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Antonio Lucas: «La cultura es un antídoto contra los espasmos del miedo»

Antonio Lucas: «La cultura es un antídoto contra los espasmos del miedo»

No es mal salvavidas literario para estos días de —en el mejor de los casos— confinamiento antivírico el que ofrece Antonio Lucas (Madrid, 1975) con su último poemario, Los desnudos (Visor, 2020), que le ha valido el último Premio de Poesía Generación del 27 de la Diputación de Málaga. Y no lo es porque, sin pintar de rosa las agrietadas paredes de este mundo nuestro, sin recetar autoayuda del todo a cien, sus versos hacen un agujero en el muro que tapa el Sol, descorren unas cortinas opacas por la mierda, encienden un humilde candil. “Hay quienes cayendo —escribe— aprenden a volar, / a no hundirse de nuevo”. El poeta escribe por quienes están/estamos en el “borde de una fe que ya no abriga”, los “excluidos y colmados”, por los rebeldes discretos o por quienes nos negamos a sucumbir a la desgana. Sereno, planta cara al hastío y a la mugre contándonos sus desaprendizajes, sus viajes por unas islas griegas —a las cuales se regresa para vivir, como a los poemas— y, sobre todo, su amor, palabra, sentimiento o lo que carajo sea que, como todo lo que importa, “se explica por sí mismo”.

"Seremos la primera generación que veremos modificar actitudes a nivel global de lo que es el día a día de los seres humanos"

Dadas las circunstancias, conversamos por Skype el martes de la segunda semana de confinamiento. Y Lucas cuenta a Zenda que el encierro lo lleva bien, que trabaja “más que en la redacción” y que lo que más le interesa es ver cómo será el día después de la pandemia y comprobar “qué habrá modificado, realmente, de nosotros, cuando volvamos a reunirnos, cuando hagamos una vida como la que teníamos”. Considera que estamos ante “una crisis sanitaria, una crisis existencial, una crisis económica, una crisis moral, es decir, hay una cantidad de elementos que se están enlazando en esta expedición tan siniestra que, cuando nos demos cuenta, seguro que de nosotros ha salido un contorno nuevo de actitud frente a los demás y, seguramente, frente a nosotros mismos” y, rechazando “los apocalipsis mayas” —“No son mi entretenimiento preferido”, dice—, asume que habrá un “cambio de modelo”: “Probablemente, seremos la primera generación que veremos modificar actitudes a nivel global de lo que es el día a día de los seres humanos. (…) Repescaremos todo lo que hemos tenido y, sobre eso, reconstruiremos”.

¿Exageran quienes afirman que la cultura ganará la batalla al coronavirus y demás pomposidades fatuas? Lucas responde que “la cultura no está para llenar al tiempo: al revés, está para releerlo, descifrarlo y, a tu manera, modificarlo. La cultura, tal y como se habla de cultura en las redes sociales, es un hobby, una forma de ocio”. El poeta también recuerda que “la cultura siempre ha estado ahí y no sé si ahora se ha dado cuenta de que es un antídoto contra los espasmos del miedo, pero lo es, y no hace falta entrar en pandemias para saber que somos lo que somos para bien porque ha existido siempre el lenitivo y la anfetamina de la cultura, de los libros, del cine, de la música y del silencio”.

"Los desnudos somos nosotros, aquellos que no aceptamos lo irremediable"

¿Y quiénes son Los desnudos? Lucas apunta que “somos nosotros, aquellos que no aceptamos lo irremediable, aquellos que consideramos que el mundo tiene trazas que merecen la pena más que otras que nos han hecho ver o nos han metido”, “gente que no le teme a esa desnudez: no es un problema textil, sino de actitud ante las cosas, ante la vida, ante ti mismo”.

Comparándolo con su anterior poemario, Los desengaños, el también columnista de El Mundo recuerda que éste salió de un bajón bicéfalo: por un lado, hacía referencia a una crisis personal; por otro, a la económica de 2008. En cambio, su nuevo libro “nace de todo lo contrario, de un reencuentro con muchas ilusiones que habían quedado, de algún modo, perdidas o difuminadas; nace de un cambio de casa; de una convivencia con mi mujer”. Desde luego, su última obra tiene “más luz” y “no se deja caer frente a tantas cosas como en Los desengaños, que había una especie de derrota aceptada”.

"Hay más arañazo y más daño en lo que no ha salido bien, pero en lo que ha salido bien hay un estímulo que es fabuloso para escribir"

Sin embargo, que Los desnudos sea un libro luminoso no implica que Lucas no sea consciente de la existencia de trampas, de rincones oscuros en un mundo “muy cabrón”, “muy salvaje”, y en el que “nosotros somos unos privilegiados”: “Vivimos con las compensaciones de ciertos privilegios. Yo no esquivo la idea de que el mundo tenga sus tinieblas, pero dentro de esas tinieblas he encontrado un cierto colchón, una cierta tarima flotante para caminar con un poco más de agilidad y de alegría”.

Sobre si es más cómodo escribir cuando te ha dejado la novia que escribir enamorado, el poeta opina que no es una cuestión de pudor: “Hay más arañazo y más daño en lo que no ha salido bien, pero en lo que ha salido bien hay un estímulo que es fabuloso para escribir. Tampoco creo yo que para escribir haya que estar muy tocado. Esa gente que dice: “Yo escribo mejor desde la tristeza”. A mí eso me parece una gilipollez. En la tristeza, lo único que vale es el lexatín”.

"El poema pisa calle, pisa orines, pisa barro y el poema piso todo. Cuando digo pisa no es que lo aplaste, sino que se unta de todo eso"

En un poema titulado “España”, Lucas escribe: “Cuánto celebrar la vida / y después de tanto anhelo / nos queda este saqueo de culpas y cosechas. (…) He nacido aquí y eso me gusta, / pero no consigo ir a vuestro paso”. Preguntado por estos versos, el autor responde que no es capaz de ir “al paso de la actualidad, de la verborrea política, del acuchillamiento cívico, de las tertulias y de tanta mandanga ruidosa”. “Es verdad —añade— que no entiendo más consigna a veces que el poema, porque el poema se nutre de todo lo demás. El poema no es esa cosa encastillada, de los cisnes y las torres de marfil. Qué va: el poema pisa calle, pisa orines, pisa barro y el poema pisa todo. Cuando digo «pisa» no es que lo aplaste, sino que se unta de todo eso. Y también se unta de lo hermoso”.

Finalmente, Lucas afirma que “España es un país que me entusiasma, pero reconozco que, a veces, no me gusta del todo. Y no es un problema de los españoles ni del Estado: es un problema de ciertos elementos que generan demasiadas interferencias estéticas como para que este país te llegue a gustar del todo”.

La entrevista en bruto la pueden ver en este vídeo. Quien la interrumpe es nuestro querido Raúl del Pozo.

Vídeo de la entrevista por Skype de Jesús Fernández Úbeda a Antonio Lucas

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