazada de cuento para niños"

La visión de la destruida ciudad de Arrás marca al escritor y le lleva a participar activamente en la resistencia francesa. Se exilia a Nueva York y escribe Piloto de guerra con el objetivo de convencer a los americanos para que ayuden a Francia en su lucha contra el nazismo, cuyos principios, además, se oponían de forma directa a su ideario humanista. El libro asume que la resistencia francesa está condenada a la derrota sin intervención extranjera y llama a los aliados a actuar: quiere que la colectividad humana se identifique con su causa.

Su estancia en Nueva York le permitirá escribir también una melancólica fábula para tiempos de guerra, disfrazada de cuento para niños. Un relato que buscaba despertar al niño que todos llevamos dentro, tal vez la única manera efectiva de parar una cruel guerra que se alargaba demasiado. Un pequeño libro que se acabaría convirtiendo en una de las obras literarias más difundidas de la historia.

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